De nuestros viajes a Venezuela, los vínculos familiares con la ciudad de Cagua (Estado Aragua) y el interés por la arquitectura colonial nos dieron la oportunidad de conocer la Casa Guipuzcoana, convertida desde hace años en la sede del Museo de Arte e Historia de aquella ciudad, donde también tiene su sede el Ateneo de Cagua. Un inmueble felizmente recuperado y bien conservado para el patrimonio histórico-artístico nacional, ejemplo del elenco arquitectónico de la época.
Tuvimos la grata oportunidad de conocer en octubre de 1977 al cronista oficial de la ciudad de Cagua, Sotero Arteaga Miquelena, quien nos mostró su empeño para rescatar el histórico edificio, que fue declarado monumento histórico nacional en febrero de 1986. El cronista hace años que rindió sus singladuras en este mundo, pero su entusiasmo, en el que también participaron activamente los pintores Evelio Giuseppe y Rafael Herrádez, se traduce en el uso y disfrute de un edificio singular.
La Casa Guipuzcoana, establecida en 1728, ejercía el control comercial en la zona central del país, dominada por comerciantes del cacao y perseguía a contrabandistas. La fertilidad de la comarca norte del actual Estado Aragua favoreció el desarrollo de cultivos de valor, como el algodón, la caña de azúcar, el maíz, el cacao y el añil, hasta que en 1781 tomó el relevo la industria de la madera y las moliendas de café y maíz, además del establecimiento de los gremios de herreros y carpinteros.
El caracol es el símbolo de la ciudad de Cagua, cuyo asentamiento remonta sus orígenes hacia la segunda década del siglo XVII. En 1622 el sitio recibía el nombre de Nuestra Señora del Rosario de Cagua y un siglo después se conocía como San José de Cagua. Algunos autores sostienen que su nombre procede del dialecto indígena “caguacao”, que se traduce como “villa del caracol”. El profesor Lisandro Alvarado sostiene que Cagua es una alteración de Caigua y que procede de la voz cumanagota “kaigua”, que significa caracol.