Llevará tiempo acostumbrarse cuando vuelva a Fuencaliente a no ver a Pedrín sentado delante del bar de Jorge, esperando el reencuentro siempre amable y gratificante. Pedrín, Pedro Manuel Rodríguez Díaz, un año mayor que yo, decidió un día regresar al pueblo natal junto a Yamila después de años de trabajo en el bar Sputnik, un local situado en la calle Iriarte de la capital tinerfeña. No era un bar cualquiera –abierto a comienzos de la década de los años setenta por su tío materno Mauro Díaz Carballo, un puntal de grato recuerdo fallecido en edad temprana–, sino un bar que era un punto de encuentro incondicional de los fuencalenteros de la diáspora.
Estando ausente recibo la noticia de su sorpresiva partida en la placidez de su hogar en Fuencaliente de La Palma, en el que respiraba patria chica por los cuatro costados. Tenía un corazón inmenso, grande, el mismo que dejó de latir al amanecer de un nuevo día para tenerle desde ahora y para siempre en la memoria fértil.
Amigo desde la infancia en la pendiente arenosa del barrio de Las Indias, Pedrín era el hijo mayor de Pedro y de Fela, hermano de Héctor (Joseli) y de Yoli, con quienes emprendió la búsqueda de una vida mejor para su familia en la capital tinerfeña, en una época de escasez de medios y oportunidades en el pueblo natal. Trabajó sin desmayo y con demostrada energía y capacidad, sacó adelante a su familia y de alguna manera siguió la tradición vinculada a los bares regentados por palmeros y, especialmente, por fuencalenteros, que fueron muchos en otra época en la historia cotidiana de Santa Cruz de Tenerife.
Siempre amable, atento y respetuoso, Pedrín defendía el equilibrio, la razón y el entendimiento como elementos indispensables de la mejor relación entre las personas. Dialogante y constructivo, moderado y coherente, poseía una elevada dosis de sensatez y cordura y no en vano consiguió aunar voluntades dispares con estos razonamientos cuando llegó el reencuentro en el pueblo siempre amado, en el que vio la luz primera el 23 de enero de 1958 –el mismo día en el que el pueblo de Venezuela derrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez– y viaja desde el pasado 6 de julio inmerso en la luz eterna y en la gratitud de cuantos le conocimos.
Fiel a sus costumbres y como tributo a la amistad que siempre compartimos y disfrutamos, recibí un mensaje suyo de felicitación por el día de San Juan y yo le correspondí con otro mensaje por el día de San Pedro.
Descanse en paz el siempre bien querido amigo y paisano Pedrín y paz a su alma de hombre bueno y libre.
Foto: cedida
1 comentario
En nombre de toda la familia gracias Juan Carlos.
Un epitafio muy emotivo.
Un abrazo.