A la historia del transporte marítimo de alta velocidad de Canarias pertenece el hidro-foil prototipo “Corsario Negro”, que se estrenó en la línea Tenerife-Las Palmas como banco de pruebas, aunque en principio se había planteado que lo hiciera en la Barcelona-Palma. La idea era estrenarlo en septiembre de 1966, pero se dilató en el tiempo por diversas razones, algunas de tipo técnico y otras de índole administrativa, de modo que realizó su primer viaje en enero de 1968. Solo estuvo seis meses en servicio, bajo el mando del capitán Francisco Francés Arza y el primer oficial Rafael del Castillo.
El coste del revolucionario buque, según lo publicado en la prensa de la época, ascendía a 50 millones de pesetas. La iniciativa estaba promovida por Marítima Antares, que entonces había gestionado la financiación necesaria para la construcción de dos buques de este tipo en el astillero Unión Naval de Levante, pues pretendía ampliar sus servicios a Baleares, Costa del Sol y Marruecos. Sobre planos tendrían capacidad para 122 pasajeros y ostentarían los nombres de “Corsario Rojo” y “Corsario Verde”.
El hidroala “Corsario Negro” tiene su origen en un proyecto de la firma estadounidense Grumman Aircraft Engineering, fabricado bajo licencia en el astillero alemán Blohm Voss A.G., de Hamburgo. Medía 22 m de eslora y tenía capacidad para 88 pasajeros, propulsado por una turbina de gas Rolls Royce Tyne de 3.600 caballos, que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 50 nudos.
Visto el fracaso obtenido en Canarias, el buque se vendió a intereses de EE.UU. y en febrero de 1969 inició su segunda etapa renombrado “Gulf Streak” en la línea Miami-Freeport operado por Bahamas Hydro Lines. Luego pasó a una línea desde Puerto Rico y sufrió un accidente al chocar contra un arrecife de coral, que le produjo averías graves que determinaron el final de su vida marinera.
Fotos: archivo de José Luis Torregrosa