Durante unos años, el edificio Hernández Otazo, situado en el número 5 de la Avenida Francisco La Roche –a partir de 1923 el tramo que comenzaba en el cuartel de San Pedro se denominó Avenida de Cuba y desde la década de los años cincuenta se le conoce como Avenida de Anaga– y con trasera al número 6 de la calle La Marina, entre la existente Casa La Roche, que data de 1913 y el desaparecido edificio Ley, fue uno de los inmuebles más altos y elegantes de la fachada marítima de Santa Cruz de Tenerife.
Cerrado durante muchos años, desde hace unos meses se trabaja en su interior para adecuarlo a su nuevo uso habitacional como apartamentos de lujo. Recordamos que en el local de la avenida de Anaga estuvo abierto durante años el “Bazar Anaga”, que fue uno de los principales proveedores de tabaquería y bebidas alcohólicas del comercio local y mantenía una estrecha relación con los sobrecargos, mayordomos y otros tripulantes de los barcos que atracaban en el puerto tinerfeño.
Proyectado por el arquitecto Antonio Pintor y Ocete entre 1923 y 1925 por encargo del comerciante Octavio Hernández Otazo, para destinarlo a almacenes y oficinas en un solar situado junto a la que entonces se denominaba Rambla de Cuba, del edificio original destacan dos pequeños torreones laterales que posiblemente le fueron añadidos durante su construcción, aunque no figuran en el alzado original. Las obras debieron comenzar a partir de 1925 y en 1928 ya estaba levantada la planta baja y en una foto de 1930 se aprecia que ya estaba edificado. Se aprecia, además, que se restó anchura a los ventanales centrales de las plantas de oficinas.
En 1958, el cónsul de Dinamarca en Tenerife, Peder C. Larsen, solicita autorización municipal para una remonta de dos plantas sobre el volumen existente. Proyecto que realiza el arquitecto tinerfeño Domingo Pisaca y Burgada y en el que, como señala el arquitecto Rubén Gómez Vara, “se simplifica la decoración con respecto al cuerpo diseñado de Pintor, quedando limitada al uso de cornisas, balaustres y pilastras. Como aspecto de interés, cabe destacar que se respeta el perfil del doble torreón que distinguía al edificio originalmente en el skyline portuario santacrucero”. La remonta pudo estar finalizada en torno a 1959.
Hasta 1952, en que se procedió a su derribo, el hotel restaurante Miramar estuvo desde 1933 en un edificio de 1920, en el que primero había estado la Pensión Peninsular, según precisa el profesor Agustín Pedro Miranda Armas. Con dirección postal en el número 6 de la Avenida de Cuba, justo al lado del castillo de San Pedro y con el Club Náutico Tinerfeño entre ambos, la publicidad del establecimiento regentado por Luis Hosp dice que disponía de “habitaciones modernas, agua corriente, comedor expléndido con vistas a la bahía, cocina internacional y esmerado servicio”. Posteriormente, en fecha que no hemos podido precisar, pasó a la propiedad de Gregorio Tavío Barreto, etapa en la que ofrecía “amplias habitaciones, todas con luz directa y agua corriente. Cocina a cargo de su propietario. Precios económicos en comidas y habitaciones”.
No tenemos claro si el Hotel Miramar interrumpió su actividad tras la demolición del edificio que ocupaba para acometer las obras de la Avenida de Anaga, o si desde 1952 se trasladó al edificio H. Otazo. Confiamos en encontrar el dato preciso en las hemerotecas de los periódicos locales en las décadas de los años cincuenta y siguiente.
En una guía de 1966 se le menciona como “Residencia Miramar”, uno de los tres establecimientos de lujos –los otros dos eran el hotel Mencey y la residencia Príncipe en la calle del Pilar, 3–, con los que contaba Santa Cruz de Tenerife. Otros cinco establecimientos eran de primera categoría, trece de segunda y uno de tercera. En todo caso, las menciones a este establecimiento hotelero en la prensa local y publicaciones turísticas son bastante escasas.






El primer emplazamiento del Hotel Miramar



Artículo elaborado con las aportaciones de Agustín Pedro Miranda Armas, Rubén Gómez Vara, Manuel Jesús Martín Martínez-Ball y Rafael Llanos Penedo, especialistas del grupo Fotos Antiguas de Tenerife (FAT). Nuestro agradecimiento.
Fotos: Juan Carlos Díaz Lorenzo (color) y vía Fotos Antiguas de Tenerife (FAT)

 
									 
					

