De la rica arquitectura moderna que conserva la ciudad de La Habana destaca el edificio Bacardí, situado entre Monserrate y San Juan de Dios, en el antiguo barrio habanero de Las Murallas. Se trata de una joya del art decó concluido en diciembre de 1930 y construido por encargo de la afamada compañía de bebidas alcohólicas, fundada en 1862 en Santiago de Cuba por el industrial de origen catalán Facundo Bacardí Massó.
Convocado un concurso entre destacados arquitectos de la época y con un premio de mil pesos para el ganador, el jurado formado por Enrique W. Schueg Chassin, marido de Amalia Lucía Bacardí Moreau y los arquitectos Leonardo Morales, Enrique Gil, Emilio de Soto y Pedro Martínez Inclán, se alzó con el galardón la propuesta presentada de los arquitectos Rafael Fernández Ruenes, Esteban Rodríguez Castell y José Menéndez Menéndez, este último, además, ingeniero.
El singular edificio ocupa una superficie de 1.320 metros cuadrados y para su construcción se convocó una subasta, siendo adjudicada a la firma Arellano y Mendoza en 499.675 pesos, más otros 121.325 pesos para el equipamiento, ascensores, herrajes y otros. Según leemos en la web Cuba Tesoro –aunque nos gustaría conocer las fuentes, para su cita correspondiente–, el 6 de enero de 1930 comenzó el replanteo de la obra, estipulándose 300 días en su construcción, lo que se cumplió pese a los problemas iniciales con la cimentación, que obligó al empleo de 500 pilotes de madera jiquí y júcaro negro. En diciembre de 1930 el edificio estaba terminado y a su estreno y durante bastante tiempo fue el más alto de la capital cubana. Una parte de sus oficinas estaban ocupadas por la actividad comercial de la propia compañía ronera y el resto alquilado a otras empresas establecidas en Cuba.
Construido en acero y hormigón, tiene doce plantas. La fachada está recubierta de granito rojo de Baviera, terracota y ladrillos prensados. Presenta una volumetría maciza, en la que el cuerpo central se va escalonando a media que asciende hasta llegar a la torre que lo identifica, y sobre la cubierta, a cuatro aguas, se ubicó el murciélago símbolo de la compañía Bacardí en bronce, apoyado en un poliedro de vidrio con armadura de metal que se iluminaba desde dentro. Su diseño, en forma de pirámide escalonada o zigurat, asume el azulejo como elemento decorativo proveniente del modernismo catalán y brinda al edificio un efecto cromático único.
El primer piso ocupa una superficie de 1.075 metros cuadrados y 7,25 m de altura. El pórtico, las paredes, el piso y el techo está revestido con granito rosado de Baviera. Los dos vestíbulos se cubrieron con mármol natural hasta el techo de color verde suave, usado por primera vez en Cuba. Los materiales llegaron a Cuba importados desde Alemania, Suecia, Noruega, Italia, Francia, Bélgica y Hungría.
El hall de acceso se decoró en su exterior con mármol de color rojo vino, como símbolo de las mieles roneras. En los pisos superiores se utilizó loseta de gres cerámico de color amarillo brillante, representando a los rones blanco-dorados que le dio a la prestigiosa firma fama internacional. La planta alta y la torre central muestran un cuidadoso diseño de tejas policromadas que alternan franjas azules y de color pardo, con paneles decorados.
Las excelencias de los espacios interiores se concentraron en la planta baja y el entresuelo. Un portal pequeño daba acceso al vestíbulo y a su derecha se ubicó el salón de exposiciones, ricamente decorado con pilastras de capiteles dorados, vigas de sección escalonada y lámparas de anguloso diseño. Asoman los vanos del entresuelo donde se hallaba el bar para invitados, recubierto de chapa de madera y con estilizadas palmeras en la puerta de los baños.
El inmueble posee una cisterna con capacidad para 8.700 galones de agua, que se bombea a un tanque situado en el interior de la torre con capacidad para 4.800 galones. Dispone de cuatro ascensores para diferentes usos: dos de visitantes para 10 personas cada uno, con una velocidad de 350 pies por minuto; otro de carga para el transporte de muebles, con una capacidad de 4.000 libras, y el cuarto conecta el sótano y el primer piso para el transporte de mercancías.
Tras el triunfo de la revolución cubana y la sucesión de acontecimientos, la compañía Bacardí abandonó Cuba. Declarado patrimonio mundial de la UNESCO en 1982, en 2001 el edificio fue restaurado gracias a la cooperación de una firma italiana. En su interior conserva toda la decoración original en muy buen estado, así como el exterior del edificio.
Fotos: Oswaldo Valdés (plano), Somresearcher, Carol M. Highsmith, Sandra Cohen-Rose y Colin Rose, James Emery, Online Tours.es y Havana_city









