Del Cronista Oficial

El nuncio apostólico del Papa Pío XI visita Fuencaliente (1930)

El 23 de junio de 1930, el pueblo de Fuencaliente recibió la visita de una de las figuras más destacadas a la Iglesia católica de la época: Federico Tedeschini y Serina, arzobispo de Lepanto y nuncio apostólico de Su Santidad el Papa Pío XI, que se encontraba en La Palma con motivo de los actos religiosos de la coronación de Nuestra Señora de las Nieves. Dice la crónica del periódico católico Gaceta de Tenerife, brevemente, que el entonces alcalde de Fuencaliente, Juan Torres Díaz, “con el pueblo en masa, salió a darle la bienvenida al Nuncio Apostólico” (Gaceta de Tenerife, 27 de junio de 1930).

La comitiva que le acompañaba estaba formada por Fernando Salazar Bethencourt, presidente de la Mancomunidad Provincial Interinsular; Martín Rodríguez y Díaz Llanos, ex diputado a Cortes por El Hierro; Rafael Machado Llarena, presidente de la Mancomunidad del Valle de La Orotava; los abogados Pedro Cuevas Pinto y Fernando del Castillo Olivares; Esteban Pérez González, ex delegado del Gobierno en La Palma; Pelayo López y Martín-Romero, arquitecto del Catastro y los médicos Eduardo Rodríguez, Casas Pérez y Capote Carballo.

El nuncio apostólico embarcó el 18 de junio en el puerto de Cádiz a bordo del buque “Infanta Cristina” –capitán, Jaime Gelpí–, de Compañía Trasmediterránea, que hizo viaje directo al puerto de Santa Cruz de La Palma. La crónica dice que “al Ilustre Prelado se le ha instalado a bordo en una camareta especial, que es la misma utilizada por S.M. el Rey durante las maniobras navales. Se han recibido radios a bordo de dicho buque, comunicando que reina buen tiempo, estando la mar tranquila. Dicen también que el Nuncio continúa sin novedad” (Gaceta de Tenerife, 20 de junio de 1930).

Poco después de las 14 h del 21 de junio el ilustre prelado, en unión de su secretario, monseñor Tito Crespi, desembarcó en el puerto de Santa Cruz de La Palma, siendo recibido por los obispos de las dos diócesis de Canarias, fray Albino y Serra, que habían llegado dos días antes, en unión de las primeras autoridades de la provincia tinerfeña y de La Palma y una muchedumbre que colmaba los accesos al puerto y la entrada a la ciudad. 

El 22 de junio, en una soleada mañana del año lustral de 1930, se celebró en la entonces Rambla de Cuba, hoy Avenida de El Puente, la solemne ceremonia de entrega de dos coronas, exigiéndole a las autoridades presentes el juramento de que serían fielmente custodiadas y que jamás serían empleadas para otro uso. Las autoridades civiles estaban representadas por Blas Hernández Luján, delegado del Gobierno en La Palma y representante para la ocasión del rey Alfonso XIII.

Como padrinos actuaron Rosario Becerra y Cosmeli y Tomás de Sotomayor Pinto, gentilhombre de Cámara del Rey. La citada dama había donado su joyero a la Virgen de las Nieves para su empleo en las coronas que le serían colocadas durante la ceremonia. José Guillermo Rodríguez Escudero cita el dato, poco conocido, de que Emilio Carrillo filmó con su cámara de 8 mm las primeras imágenes cinematográficas de la Patrona palmera. Según calcula el Boletín Oficial del Obispado de la época, asistieron unas sesenta mil personas, que era la mitad de la población de La Palma.

La idea de la coronación de la Patrona de La Palma surgió del presbítero José Crispín de Paz y Morales, que había sido capellán de la Virgen entre 1903 y 1924. Le secundó su sucesor, Antonio Pérez Hernández, entre 1924 y 1959, con la aportación de la Junta de Señoras Pro-Coronación, presidida por Emilia Morales Gutiérrez, viuda de Pinto de la Rosa.

Un personaje relevante

Federico Tedeschini Serani (Antrodoco, 12 de octubre de 1873-, Roma, 2 de noviembre de 1959) nació en el seno de una familia acomodada. En 1884 ingresó en el seminario diocesano de Rieti, en 1889 pasó al seminario pontificio romano y en 1885 al seminario Pío, siendo ordenado sacerdote en julio de 1896. Licenciado en Filosofía, Teología y Derecho Canónico y Civil, en 1898 fue nombrado teólogo de la catedral de Rieti.

En 1900 fue llamado al Vaticano como “minutante” de la Signatura de Estado, estando próximo al cardenal Giácomo Della Chiesa, que ascendió al trono papal en septiembre de 1914 con el nombre de Benedicto XV. Etapa en la que fue nombrado secretario de Estado sustituto y consultor del Santo Oficio, hasta su nombramiento en marzo de 1921 como nuncio apostólico en España y el 20 de abril del citado, arzobispo de Lepanto. El 5 de mayo de 1921 recibió la ordenación episcopal y el 1 de junio llegó a Madrid, presentando ocho días después sus cartas credenciales al rey Alfonso XIII.

La nunciatura en España de monseñor Federico Tedeschini tuvo una duración de quince años y fue una de las más extensas, de junio de 1921 a junio de 1936, periodo en el que abarcó a cuatro regímenes de talante político completamente diverso: liberal, con la monarquía de Alfonso XIII; dictatorial, con Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1923-1930); transitorio, con los gobiernos de Dámaso Berenguer (1930-1931) y Juan Bautista Aznar (1931), republicano (1931-1936) y el primer franquismo. Pese a que carecía de formación diplomática, el Papa le confió una misión complicada considerando que se trataba de la persona adecuada, por su talante y capacidad de diálogo.

Durante la Segunda República le tocó lidiar con una oleada anticlerical, amparada tanto a nivel político como popular, que se manifestó de modo claro con la prohibición de ejercer la enseñanza a todas las órdenes religiosas y el decreto de disolución de la Compañía de Jesús. Criticado y vilipendiado por los ultracatólicos, trató siempre de mantener el equilibrio y moderar las posiciones de los obispos más radicales, caso del cardenal de Toledo, Pedro Segura, que sería expulsado de España. Un libro del sacerdote e historiador valenciano Vicente Cárcel Ortí, titulado “Diario de Federico Tedeschini (1931-1939). Cardenal y Nuncio entre la Segunda República y la Guerra Civil” (Ed. Balmes), analiza en detalle esta etapa del relevante sacerdote.

Federico Tedeschini permaneció como nuncio apostólico hasta diciembre de 1935, en que se hizo público su nombramiento como cardenal, aunque ya lo era in péctore desde marzo de 1933. A pesar de las muchas tensiones vividas, el Gobierno de la República presidido por Niceto Alcalá Zamora le concedió el collar de la Orden de Isabel la Católica, pese a que se mostró crítico con las manifestaciones anticlericales que tenían como objetivo bienes y personas de la Iglesia.

Durante su nunciatura consagró a 22 obispos y se convirtió en foco frecuente de controversias y enemistades duraderas con el obispo de Madrid-Alcalá, monseñor Leopoldo Eigo y Garay y con el cardenal primado Pedro Segura y Sáez, referente de las corrientes fundamentalistas. Antes había expresado posiciones muy críticas contra el cardenal Francesc Vidal i Barraquer, referente del catalanismo eclesiástico, a quien había visitado en Barcelona en la primavera de 1928.

Tres años después vino la expulsión del obispo de Vitoria, Mateo Múgica Urrestarazu, considerado contrario a la República y la postura claramente hostil del primado Segura, del que envió informes demoledores que irritaron a algunos cardenales de la Curia. Hubo otros momentos de gran tensión frente a la línea del Papa Pío XI, como la elección en 1933 del arzobispo de Toledo, Isidro Gomá y Tomás y su posterior elevación al cardenalato púrpura en 1935, las negociaciones Iglesia-Estado y la elección de Toledo como única sede del primado. Para dañar su imagen echaron mano de todos los medios, entre ellos la supuesta moralidad de su vida privada, como él también había hecho contra el cardenal Segura.

Fundador de Acción Católica española, entre 1936 y 1951 se sucedieron diversos nombramientos de rango eclesiástico en Roma, entre ellos los de titular de la iglesia de Santa María della Vittoria y obispo suburbicario de Frascati. En 1946, y pese a sus reticencias iniciales su reconocimiento avanzada la guerra civil, Franco le concedió el collar de la Orden de Carlos III. Para más detalles, léase el siguiente enlace en italiano. En julio de 1952 regresó a España como delegado papal en el XXXV Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona, que inauguró en la catedral catalana con un discurso de apología del catolicismo español, algo distante de sus anteriores convicciones. Después de otros episodios relevantes, en 1958 participó en el cónclave que elevó al cardenal Angelo Roncalli al Papado con el nombre de Juan XXIII. Aquejado de cáncer intestinal, falleció el 2 de noviembre de 1959 en el Palacio de la Dataría apostólica cuando contaba 86 años y descansa en las Grutas Vaticanas de la basílica de San Pedro.

Referencias bibliográficas:

Díaz Lorenzo. Juan Carlos (1994). La Palma y el mar. Presidencia del Gobierno de Canarias, Madrid. 

Gaceta de Tenerife (varios números de junio de 1930).

Rodríguez Escudero, José Guillermo. «Coronación canónica de Nuestra Señora de las Nieves», publicado el 22 de junio de 2005 en bienmesabe.org (nº 58).

trecanni.it

Foto: cedida

Anterior

Presentada la dotación de quilla del S-82 “Narciso Monturiol”

Siguiente

Cuando volar en clase “económica” era un privilegio

Sin comentario

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *