Nos adentramos en una era de aversión al riesgo por parte de las grandes compañías. Los miembros del G7 han expresado su intención de reducir la dependencia de los mercados asiáticos, en especial del chino. Lo que se expresa en una frase, reconvierte por completo los flujos de las actuales cadenas logísticas. Si a ello añadimos los riesgos geopolíticos y los actuales conflictos bélicos, sin duda asistiremos a muchos cambios en los próximos meses.
La inestabilidad política o la falta de seguridad de algunos estados, determinarán las variables que considerarán las empresas para trabajar en nuevos mercados o establecer sus nuevas sedes. La fuga de inversores en China la encabezan las empresas estadounidenses, que han reducido su inversión en ese país en casi 13 billones de dólares en los últimos años y obviamente este éxodo de empresas señala un cambio definitivo de las cadenas de suministro globales.
Países beneficiados por estos cambios, India que asiste a un verdadero y espectacular despegue comercial en el último lustro. Analicé este fenómeno en un artículo anterior. Otros estados protagonistas, Tailandia, Vietnam, Malasia, Marruecos, México y Canadá. Los dos últimos aprovechado el tratado de libre comercio y de vecindad USMCA (Tratado de cooperación entre EE.UU.-México-Canadá).
El traslado de la producción obviamente balanceará el mercado y la cadena logística, trayendo consigo una guerra comercial entre países productores, incluso las inevitables represalias y la bajada de la demanda en determinados estados sobre algunos productos fabricados por el bloque de occidente. Pero la estrategia del G7 está dispuesta a sortear estas dificultades, para asistir a un cambio de modelo y reducir definitivamente la dependencia de los productores asiáticos. Algunos países han implantado incluso, una ley de subsidios para ayudar a sus empresas nacionales estratégicas a “volver a casa”, protegiendo su producción y empleos.
Asistimos esta semana a una reducción de los fletes de los portacontenedores, a la supresión de líneas regulares en puertos receptores españoles, debido a la caída de la demanda en las rutas entre Asia y Europa. En el mercado del contenedor se percibe con claridad un cambio de tendencia. Las grandes navieras suprimen frecuencias y otras como Evergreen, tienen problemas para garantizar volúmenes de carga a sus nuevas entregas de grandes buques.
En cuanto a los enclaves productores alternativos al gigante chino, el puerto de Barcelona ha organizado una misión comercial relevante a la India, siendo conocedor del potencial del nuevo gigante del sudeste asiático. Abrir y trabajar nuevos mercados, es probablemente la mejor respuesta a un incierto horizonte.
Aunque las relaciones comerciales no son fáciles en estos momentos y todo el panorama se agrava notablemente por los conflictos bélicos activos, las dificultades pueden sortearse trabajando con nuevos clientes y, sobre todo, formando parte de los grandes acuerdos de cooperación.
Para facilitar las ventas en el extranjero, el Reino Unido ha dado un golpe magistral al ratificar la adhesión al “Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP)” el pasado mes de julio, eludiendo las dificultades del Brexit y ampliando sus relaciones de libre comercio con 11 naciones del Pacífico.
Una vez más, entre estos estados tenemos a economías como las de: México, Malasia, Brunei, Perú, Chile, Vietnam, Singapur, Japón (la tercera economía mundial), Australia, Nueva Zelanda, Canadá, dando una idea clara de hacia donde basculan los mercados actuales. Otros países sudamericanos y del Pacífico han expresado su interés en formar parte del acuerdo, Colombia, Indonesia, Filipinas, Corea del Sur, Tailandia y Taiwán. Con este acuerdo nace la mayor zona de libre comercio a nivel mundial. Un mercado de 500 millones de consumidores, lo que representa 13.5% del PBI global. Así, Reino Unido se convierte en un actor clave en el Indo-Pacífico, con gran poder de influencia en el tablero geopolítico, al ser la única nación del ámbito geográfico europeo, convirtiéndose en intermediario clave.
En Bruselas el “Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP)” intensifica las negociaciones entre los EE.UU. y la Unión Europea para crear ese espacio atlántico de intercambio comercial.
Se trabaja sobre las bases de regulación de un mercado común, la regulación de acceso para las empresas implicadas y nuevas reglas comerciales. Se trata de un ambicioso proyecto que conjuga la inversión y el tráfico comercial entre ambos bloques, creando nuevas oportunidades de negocio y de inversión para las compañías, así como una potenciación del empleo. Para los clientes supondrá una moderación de los precios, la implantación de los estándares europeos de calidad y protección, así como la transposición de las regulaciones y políticas en materia medioambiental.
La respuesta de Pekín no se ha hecho esperar, desplegando una fuerte iniciativa comercial en América Latina, apostando cada vez mas por su red de influencia portuaria. Al mismo tiempo, en Bruselas, se retoma el debate de la estrategia portuaria común, siendo conscientes de la importancia de estas infraestructuras para proteger los intereses de la Unión.
En el próximo artículo, seguiremos profundizando en este análisis y en la estrategia portuaria de Pekín y de la UE.
(*) Engineer specialized in Public Management and Maritime Port Administration


