El arquitecto palmero Juan Julio Fernández Rodríguez (1935-2023) ha dibujado el último trazo en su tablero vital. Con él compartimos la coautoría en el libro “Arquitectura rural en La Palma” y con Antonio Manuel Díaz Rodríguez, los tres juntos, en “Santa Cruz de La Palma en blanco y negro”. Dos magníficas ediciones de Tauro Producciones, la primera en 1999 y la segunda en 2000, que se fraguaron con Olga Álvarez de Armas en su casa de Ifara, que había diseñado él mismo “sobre un topo”, como le gustaba decir.
A Juan Julio Fernández le conocimos hace más de cuarenta años, cuando él estaba metido en política, en los tiempos de la UCD y quien suscribe iniciaba su andadura en el mundo del periodismo. A partir de ahí fuimos tratándonos cada vez con mayor frecuencia y cercanía. Nos unía un lazo común: La Palma, pues los palmeros, estando fuera de la isla, somos quizás más unidos que cuando estamos en ella. Hasta que un día, y de eso hace ya más de veinte años, llegó la oportunidad de trabajar juntos en uno de los libros de los que nos sentimos especialmente satisfechos por la contribución que ha supuesto para el mejor conocimiento de la arquitectura rural de La Palma.
Juan Julio Fernández ha sido un arquitecto de obra fecunda. José Félix Sáenz Marrero recuerda que ambos fueron los primeros profesionales que incorporaron a sus despachos los primeros ordenadores dedicados con un software específico para la arquitectura. Le gustaba discutir de lo que sabía y sabía mucho. Su amplia cultura y reconocida capacidad intelectual le llevó a escribir infinidad de artículos y a impartir conferencias de lo suyo dentro y fuera del Colegio de Arquitectos, además de pregonero de fiestas con los que recorrió las islas al derecho y al revés, empezando por El Médano, donde pasaba los veranos.
En tiempos de UCD fue un luchador nato, consecuente con su responsabilidad. Durante años estuvo al frente de la Asociación de Lucha contra el Cáncer, en la que hizo una reconocida labor. Dice José Félix Sáenz Marrero que Juan Julio Fernández “desplegaba una asombrosa lucidez para con espíritu crítico diseccionar toda la realidad que nos rodeaba. Fue un referente en el COAC y un combatiente temible en las lides colegiales”.
En su lado más humano, el reconocido arquitecto tinerfeño sobrino de otro de los grandes y admirados arquitectos de Tenerife, José Enrique Marrero Regalado, menciona especialmente cómo Juan Julio Fernández ejerció de padrino de su salud y su enfermedad, pues uno de los hermanos, Manuel Fernández Rodríguez, médico jefe de la sección de Hematología en el Hospital de Puerta de Hierro en Madrid, se desvivió, le dio aliento y siguió su caso con especial interés.
Doctor Arquitecto por la ETS de Arquitectura de Madrid, Juan Julio Fernández Rodríguez fue becario del Organismo Autónomo para la planificación Regional del Ruhr en Alemania en 1959, año en el que gana el concurso de ideas para la planificación rrbana de la Plaza del Cristo en La Laguna, siendo becario en el departamento de Arquitectura de Northampton en Inglaterra.
En 1961 recibe el título de Arquitecto en Madrid. En 1963 era profesor encargado de Cátedra y en 1966 entró por oposición como arquitecto del Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna y un año después obtuvo el título de doctor.
En 1971 presidió la Junta del COAC. En 1972 era vicedecano y representante ante el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, así como arquitecto colaborador de Bellas Artes en la provincia, vocal de VISOCAN y representante del Congreso de la UIA en Madrid. Viaja a Brasil donde imparte el primer curso sobre “Teoría y Técnica del Turismo en Brasil, Estado de Guanabara, Río de Janeiro y comienza una larga lista de títulos y distinciones.
Entre sus obras más destacadas, fruto del trabajo de su Estudio AK Proyectos y otras colaboraciones, superan la centena, entre ellos diversos proyectos residenciales y hoteleros en Tenerife, La Gomera, Lanzarote, Madrid…
En nuestra condición de especialista en Historia del Arte nos atrae especialmente su trabajo en la Residencia de Investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias, en Izaña, Parque Nacional de El Teide (Tenerife); la Hacienda San Jorge, en Breña Baja (La Palma), el Auditorio de Los Llanos de Aridane (con capacidad para 1.500 plazas; los institutos de Segunda Enseñanza en La Laguna, Tejina, La Victoria, La Orotava y Guía de Isora (Tenerife), San Andrés y Sauces (La Palma) y en San Sebastián de La Gomera. El nuevo Ayuntamiento de Granadilla, grupos de viviendas sociales en La Orotava, Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, el polideportivo de Breña Alta, un centenar de viviendas para VISOCAN en Santa Cruz de La Palma y el Centro de Investigaciones Químicas “Antonio González”, en La Laguna (Tenerife). Y en cuanto a viviendas unifamiliares, nos quedamos con la suya propia en Ifara.
Sirva de epílogo las palabras de José Félix Sáenz Marrero: “Dictó innumerables conferencias, charlas, le hicieron infinidad de entrevistas y siempre con la rectitud y honradez que le caracterizaba supo sacar tiempo para cultivar amistad de todo ideario y signo político, él que presumía de palmero y dejaba ver su elegante figura en cualquier evento de carácter intelectual. Yo solo fui un pequeño admirador de su presencia y un afable conversador de su ingente sapiencia y erudición”.
Descanse en paz.
Foto: cedida

