A la memoria de quienes dieron su vida en acto de servicio
Cinco años después de la puesta en servicio del petrolero “Castillo de Bellver”, a mediados de 1983 se produjo la pérdida del buque a consecuencia de un grave accidente que acaparó un gran interés informativo y tuvo una amplia repercusión en los medios profesionales. El 12 de junio de 1983, el petrolero español salió del puerto de Cartagena en viaje al Golfo Pérsico, vía cabo de Buena Esperanza y cuatro días después hizo una escala de 24 horas en el puerto de Santa Cruz de Tenerife para tomar consumo.
El 17 de julio realizó un cargamento parcial de 137.500 toneladas de crudo en Jebel Dhanna (Emiratos Árabes Unidos), completando su carga el día 19 en Zirku Island, con otras 112.500 toneladas. En la tarde del día siguiente zarpó de dicha terminal en viaje de regreso a España con un cargamento total de 250.000 toneladas, estimando para el 21 de agosto siguiente su llegada al puerto de partida. La tripulación estaba compuesta por 34 hombres y viajaban también las esposas de dos oficiales.
El 6 de agosto, el petrolero se encontraba navegando a unas 65 millas de Ciudad del Cabo con mar muy gruesa del oeste y viento fuerte. Hacia las 01,30 h local, el oficial de guardia observó una llamarada en el postelero de babor e inmediatamente dio la señal de alarma. El fuego se fue extendiendo con gran rapidez por el costado de babor y sobre cubierta, quedando el buque sin propulsión cuando se encontraba en la situación 30º 31′ de latitud sur y 17º 06′ de longitud oeste. En un intento heroico por recuperar la propulsión en un escenario infernal, el jefe de máquinas, dos oficiales y el mecánico bajaron a la sala de máquinas, donde sobrevino una explosión, de la que sólo logró salir con vida el primer oficial, German García Juan.
Desde la estación radio se enviaron los mensajes de socorro por TSH y VHF. El mensaje «tenemos fuego a bordo, por favor, ayuden», fue captado a las 02 h a través de la emisora de onda corta por la estación radio de Pozuelo, que mantiene contacto con todos los buques españoles en alta mar y, al tratarse de la misma franja horaria, también la recibió la autoridad de control marítimo de Ciudad del Cabo.
Debido a la magnitud que había tomado el incendio y ante la imposibilidad de sofocarlo con los medios de a bordo, hacia las 02,15 h el capitán Alfonso Civera dio la orden de abandono, arriándose al agua minutos después el bote de estribor. Cuando se realizó el recuento de la tripulación, faltaban cinco hombres: José M. Alcántara, jefe de máquinas; Alfonso Bandín Vélez, segundo oficial de máquinas; Manuel Cueto Soñora, mecánico naval; José Bea Prieto, marinero; y Francisco Delgado Benedicto, engrasador.
Tras permanecer a una distancia prudencial y perdidas las esperanzas de localizar a los tripulantes de máquinas que faltaban, en medio de un escenario infernal, y ante la amenaza de verse envueltos en el incendio del crudo derramado en la mar, el bote se alejó del petrolero siniestrado, siendo rescatados de madrugada por el pesquero de bandera sudafricana «Harvest Carina» -propiedad de una filial de la compañía española Pescanova-, que había captado las señales de socorro. Cuando subieron a bordo tuvieron conocimiento de que habían sido rescatados otros dos tripulantes: José Blas Prieto, a quien había recogido un helicóptero desde la cubierta superior; y Francisco Delgado Benedicto, localizado en el agua por el buque portacontenedores «Breede».
Casi a mediodía, el casco del petrolero «Castillo de Bellver» se partió en dos, hundiéndose a continuación la sección de popa. Posteriormente, el remolcador «John Ross» consiguió remolcar la sección de proa para alejarla de la zona de navegación y el 14 de agosto se procedió a su hundimiento mediante la colocación de cargas explosivas cuando se encontraba a unas 133 millas de la costa y a una profundidad de 2.400 m.
La tripulación del petrolero «Castillo de Bellver» desembarcó en Saldanha Bay y casi toda regresó a España desde Ciudad del Cabo con escala en Londres. El capitán Civera permaneció varios días en la capital sudafricana para atender a los requerimientos de las autoridades marítimas del país y de las compañías aseguradoras, así como el primer oficial de máquinas, Germán García Juan, por quemaduras (aunque su estado no revestía gravedad), acompañado de su esposa, que era una de las mujeres que viajaban a bordo; y el camarero José Bea, víctima de un fuerte shock emocional por la situación vivida. Por entonces había cundido el pesimismo de encontrar con vida a los tres tripulantes que faltaban, presumiéndose que habían quedado atrapados en la sala de máquinas.
Posteriormente y a propuesta de la Dirección General de la Marina Mercante, la Sociedad Española de Náufragos, integrados en la Cruz Roja del Mar, concedió sendas medallas de plata con sus diplomas correspondientes al capitán y la tripulación del pesquero sudafricano «Harvest Carina», que había participado activamente en el salvamento de los tripulantes del petrolero español. El representante de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos, Jose Verdú, entregó las medallas al director general de la Marina Mercante, Fernando Salvador Sánchez-Caro, que las confió al presidente de la Empresa Nacional Elcano, Antonio Rodríguez Andía, para su entrega a la tripulación del citado pesquero en un viaje que hizo a Sudáfrica.
Foto: Salvamento Marítimo Sudáfrica / Archivo Juan Carlos Díaz Lorenzo
Bibliografía:
Díaz Lorenzo, Juan Carlos (2006). Empresa Naviera Elcano. Seis décadas de historia. Empresa Naviera Elcano. Madrid
El País, 7 de agosto de 1983.