Con la excusa de que “nuestros clientes y las tripulaciones tengan el mínimo contacto posible”, Vueling interpreta a su antojo las recomendaciones de las autoridades en cuanto al equipaje de mano y discrimina a los pasajeros de los grupos 2 y 3, es decir, “aquellos que no dispongan de un vuelo de conexión o del servicio de embarque prioritario” y les obliga a facturar el equipaje de mano en el mostrador de facturación, “sin coste alguno”. Mientras tanto, el personal de tierra en los aeropuertos se come el marrón a la hora de los embarques, cuando los pasajeros protestan porque ven que unos sí pueden llevar su maleta de mano y otros no.
Vueling, que tiene la fea costumbre de hablar primero en inglés y luego en español a sus pasajeros, siendo para lo que le conviene una compañía española –entre otras cosas para poner la mano de las ayudas estatales–, interpreta de una manera bastante sui generis lo de evitar el contacto de los equipajes y establece una discriminación innecesaria con la mayoría de sus clientes. O todos o ninguno, con las excepciones debidas, caso de los vuelos de conexión.
A propósito de las incongruencias de Vueling, el vuelo VY 3127 de ayer, domingo 28 de junio, Tenerife Norte-Barcelona, venía lleno. No hay servicio a bordo, ni siquiera agua. Los bares y las tiendas del aeropuerto Tenerife Norte Los Rodeos están cerradas. Como sardinas en lata en un avión A320 para un vuelo de tres horas, al aterrizar dice la tripulación que el desembarque se hará por filas para “evitar contacto social”. ¿Quieren más contacto social que la cabina llena en filas de tres durante tres horas, con una separación de apenas unos centímetros entre pasajeros, brazo con brazo?.

Fotos: cedidas