Aprovechando la oportunidad que me brinda el editor de la página web www.puentedemando.com, es mi intención comentar que he dedicado muchos años de mi vida al Salvamento Marítimo, de lo cual me siento especialmente orgulloso de ser uno de los pioneros, pues inicié mi andadura en el que fue embrión del actual organigrama del Salvamento Marítimo en España.
Así, en febrero de 1985 me incorporé al Centro de Tarifa conjuntamente con otros nueve compañeros, siendo yo uno de los cinco oficiales radio de nuevo ingreso. Con los medios técnicos de aquella época, que aún tardaron unos meses en instalarse dado que los iniciales fueron rechazados por no cumplimentar las características exigidas para la labor de seguimiento de buques, iniciamos la andadura de lo que en el futuro sería la actual SASEMAR.
Entrando el año 1988, y en una visita que el entonces director general de la Marina Mercante realizó al Centro de Tarifa, le comenté que aprovechando mis vacaciones a Galicia había hecho un recorrido por la costa y observando lugares idóneos para la instalación de equipamientos. A fin de realizar un control del tráfico marítimo que cubriese toda la zona Galicia, desde Ribadeo hasta la frontera portuguesa, elaboré un mini proyecto con estudio de enlaces microondas que desde la costa llevasen la señal de toda la geografía gallega hasta un centro coordinador y que también cubriese un DST más amplio que el que estaba en vigor. Este mini proyecto incluía fotos de los terrenos con cotas y accesos para instalar estaciones remotas de radares y comunicaciones así como enlace intermedio y el centro coordinador.
El señor Madiedo tomó interés en el tema llevándose mi manuscrito con la intención de estudiarlo y, en su caso, planteárselo al ministro. Cosa que así hizo y como la idea pareció cuajar en el Ministerio de Transportes, Turismo y Comunicaciones, sobre la base del mini proyecto mío sacaron un concurso para la elaboración de un proyecto para la construcción del Centro de Finisterre, con base en Porto do Son (A Coruña).
Así, en agosto de 1988 y ya con el Proyecto definitivo aprobado y adjudicado fui delegado de la DGMM para realizar todas las gestiones ante las autoridades locales, comunidades de vecinos y personas particulares con el fin de lograr las cesiones de terrenos para instalaciones, permisos de paso para líneas eléctricas, accesos y todo lo que conllevaba las autorizaciones municipales para iniciar la construcción de dicho Centro. Una vez iniciadas las obras de construcción, tendría que responsabilizarme de hacer un seguimiento de las mismas e informar a la DGMM de todo lo referente a su cumplimiento.
Ya habiendo entrado en servicio el Centro de Finisterre, y aprobadas las oposiciones para el Cuerpo de Funcionarios de la Marina Civil, vine destinado a la Capitanía Marítima de Burela en noviembre de 1993 como inspector, hasta que se creó la plaza de jefe de servicio de Seguridad Marítima, la cual desempeñé hasta mi jubilación en septiembre de 2010.
Resumiendo, se puede decir que desde febrero de 1995 hasta septiembre de 2010 mi vida laboral transcurrió dedicada a la Seguridad, Salvamento Marítimo y Lucha contra la Contaminación, sintiéndome muy orgulloso de todo ello.
A lo largo de este período me tocaron muchas y variadas vivencias de desgracias y accidentes con muertes incluidas y que, de una forma u otra, me tocó bregar poniendo toda mi sapiencia y tacto humano para enfrentarme a ellas. Cabe destacar las de los buques “Siempre Casina” y “Nuevo Amadorín”, entre otras muchas. La relación como jefe de servicio de Seguridad Marítima con el CZCS de Finisterre siempre fue exquisita, como no podía ser menos, así como viceversa.
También me siento orgulloso de ver el desarrollo que tomó el Salvamento Marítimo y Lucha contra la Contaminación en España, viéndolo crecer, leyendo y observando los medios de comunicación en los que se palpa el especial cariño a todos los integrantes del Salvamento. Apreciando sus logros se contempla toda una vida desde el embrión de Tarifa hasta la actualidad, en el que es un ejemplo a nivel mundial.
No obstante, quiero destacar que, a pesar de haber dedicado mi empeño y tiempo libre, entre otras muchas cosas, para realizar el estudio sobre el Centro de Finisterre y posteriormente su puesta en marcha, llegó un momento en el que me sentí despreciado y anulado por rivalidades políticas que primaron sobre el resto. Y quienes me conocen saben que huyo de homenajes y reconocimientos.
Lo cierto es que, en su momento, fui objetivo de algún alto cargo de la época, ya que había sido designado por su antecesor y, al parecer, poca amistad había entre ellos. Cuando tomó posesión de su cargo, su intención era enviarme de nuevo a Tarifa, lo que informé a las autoridades y otros cargos de las zonas comprometidas con la construcción del Centro. Todos ellos, al unísono, mostraron su disconformidad, por lo que se decidió que continuara en mi puesto.
Sin embargo, lo que más me dolió y me sentí humillado hasta las lágrimas, fue el día de la inauguración oficial del Centro. A esta inauguración acudió el entonces ministro y en la presentación del personal que allí estábamos, con el Centro ya en funcionamiento, éste iba saludando uno por uno a todos los controladores; cuando faltaba una persona para llegar a mí oigo que alguien le dice en voz baja: “el próximo es el que te dije”. Con lo que el ministro me salta en el saludo dejándome con la mano extendida. No pude menos que sentirme despreciado y avergonzado públicamente.
Años después sucedió otra anécdota, cuando en el transcurso de una visita oficial, comenzamos a charlar y dice “Ayer estuve en el Centro de Finisterre. ¿A quién se le ocurriría ponerlo en la punta de un monte?”. Quien me acompañaba y yo nos miramos y él le dice, mirando hacia mí: “lo tienes delante”. Se hizo el silencio. Yo sonreí y pensé: “¿no habrá nadie que le haya dicho que a finales de la década de los ochenta era la tecnología de los enlaces microondas la que existía para hacer un macroproyecto de cobertura de toda la costa gallega y un DST tan amplio?”
Estos fueron todas los “agradecimientos” que tuve a nivel oficial. aunque la satisfacción personal de ver que día a día el Salvamento Marítimo español continúa creciendo en personas y, sobre todo en hechos, es la mejor felicitación que puedo tener después de haber puesto mi granito de arena.
Por tanto, apreciados colegas y amigos de Salvamento marítimo, mis felicitaciones para todos los que participáis con todos los medios personales y materiales. Sois los mejores, las tripulaciones de medios aéreos y marítimos exponiendo vuestras vidas en cada salida. Los controladores de los Centros con vuestra paciencia y buen hacer y también los directivos que se rompen la cabeza para gestionar una gran Sociedad como es SASEMAR.
Foto: Salvamento Marítimo