En su edición del 13 de noviembre de 1955, el periódico catalán “La Vanguardia” publicaba este boceto en el que los arquitectos Francisco Nóbrega Albertos y Cecilio Campos Fleitas, hacían pública su propuesta de una playa artificial y un balneario en el litoral sur de Santa Cruz de Tenerife, en el trozo comprendido entre el Cabildo y el castillo de San Juan, llamado también castillo negro y felizmente conservado.
En el croquis del proyecto marítimo-deportivo se contempla una zona deportiva separada de una playa con la salvaguarda del cauce del barranco de Santos y su correspondiente espigón de defensa. Veinte años después comenzarían las obras de la Dársena de Los Llanos, cuya utilidad reciente para el puerto y la ciudad de Santa Cruz de Tenerife es bastante discutible.
El pretendido balneario se levantaría frente a la playa de Añaza y ocuparía una superficie de algo más de medio millón de metro cuadrados y la playa tendría unas dimensiones de 900 m de largo por 100 m de ancho.
En el proyecto figuraba una gran piscina de dimensiones olímpicas, así como otras menores “de capacidad más reducida”, así como canchas para la práctica de baloncesto, frontón, tenis, club de pesca y club de embarcaciones a vela; bares, restaurantes, playa solárium “y otras oportunas instalaciones constituirán el moderno y magnífico fondo decorativo”.
“La Vanguardia” califica este proyecto de “grande y ambicioso” y no le falta razón. Además de la playa y el balneario, se contemplaba un ensanche de la Avenida Marítima y la construcción del parque del sur, en un triángulo frente a la pretendida playa que no pasó del papel. Pero el documento resulta, ciertamente, muy interesante para conocer propuestas que, de haberse llevado a cabo, habrían cambiado radicalmente la fachada marítima en esa parte de la ciudad.

Fotos: vía Agustín Pedro Miranda Armas