Isaac Peral y Caballero falleció en Berlín en 1895 con la tristeza de ver como España, ese Patria que tanto amaba y que intentó blindar ante posibles ataques externos provenientes de la mar, con un buen número de submarinos como el que había diseñado, le había dado la espalda ordenando el Gobierno que se abandonara el proyecto.
Pero logró, eso sí, el haber puesto la semilla de lo que habría de ser el submarino moderno, provisto de tubo de lanzar torpedos y propulsado por baterías eléctricas, aunque esa paternidad nunca fuera asumida por países extranjeros.
Entre esos países, se encontraba Inglaterra, que en el año 1900 ponía la quilla en los astilleros Vickers Maxim de Barrow-in-Furness, del que habría de ser el primer submarino de la Royal Navy, bautizado como “Holland I”, en memoria de John Phillip Holland, un irlandés que sin duda se aprovechó de las experiencias de Peral, para diseñar y construir un submarino, bastantes años después de que el cartagenero hiciera lo propio con el suyo, del que básicamente venía este “Holland I”, a ser una versión mejorada del español, considerado por medio mundo como el primer submarino torpedero de la historia, estando Inglaterra y Estados Unidos, entre otros países, en la porción de ese otro “medio mundo” que nunca reconocieron al español, pero esa es otra historia, que algún día trataremos como se merece.
Ese submarino, que pasaría a la historia como el HMS “Holland I”, causaría alta en las filas de la Royal Navy en 1901, sirviendo durante doce años, hasta su baja en fecha 5 de noviembre de 1913. Sería vendido como chatarra y cuando poco después era remolcado hacia el lugar donde sería desguazado, sería sorprendido por un fuerte temporal que motivó el que partiera el cable de remolque y su posterior hundimiento, que tendría lugar aproximadamente a milla y media del faro de Eddystone, en la costa de Cornwall, en el extremo suroeste de Inglaterra.
En un principio se consideró el intento de rescatarlo, pero pocas fechas después Inglaterra se vería inmersa en la que entonces se llamó Gran Guerra y los hechos que se iban a desarrollar durante los cuatro próximos años hizo desistir el posible rescate.
Fueron pasando los años, y el tema quedó finalmente en el olvido, hasta que, en época relativamente reciente, concretamente en 1981, y durante unas maniobras llevadas a cabo por una escuadrilla de cazaminas, fue localizado, identificado y posteriormente balizado, interesándose por el mismo el Gobierno inglés, que ordenó un estudio para su posible reflotamiento, que no se haría esperar, siendo efectivo un año después, corriendo 1982.
Tras someterse a un riguroso proceso de restauración que duraría varios años, finalmente desde septiembre de 1988, hoy día figura como pieza estrella en el prestigioso Royal Navy Submarine Museum de Gosport.
Cuando se puso en valor, una de las baterías que aún conservaba el submarino, sería sacada del interior después de haber estado 68 años en el fondo del Canal de La Mancha y tuvieron la genial idea de fundir, con el plomo de la misma, una pequeña serie de medallas conmemorativas, con cuya venta en el propio museo, se ayudaba a paliar en parte los gastos del mismo, medalla en cuyo anverso figura la imagen de su constructor asomado a la escotilla, con la leyenda orlada TO COMMEMORATE JOHN PHILLIPO HOLLAND así como la franja de años en los que vivió, 1841-1914, mientras en el anverso queda reflejado la procedencia del metal usado en su fabricación, LEAD FROM BETTERIES H.M. SUBMARINE I (HOLLAND I), así como la ubicación del mismo, R.N. SUBMARINE MUSEUM, GOSPORT, HAMPSHIRE, ENGLAND. La casualidad quiso que al poco, por aquellas fechas quien esto firma, visitase ese museo y adquiriese una medalla, las cuales por cierto se agotaron rápidamente a las pocas fechas de haberse puesto a la venta, medallas que hoy día han multiplicado su valor debido a la escasez de su tirada y que ilustra estas líneas.
En España, creo que una buena manera de autofinanciar museos sería la de adoptar medidas similares, en vez de tirar continuamente al vertedero correspondiente material perfectamente reutilizable. Y viene esto a cuento por si sirve de idea para hacer lo propio con las barras de plomo de alguna batería del entrañable submarino S 62 “Tonina”, si es que alguna vez se consigue poner en valor como buque histórico, algo que hasta ahora, lejos de ser una mera ilusión para sus antiguos tripulantes lleva años y años (demasiados sin duda) “viendo pasar el tiempo” esperando ser musealizado… ¿no creen?
Fotos: archivo de Diego Quevedo Carmona
4 comentarios
Estimado y admirado Diego, llevas toda la razón. Cuenta conmigo si queréis constituir una asociación para promover y ayudar a la conservación del S-62 Tonina y otros buques históricos.
Magnifico reportaje
Saludos de un tripulante de la quinta de 1985
Magnífica idea, a ver si ponemos en valor a nuestros ilustres marinos.
Muchas gracias estimado Diego por seguir ilustradonos tan certeramente sobre temas marítimos y mantener vivo nuestro interés por el mencionado tema. Gracias