Desde la mañana de ayer navega en la singladura eterna Carmen Dolores Herrera Rodríguez, a quien conocimos hace años –muchos, a decir verdad– asumiendo sus responsabilidades en Consignataria Insular, luego Consignataria Herrera, en la oficina de la avenida de Anaga de Santa Cruz de Tenerife. Entre sus funciones compartía la secretaría de de su padre, Alberto Herrera, en una época de gran actividad en diversos frentes, que habría de prolongarse hasta la venta de Naviera Pinillos al Grupo Boluda.
Carmen Dolores, hija mayor de Alberto Herrera Hernández y de Candelaria «Lala» Rodríguez Rivero –fallecidos en abril de 2018 y enero de 2020– era todo un ejemplo de generosidad, siempre con el impulso de poner una sonrisa allí donde hiciera falta y pendiente de quienes estaban a su lado. Como bien dice su hermano Alberto Juan, “siempre deseando sentirse útil, solucionándolo todo, eso sí, a su manera”.
De los buenos momentos compartidos con Carmen Dolores –que fueron muchos durante mucho tiempo– nos quedamos especialmente con tres hitos: la celebración del 150º aniversario de Naviera Pinillos en 1990; el madrinazgo del buque “Carmen Dolores H”, construido en 1994 en Holanda y bautizado así en su honor y el homenaje a su padre en la finca de Valle Guerra, en marzo de 2017, coincidiendo con el 175º aniversario de Naviera Pinillos.
Descanse en paz Carmen Dolores, persona entrañable y afectiva en los momentos alegres y también en los tristes, que los hubo y muy cercanos, a modo de herencia acrisolada en el devenir de su ciclo vital. Una mujer “con muchas ganas para subir al cielo”, como escribe Sergio Hernández de León y Perdomo, que fue profesor particular suyo, cuando le dedica unas líneas a modo de humilde homenaje desde su página web santacruzmipuerto.com.
¡Hasta luego, chica!
Fotos: José Luis Torregrosa y Alberto Herrera Rodríguez