“Por unánime opinión de cuantos turistas la visitan, la Isla de La Palma es una de las más pintorescas, interesantes y atractivas del mundo”. Así comienza el texto de una guía turística editada a finales de la década de los años veinte del siglo pasado el Patronato de Turismo del Cabildo Insular de La Palma. La publicación consta de 52 páginas con textos en castellano, inglés y alemán y una treintena de fotografías en sepia. La portada es una pintura panorámica de Santa Cruz de La Palma y la contraportada el mapa de la Isla en dos colores.
La red de carreteras llegaba, por el norte, hasta Puntallana y por el sur, hasta Tazacorte. El resto estaba en obras o en proyecto. Desde el puerto de Santa Cruz de La Palma se dibujan líneas marítimas que enlazan con Tenerife, Cádiz, Barcelona, Londres, Hamburgo, La Habana, Nueva York y Buenos Aires. El huecograbado de la publicación se realizó en los talleres de Santiago Mumbrú, en Barcelona.
Para visitar el interior de La Palma, la publicación destaca que “existe un buen servicio de automóviles-correos y de automóviles públicos, con tarifas perfectamente reglamentadas que imposibilitan todo abuso en los precios del transporte”. Para tranquilidad de los visitantes, “el telégrafo y el teléfono enlazan la capital con las poblaciones de la Isla, y el cable submarino la pone en comunicación con el resto del archipiélago y del mundo”.
Los epígrafes de la publicación abarcan todas las posibilidades. “¿Desea usted que un simple paseo en automóvil le permita contemplar, en pocas horas, los más hermosos, variados y opuestos panoramas?. ¿Quiere Vd. admirar el mayor cráter del mundo?. ¿Le interesa a Vd. ver la Isla más pequeña y más alta del planeta?. ¿Quiere Vd. vivir una perpetua primavera, sin los rigores de las estaciones extremas?. ¿Se halla Vd. convaleciente, sufre alguna enfermedad? ¿Necesita Vd. simplemente tranquilidad y reposo?. ¿Le interesan a Vd. las curiosidades arqueológicas, los vestigios de antiguas razas, las obras de arte en general?. ¿Es Vd. aficionado a los estudios geológicos, botánicos y zoológicos? Para todas estas preguntas, la guía ofrece puntual respuesta.
“Si se cuenta con más tiempo, puede prolongarse el paseo en automóvil hasta Mazo y Fuencaliente. En el término del primer pueblo, se halla la Cueva de Belmaco. El panorama que se divisa desde una valiente cornisa que la carretera forma sobre la costa, a 500 metros de altura y con la ciudad de La Palma al fondo, es de imponderable grandiosidad”.
“La carretera, que sigue siempre su nivel ascendente hasta los 800 metros y nos permite contemplar constantemente el mar a nuestros pies, pasa luego por corrientes de lava pétrea, entre las que crecen líquenes y se levantan copudos árboles; atraviesa fantásticos pinares, casi siempre con penachos de bruma prendidos en el ramaje; y llega a Fuencaliente, extremo sur de la Isla. A través de los pinos surge el cráter del volcán de San Antonio, al pie del cual se puede ir en automóvil para admirar el interior de ese cráter, de considerables proporciones, y el maravilloso panorama que desde su cima se divisa. Un kilómetro más, y nos hallaremos en el punto-cumbre de la carretera, sobre el pintoresco poblado de Las Indias, con sus blancas casitas que, desparramadas en la rápida pendiente de la montaña, dan la impresión de que van a caer al mar. En estos pueblos se cosecha, abundante y exquisito, el renombrado vino demalvasía, el cual por un precio insignificante, puede ser paladeado en las ventas del camino. De cuatro a cinco horas bastan para la excursión”.
Foto: Archivo de Juan Carlos Díaz Lorenzo