De nuestros años infantiles vividos en La Palma recordamos la vetusta imagen de una guagua llamada “la cucaracha”, en la voz popular. Era la guagua de Las Manchas, donde vivían mis abuelos y otros familiares por línea paterna. A mediados de los años sesenta hacía tres varios viajes diarios en la línea que unía Los Llanos de Aridane, Las Manchas y Jedey. Tenía la carrocería de madera –como todas las guaguas de su época– y pintada de rojo y blanco, pertenecía a la empresa María Santos Pérez, concesionaria del servicio del sur y noroeste de la isla.
La foto que acompaña data de 1959 y la hizo un oficial radiotelegrafista alemán, llamado Hans Georg Korth. No es “la cucaracha” a la que hacemos mención, que tenía un motor Ferguson –como nos han hecho saber algunos estimados amigos y colaboradores–, sino otra muy parecida que hacía el servicio entre Los Llanos y Tazacorte, propulsada por un motor Fiat, posiblemente anterior a la guerra mundial. Pertenecían a la empresa María Santos Pérez, «la exclusiva», concesionaria de los transportes del sur de La Palma.
La guagua era mucho más que un simple vehículo de transporte colectivo. En ella viajaban familiares y conocidos con el tiempo justo para hacer gestiones, resolver encargos y regresar a la hora fijada. Aquellos eran tiempos de una notable generosidad entre la gente, de modo que tanto el conductor –entre ellos Gabriel y Rafael, vecinos de Las Manchas, personas de gratísimo recuerdo– como el cobrador –inolvidable Mauro, gentil y servicial– y los vecinos usuarios del servicio llevaban recados, noticias, encargos, cartas, paquetes, garrafones y cestos de frutas; en fin, favores personales que hacían la vida más agradable a sus familiares y amistades.
En aquellos tiempos no había prisas y la guagua era lenta. Tardaba lo suyo en cubrir los trece kilómetros que separan Los Llanos y Jedey. La parada oficial estaba situada en la avenida Fleming, muy cerca de la intersección con la calle Real en la que se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios y el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane. Junto a la parada había un bar y una dulcería que allí siguen estando tantos años después y en la esquina contraria estaba la tienda de don Marcelino. Un poco más allá, la consulta del doctor Pedro Hernández Torres, uno de los médicos más ilustres de La Palma.
La guagua era punto de encuentro antes y durante el viaje, de animadas conversaciones y novelerías con acento palmero. Luego, en sus últimos tiempos, la “cucaracha” cambió de itinerario y subió y bajó El Time camino de Tijarafe y Puntagorda. Otras guaguas de madera tomaron el relevo en la línea de Las Manchas y Jedey, pero ya no eran de trompa. La más señera era aquella que conocíamos como “el correo”, con motor Dodge, conducida por el entrañable y siempre bien recordado amigo y paisano Alberto Calero y que enlazaba Santa Cruz de La Palma y Los Llanos de Aridane por la carretera general del sur, con parada en Fuencaliente. Pero esa es otra historia.
Foto: Hans Georg Korth / Pellagofio