Una explosión sacude el petrolero “Valencia”. Un suceso de 1984

El segundo petrolero de la serie de 173.000 TPM contratado por CEPSA fue botado el 21 de diciembre de 1976 bautizado con el nombre de “Valencia”. Al igual que sucedió con su gemelo “Gerona”, y debido a la conflictividad laboral por la que entonces atravesaba el astillero de la Empresa Nacional Bazán, en Ferrol –de cuya factoría era la construcción número 154–, el acto se consideró una jornada normal de trabajo, hasta el punto de que no se montó tribuna ni se colocó la empavesada, haciendo de “padrino adoptivo” el ingeniero naval Gerardo Bonnín.
De 92.345 toneladas brutas, 67.941 toneladas netas y 173.258 toneladas de peso muerto, medía 290,68 m de eslora total -275 m de eslora entre perpendiculares-, 46 m de manga, 24 m de puntal y 18,60 m de calado máximo. En 20 tanques podía cargar 208.209 metros cúbicos de crudo y estaba propulsado por dos turbinas Bazán-Kawasaki VA 350, que tomaban vapor de dos calderas de alta presión y desarrollaba una potencia de 32.000 caballos sobre un eje, lo que le permitía mantener una velocidad de 16 nudos.
Para el mando del buque, CEPSA designó al capitán Amós Quijada Guijarro y al jefe de máquinas Jesús Goyogana Aguirreamalloa. Once meses después de su botadura, el petrolero “Valencia” realizó las pruebas de mar el 24 de noviembre de 1977 y, a continuación, se entregó a sus armadores. Al día siguiente se hizo a la mar rumbo a Santa Cruz de Tenerife, a donde arribó el día 28 y se celebró a bordo una recepción.
Los medios informativos destacaron la presencia del nuevo buque, haciendo especial hincapié en el desarrollo adquirido por la Compañía Española de Petróleos y su vinculación con Tenerife desde hacía 47 años con la inauguración de la refinería y más de tres décadas de existencia de flota petrolera, que entonces lucía el Teide sobre el mar en su contraseña. Cierto es que, desde hacía años, la dirección de flota de CEPSA había perdido el interés por la inscripción de los buques en la matrícula naval tinerfeña y para los tres buques de esta serie eligió el puerto de Algeciras.
El petrolero “Valencia” fue el primero de la serie de la flota de CEPSA que reconvirtió el equipo propulsor. Los trabajos se efectuaron en el astillero de Sakai y tuvieron una duración de 125 días, desde el 22 de marzo de 1981 hasta el 27 de julio del mismo año. Las turbinas de vapor fueron sustituidas por dos motores Hitachi-MAN, fabricados en la factoría Sakurajima, Osaka (Japón), con una potencia de 25.320 caballos acoplados a una reductora, que le permitía mantener una velocidad de 15 nudos. Paralelamente se realizaron trabajos de lastre segregado, de modo que la capacidad de carga quedó 198.866 metros cúbicos en 15 tanques de carga. Tras su rearqueo, resultó un buque de 69.913 toneladas brutas, 53.790 toneladas netas y 152.119 toneladas de peso muerto.
A finales de julio de 1984, cuando el petrolero “Valencia” –capitán, Sabino Jurado Spuch– navegaba por el golfo de Suez rumbo al Pérsico, una explosión submarina de origen desconocido causó una fuerte sacudida a bordo, lo que sorprendió a su tripulación que en su mayoría se encontraba descansando. Luego se supo que se debía a una mina. La detonación levantó literalmente la popa del buque, que iba en lastre, y el impacto contra el agua originó una fuerte vibración que causó cierto pánico, aunque en todo momento se mantuvo el control del buque. Si bien se apreciaron daños de alguna consideración, sobre todo en la sala de máquinas, donde quedó afectada la alineación de los ejes de los turboalternadores, lo que obligó a moderar la velocidad hasta su llegada al puerto de Jeddah, en el que tenía previsto el suministro de “bunkering”.
La onda expansiva afectó, asimismo, a los equipos radioelectrónicos del buque, pero no a las comunicaciones por satélite, sistema que entonces estaba recientemente instalado a bordo, lo que permitió al capitán ponerse en contacto con la central de CEPSA en Madrid, y enviar un mensaje de tranquilidad a los familiares de los tripulantes, en su mayoría residentes en Tenerife.
Las detonaciones volvieron a producirse con intervalos máximos de 24 horas, y afectaron al menos a otros tres mercantes de bandera alemana, uno de los cuales resultó averiado con daños de mayor cuantía que los apreciados en el petrolero español. El capitán Sabino Jurado también se puso en contacto con las autoridades portuarias de Egipto y éstas manifestaron que desconocían la situación. Altos cargos de CEPSA informaron de la situación al director general de la Marina Mercante, Fernando Salvador Sánchez-Caro, para informarle de lo sucedido.[1]
Posteriormente, el Lloyd’s confirmó que el petrolero español «Valencia» había sido alcanzado por la explosión de una mina, pese a que las autoridades egipcias habían negado su existencia a lo largo del canal de Suez, si bien reconocieron que, al menos, cuatro barcos, entre ellos el buque español, habían sufrido daños por los efectos de explosiones que más tarde fueron identificadas como “realizadas por expertos en prospecciones petroleras”.
La compañía aseguradora británica indicó que el número de barcos alcanzados por las explosiones de minas eran doce y, al parecer, otro barco de bandera holandesa se encontraba cercado por un banco flotante de minas en aguas del Mar Rojo. Tras detectar la presencia de minas submarinas en la zona del golfo de Suez y el Mar Rojo, la U.S. Navy envió seis helicópteros con equipos de especialistas artificieros, en respuesta a la petición de ayuda del gobierno de Egipto, ya que las minas amenazaban la navegación a través del canal.
En abril de 1988 se vendió a Naviera Maersk España y al año siguiente se renombró “Maersk Valencia”. En 1991 lo compró Naviera F. Tapias y recuperó su nombre original. Un año después se vendió a Kappa Maritime (Transoil Shipmanagers), siendo renombrado “Valencia Star” y así permaneció hasta el 27 de abril de 1996, en que arribó a Gadani Beach y se procedió a su desguace.
Nota:
[1] Diario de Avisos, 1 de agosto 1984.
Foto: archivo de José de Barrasa Jiménez