Una estampa idílica de La Matanza de Acentejo (1968)

Philippe Martin es el autor de esta postal tomada en 1968 en La Matanza de Acentejo, que nos evoca una época idílica de la vida apacible y tranquila en las medianías de la isla de Tenerife. Entendemos por idílica la vida sosegada, la del esfuerzo del sustento diario, de las labores del campo y de la familia y la del disfrute de las cosas sencillas. La vivienda típica tradicional canaria se convierte en el argumento vital de este encuadre que tiene como fondo la extraordinaria majestuosidad del volcán Teide nevado, lo que nos indica que la foto fue tomada en invierno.
El campesino canario, como bien apunta Marisol Amador Martín, sabía mucho de ecología sin que el término estuviera entonces en boga y ponía en valor la importancia de la armonía arquitectónica en el paisaje rural, como es el caso del color en puertas y ventanas y el albeo blanco en las paredes, para absorber en mejores condiciones los rigores del verano.
Lo interesante, por añadidura de esta imagen publicada en el muro de Antonio Barbero García –a quien, una vez más, agradecemos su impagable labor en la divulgación de nuestro acervo–, es la aportación que hace Tati Casanova, quien reconoce en esta postal a la casa de su abuela e identifica a su tío Manuel Guillén y a un vecino llamado Manuel Peña, ambos matanceros, junto a su bestia de carga y ayuda en las faenas del campo, así como el perro Yaqui. Vivir para disfrutar.
Foto: Philippe Martín vía Antonio Barbero García
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