Esta era la imagen que ofrecía la entrada a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, a comienzos de la década de los años sesenta, cuando miraba al mar y rendía homenaje a su condición marinera que nace y se abriga al resguardo de la cordillera de Anaga. La parada de las guaguas rojas de Transportes de Tenerife y la parada de los taxis –se aprecian cuatro Mercedes 190– eran la antesala del transporte que encontraban los viajeros y los turistas que llegaban por el puerto, convertido entonces en la principal puerta de la isla.
A la izquierda aparece la esquina izquierda del edificio de Correos y Telégrafos, proyectado en 1943 por el arquitecto Luis Lozano Lasilla y que repite esquema en la sede de la misma entidad en Granada. Su construcción comenzó en 1946 y hasta agosto de 1950 las obras avanzaron con gran lentitud, “hasta el punto de que se había construido los cimientos y solo una planta estaba terminada”, señala Francisco Luis Yanes Aulestia. Desde entonces y hasta 1953 se levantó el resto de la estructura y la obra en su aspecto exterior estaba revestida en 1955, prolongándose su acabado interior hasta su entrega en 1957.
Al fondo se aprecia una parte del hotel Anaga y unos trozos de antiguas viviendas de la calle General Gutiérrez –jefe militar de la defensa de la ciudad en julio de 1797 frente a la invasión del almirante Horacio Nelson, a quien la ciudad premiaría casi dos siglos después con una de sus mejores calles– que acabarían sucumbiendo en poco tiempo a la acción demoledora de la piqueta. Bien es verdad que la mayoría de aquellas casas estaban mal conservadas y eran un foco de insalubridad por la presencia de roedores y otras carencias, aunque por entonces el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife tenía decidida una remodelación urbanística de la zona hacia el sur de la capital.
En el centro, el monumento a los Caídos de la Plaza de España, que ocupa algo más de cinco mil metros cuadrados y se levanta en una parte del solar que hasta finales de la década de los años veinte había ocupado el histórico castillo de San Cristóbal. Construido en tiempos del Mando Económico, el conjunto escultórico es obra de Cejas Zaldívar y Alonso Reyes.
Destaca el edificio del Hotel Orotava, entonces uno de los emblemas hoteleros de Santa Cruz de Tenerife y se advierte la sucesión de casas que jalonan la derecha de la Plaza de la Candelaria, coronadas por anuncios publicitarios e irrumpida por la altura lateral del edificio del Círculo Mercantil, asimismo proyecto de Marrero Regalado. Las farolas de entonces dan un toque anacrónico a los recuerdos de los años idos para siempre.
Foto: archivo de Miguel Bravo