Un viaje del obispo fray Albino a un “pueblecillo encantador”

El religioso dominico fray Albino González Menéndez-Reigada (1881-1958) fue obispo de la diócesis nivariense desde su nombramiento por el Papa Pío XI el 18 de diciembre de 1924 hasta su traslado a la diócesis de Córdoba en febrero de 1946 y donde permaneció hasta su fallecimiento. Consagrado el 19 de julio de 1925 en la catedral de Madrid, el 12 de agosto siguiente hizo su entrada en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, sede del obispado tinerfeño.
Este obispo de origen asturiano visitó en varias ocasiones la isla de La Palma y entre ellas destaca la coronación solemne de Nuestra Señora de las Nieves, en la Bajada de la Virgen de 1930, en presencia del cardenal Tedeschini, nuncio del Papa Pío XI. En su haber, en los 21 años que permaneció en Tenerife duplicó el número de parroquias, logró la edificación de 51 nuevas iglesias y ermitas, reconstruyó el Seminario Menor de La Laguna, triplicó el número de seminaristas y ordenó 48 nuevos sacerdotes, además de centros sociales, educativos y escuelas profesionales católicas.
De sus visitas pastorales a las islas de la diócesis nivariense que coinciden con la provincia occidental de Canarias, gustaba de escribir pequeños relatos y entre ellos entresacamos el siguiente trozo, publicado en enero de 1930 en el periódico tinerfeño “Gaceta de Tenerife”, referido a Fuencaliente:
“Fuencaliente es un pueblecillo encantador, escondido entre pinares, cerrado entre dos enormes corrientes de lava y casi sobre lava construido. Tiene por esto mucho viñedo, con un vino excelente, según dicen, hacia abajo, hacia la costa, sobre todo. La carretera sur de La Palma alcanza en Fuencaliente su punto más alto; más de setecientos metros sobre el nivel del mar. Con lo cual no hay que decir que su clima es sanísimo. 700 metros de altura, sobre lava, que excluye toda humedad y envuelto por pinares y viñedos.
Desde que yo conozco La Palma, es el pueblo que más ha crecido de toda la isla; y siguen construyendo casas incesantemente. Hoy ya está bastante bien dotado de escuelas. Y es de esperar que en todos sentidos siga levantándose y progresando. Es lugar preferido por la gente de la capital para excursiones y parrandas, que no le hacen generalmente mucho bien. Tiene cementerio nuevo y muy hermoso. Y una iglesia regular, con casa rectoral pasable. La extensión del término municipal es muy grande, pero poco aprovechable, por estar en muy gran Parte cubierta de lava. Unos tres mil habitantes en lo que le da el censo.
Terminan los pinares. Termina Fuencaliente, pero la lava sigue. Esta es la parte menos poblada de toda esta carretera…”.
Ricardo A. Guerra Palmero, profesor de Historia de la Universidad de La Laguna, como destacado investigador de la II República y la guerra civil en Canarias, estudia y analiza la trayectoria de este obispo durante la sublevación militar y los primeros años del franquismo en su libro “Ideología y beligerancia: la cruzada de Fray Albino” (Ediciones Idea, 2005).

Fuente: “Gaceta de Tenerife”, 16 de enero de 1930.
Fotos: archivo de Juan Carlos Díaz Lorenzo y A. Benítez
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