Observando la evolución del buque “Volcán de Tamasite” en la maniobra descrita hasta que colisionó el pasado viernes contra el espigón del dique Nelson Mandela, poco después de su salida del puerto de Las Palmas de Gran Canaria indica, a priori, que el timón estaba metido y bloqueado a babor y después del intento de dar fondo, poco más se pudo hacer en tan corto espacio de tiempo y la velocidad con la que navegaba, que se estima en torno a unos nueve nudos en el momento del impacto, según explican medios profesionales.
Puesto que el golpe se produjo de forma frontal, los daños materiales, aunque aparatosos, se han circunscrito al abanico de las amuras y el bulbo. Éste, por estar situado delante del «peak» de proa, ha tenido un papel fundamental, pues si se hubiera producido una vía de agua no implicaría mayor riesgo en esa zona concreta, dado que el mamparo que lo separa corresponde, precisamente, a un tanque de lastre. Pendiente de lo que los técnicos determinen, y si no surgen complicaciones, la reparación se considera que será rápida.
Dice Naviera Armas que ha abierto una investigación para esclarecer las causas por las que se ha producido el accidente, que derribó un trozo del hormigón del muelle afectado, del que se estima tardará entre cuatro y seis meses en su reparación. En estos casos, si es posible, sería aconsejable además una auditoría externa. La Dirección General de la Marina Mercante también ha ordenado una investigación oficial a través de la Capitanía Marítima de Las Palmas. Hubo suerte, pues en las inmediaciones se encontraban dos petroleros y el más próximo al lugar del impacto tenía las mangueras de conexión sobre el muelle.
Las declaraciones de los pasajeros afectados que hemos visto en prensa y televisión no dejan en buen lugar a la tripulación de cabina del buque, que parece estaba igual de sorprendida como ellos. Suele ser frecuente que se critique a los tripulantes sin saber cómo y por qué suceden las cosas. Bien es verdad que los pasajeros no tienen por qué entender de barcos, maniobra, estiba y reglamento, pero si bueno es mantener la calma y atender a las indicaciones, mejor lo es mantener el respeto debido. Sucede, empero, que en una situación así, en la que se puede llegar a temer por la vida, no todos reaccionan de la misma manera.
Decimos que no es fácil mantener la calma, que no el orden, máxime cuando, como han dicho los afectados, tras el golpe brusco el buque quedó momentáneamente sin energía eléctrica y no se les informó o se tardó quizás demasiado en hacerlo. Cabe pensar, sin embargo, que quienes tienen responsabilidades a bordo, empezando por el capitán y el jefe de máquinas, primero han de comprobar daños, asegurar la situación y garantizar la seguridad y el transcurso de los minutos, aunque se trabaje a contrarreloj, pueden parecer eternos. Los hechos han demostrado que han cumplido con su obligación. Cabe pensar, es una suposición, que al quedarse sin energía no funcionara la megafonía a bordo. Algunos pasajeros perdieron los nervios e increparon a los tripulantes de cabina cuando éstos trataban de ayudarles, como hemos visto en algunos de los videos.
Los teléfonos móviles y las redes sociales se han convertido en coprotagonistas directos e inmediatos del accidente. Que en el puente del petrolero “Mencey” se encontraran en los minutos previos a la colisión al menos tres personas y advirtieran la aproximación anómala del ferry “Volcán de Tamasite”, y una de ellas lo estuviera grabando en un video que se ha vuelto viral y ha salido en las cadenas nacionales de televisión, nos ha permitido conocer la evolución del buque hasta que se empotró literalmente contra el espigón.
A pesar de lo aparatoso del accidente, lo más importante es que no hay heridos graves. Aún así, al menos diez personas han precisado asistencia médica, la mayoría por crisis de ansiedad, cinco de los cuales fueron evacuados a dos hospitales de la capital grancanaria. Es de destacar que hubo una respuesta coordinada de los medios implicados en el dispositivo de emergencia, lo cual acredita su competencia y responsabilidad y quiere decir que los ejercicios de adiestramiento para algo sirven.
El vertido de combustible producido tras el impacto por la rotura de las tuberías que circulan por el espaldón del muelle Nelson Mandela se estima en unos 60.000 litros de gasoil. La empresa afectada es Oryx Energies, una de las compañías suministradoras en el puerto grancanario. Se han tomado las medidas oportunas y dada la naturaleza ligera del producto, en unas horas habrá dejado de ser un problema.
La delegada del Gobierno, Mercedes Roldós, ha estado en su sitio, explicando las cosas con detalle y precisión, lo mismo que el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo. Hemos visto imágenes donde aparecen otros políticos del momento, cada cual en lo suyo, no así a los técnicos del sector cuya opinión nos parece importante. Del mismo modo que sólo el jefe de prensa de Naviera Armas, Manolo Vidal, ha cumplido con tan delicado papel en medio de una gran tensión. Y aunque la rumorología se haya desatado, aquí no le daremos cabida. En todo caso pensamos que hay que sacar conclusiones de las enseñanzas de éste y otros accidentes similares y llevarlas a la práctica.
Cuando se producen emergencias, como ha sido el caso, la competencia no existe y así lo ha reconocido Naviera Armas al agradecer la inmediata predisposición de Fred. Olsen y Binter, así como de los hoteles en los que se alojaron los pasajeros afectados, la mayoría de los cuales viajaron en la mañana de ayer a Tenerife en otro buque de la misma compañía. La Autoridad Portuaria, otros organismos oficiales competentes, las fuerzas del orden y otros estamentos implicados han estado a la altura de las circunstancias e incluso el Cabildo de Tenerife ha ofrecido su ayuda. Sucede que la solidaridad no tiene límites. Al final, todo ha salido bien. Los pasajeros afectados se recuperarán pronto del susto aunque no lo olvidarán con facilidad y los daños materiales tienen arreglo.
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