Un ferry de Astilleros del Cadagua en el pantano de Buendía

En la década de los años sesenta, Astilleros del Cadagua experimentó un considerable impulso en su actividad industrial y entre los contratos recibidos figura uno atípico que llegó por encargo de la Confederación Hidrográfica del Tajo: un ferry destinado al transporte de vehículos y personas para situarlo en el pantano de Buendía, cuyo nombre ostentaría el nuevo buque.
La construcción número 56 del citado astillero tomó forma a finales de 1964 y un año después realizó las pruebas de mar. A continuación se procedió a su desguace ordenado y el traslado por carretera en camiones hasta el improvisado astillero a orillas del pantano de Buendía, donde sería montado de nuevo pieza a pieza, volvió a realizar pruebas y comenzó su utilísimo servicio en 1965.
Se trataba de un buque tipo “double end” de 130 toneladas brutas y estaba propulsado por cuatro motores y cuatro hélices, que se accionaban por pares en función de la dirección del recorrido. A la banda de estribor tenía el puente de mando lateral desde el que se controlaba a la embarcación, que disponía de sendas rampas a proa y popa.
La incorporación de este atípico ferry evitaba un rodeo de unos 60 kilómetros y estuvo en servicio hasta la apertura de la variante de la carretera N-320. Por lo que nos cuentan quienes lo conocieron, se encuentra abandonado y semihundido desde mediados de la década de los setenta, en la orilla del pantano, después de una década de servicio.
Cuando el final de su vida operativa se aproximaba, una crónica del periódico Nueva Alcarria publicada en abril de 1975, escribe que “no tardará en desaparecer del corazón de la Alcarria una estampa marinera. Una estampa que sorprende al viajero inadvertido cuando al descender desde los altos de Córcoles a los llanos de Alcocer contempla al salir de una curva la silueta de una barcaza. Al aproximarse, un cartel indicador informa de sus servicios. Luego resulta que no se trata de una barca, ni siquiera de una barcaza, sino más bien de un pontón que realiza las funciones de ferry para el transporte de grandes pesos camiones, autobuses, tractores, coches, etc. y, por supuesto, de personas de una orilla a otra del embalse de Buendía. Pese a la lentitud de movimientos y a la poco airosa figura de este medio de transporte, el pontón tiene un claro aire marinero que recuerda el de las pesadas gabarras de los puertos industriales”.
“Sin embargo, este inesperado atractivo de un barco en un insospechado rincón de una provincia de secano, sólo es una nota de color y aun de exotismo para los forasteros, puesto que para las gentes de la comarca es un continuo recordatorio de que algo que se les suprimió hace años todavía no ha sido sustituido. Menos mal que pronto podremos hablar en pretérito de esta vieja aspiración de las gentes de uno y otro y otro lado del embalse, que desean la restitución del puente que desapareció bajo las aguas”.
“Porque sucedió que cuando subió el nivel del Guadiela al ser represado en Buendía, el embalse cubrió la carretera nacional 320, que desde Guadalajara llega a La Gineta (Albacete) pasando por Cuenca. Entre Guadalajara y Cuenca se levantó, hace ya más de veinte años, una auténtica frontera líquida que separó a pueblos limítrofes, todos ellos unidos por intereses materiales y por lazos familiares. Muchas tierras que estos labriegos ribereños trabajaban en la orilla contraria se quedaron sin cultivar ante las dificultades que durante mucho tiempo encontraron para desplazarse con caballerías y aperos, o con maquinaria, de una margen a otra de la cola del embalse. El Ministerio de Obras Públicas instaló luego este ferry, lanchón o barcaza y se facilitaron un tanto los viajes de un lado a otro. De todas formas, este procedimiento de transporte ha tenido una limitación: su estrecho horario. Funciona sólo de nueve de la mañana a seis de la tarde, con lo que reduce sus posibilidades de utilización, sobre todo cuando de tareas agrícolas se trata. Cada media hora, el transbordador o pontón realiza un viaje”.
“Las gentes de la comarca han protestado siempre de que el Ministerio de Obras Públicas les haya quitado una carretera para dejarles sólo este vehículo fluvial. Vehículo apto para tractores, carros y turismos, pero no tan apropiado para grandes autobuses. Pero lo peor es el riesgo, por avería o por fin del horario del ferry, de tener que recorrer setenta kilómetros, dando una gran vuelta, para cubrir una distancia que por la carretera anegada era mucho menor. Tal es el caso, por ejemplo, entre Alcocer (Guadalajara) y Alcujate (Cuenca) distantes entre sí en línea recta apenas nueve kilómetros”.
“La Administración ha escuchado, al fin, esta unánime petición de los pueblos ribereños de Buendía y ha concedido en abril de 1974 la autorización para contratar unas obras que ya se daban como seguras en octubre de 1973. Por lo menos entonces se anunciaron como una realización inmediata. Consisten en la construcción de una variante entre los pueblos de Alcocer y Cañaveras. Ello supone un gran viaducto sobre esta zona de la cola del embalse de Buendía. En 1973 el presupuesto era de 79 millones de pesetas”.
“La noticia ha sido recibida con satisfacción en toda la comarca. Allí son realistas, y prefieren un puente a un pontón, por muy pintoresco que este procedimiento de transporte resulte. Los turistas ocasionales, los visitantes de aquella zona, le diremos adiós al viejo ferry que durante casi veinte años acentuó la nota marinera de esta comarca alcarreña de los embalses”.
El pantano de Buendía está situado en el cauce del río Guadiela, afluente del rñio Tajo, aunque también recibe agua de los ríos Meridanchel, Garibay, Guadamejud, Mayor y Garigay, entre otros de menor entidad. Inaugurada en 1958, tiene una altura de 78,10 m y una capacidad de embalsamiento de agua de 1.638 hectómetros cúbicos en una superficie de 8.194 hectáreas.
Las aguas del pantano bañan las localidades de Buendía, Alcocer, Alcohujate, Villalba del Rey, Las Gaviotas y Los Cabezos, así como las ruinas romanas de Ercávica locallizadas en Cañaveruelas y bajo sus aguas se encuentran Santa María de Poyos y Los Baños de la Isabela. En unión de los embalses de Entrepeñas, Bolarque, Zorita y Almoguera forma parte del denominado “Mar de Castilla” y es uno de los abastecedores de agua del trasvase Tajo-Segura.

Fotos: Astilleros del Cadagua y TVE