Al celebrar en este día la festividad de Nuestra Señora de Candelaria, Patrona de Canarias, recordamos que entre 1964 y 1982 existió un barco en los servicios interinsulares llamado «Santa María de la Candelaria», que enarbolaba la contraseña de Compañía Trasmediterránea. Hubo también entre 1985 y 1993 otro buque, un buque de línea llamado «Candelaria», de Compañía Trasatlántica Española, que navegó en la línea del Caribe y Venezuela. Boluda Lines tuvo el buque «Candelaria B», ex «Guadalquivir», ex «Lago Enol» y Contenemar fletó durante un tiempo el buque «Candelaria del Mar». A todos los citados tuvimos la oportunidad de conocerlos y en esta ocasión vamos a referirnos al primero de ellos.
A comienzos de la década de los años sesenta, Compañía Trasmediterránea planificó la progresiva retirada de los correillos negros de los servicios interinsulares canarios, que entonces tenían casi medio siglo de existencia. Razón por la cual en 1961 la Subsecretaría de la Marina Mercante –en tiempos del capitán de navío Leopoldo Boado Endeiza– autorizó la construcción de tres buques de unas 300 toneladas de peso muerto y quince nudos de velocidad sobre el proyecto.
Los dos primeros fueron contratados en abril de 1962 y hubo de aplazarse la contratación del tercero por no hallarse incluido en las previsiones del crédito naval para los años 1962 y 1963. El 26 de octubre de 1962 se procedió a la puesta en la misma grada de los dos primeros, construcciones números 84 y 85 del astillero Unión Naval de Levante. La botadura, también común, se celebró el 8 de junio de 1963, aunque el buque «Santa María del Pino», situado en la parte baja de la grada, fue el primero que entró en contacto con el agua.
El buque «Santa María de la Candelaria» fue bautizado así en honor de la patrona de Canarias que se venera en la basílica situada en la villa mariana de Candelaria (Tenerife). El 19 de marzo de 1964, tras efectuar las diversas pruebas oficiales (velocidad, extinción de incendios, alarma, salvamento y llamadas de socorro) fue entregado a Compañía Trasmediterránea, siendo Leopoldo Rojas Mateos su primer capitán.
Trasmediterránea tenía previsto incorporar el buque de inmediato a los servicios insulares canarios, pero debido a la fuerte demanda de pasaje en la línea Valencia-Palma con motivo de las Fallas, realizó dos viajes extraordinarios y a continuación procedió rumbo a Santa Cruz de Tenerife, donde el 1 de abril siguiente se celebró una recepción a bordo. Sin embargo, la experiencia demostró que estos barcos no eran adecuados para el servicio propuesto, de suerte que encontraron pronto el rechazo de los pasajeros. Desde el punto de vista técnico por su tamaño, potencia de máquinas y sobre todo por ser muy balanceros y para el usuario, la existencia de un salón de butacas de tercera clase para un viaje de ocho horas o más y la carencia inicial de estabilizadores, era motivo de escaso atractivo y frecuente crítica, reflejada en la prensa local.
La voz popular bautizó a estos barcos con los apodos de “mariquitas twist” y “mariquitas blancos”. Trasmediterránea reaccionó enviándolos de nuevo al astillero donde habían sido construidos para la instalación de estabilizadores de aleta, con lo cual algo ganaron en comodidad durante el viaje. Pero nunca llegaron a gozar de la simpatía del público, que prefería a los históricos correíllos a pesar de su edad, así como los buques «Ciudad de Huesca» y «Ciudad de Teruel», si bien a los pasajeros de las islas de La Gomera y El Hierro no les quedaba otra opción que hacerlo en los “santas”.
El 19 de diciembre de 1964, cuando el buque «Santa María de la Candelaria» viajaba de San Sebastián de La Gomera a Santa Cruz de Tenerife y se encontraba frente a la costa de El Socorro, en Güimar, se vivió a bordo un emotivo acontecimiento con el nacimiento de un niño. Su madre, acompañada de su esposo y un médico que había aconsejado su traslado a la capital tinerfeña, dio a luz con normalidad y el recién nacido recibió el nombre de Juan Bautista del Mar.
En julio de 1969 el buque «Santa María de la Candelaria» pasó al sector de Baleares para cubrir la línea Barcelona-Valencia, aunque con posterioridad volvió en varias ocasiones al archipiélago canario. En aguas interinsulares sufrió el primer percance de su vida marinera. El 23 de febrero de 1974 varó en el bajo de El Camisón, próximo a Playa de las Américas, cuando se encontraba cubriendo la línea San Sebastián de La Gomera-Los Cristianos. En su auxilio acudió el remolcador «Punta Anaga», que pudo reflotarlo y luego lo remolcó a las instalaciones de NUVASA donde fue varado para reparar las averías. La incidencia fue cubierta por su gemelo «Santa María de las Nieves».
Tras la incorporación en 1975 de los buques «Ciudad de La Laguna» y «Villa de Agaete» y cancelados otros proyectos de comunicaciones interinsulares tanto en Baleares como en Canarias, el consejo de administración de Trasmediterránea decidió la venta de este buque en su sesión del 10 de octubre de 1980. Para ello se solicitó la autorización correspondiente a la Dirección General de la Marina Mercante, siendo concedida el 5 de enero de 1981 y renovada sucesivamente el 29 de julio de 1981 y el 11 de marzo de 1982.
Se recibieron sendas ofertas de Naviera Subirats y del empresario Santiago Colombás. La primera se interesó por los buques «Santa María de la Candelaria» y «Santa María de las Nieves» y el segundo, por uno u otro. No hubo acuerdo y el 10 de mayo de 1982 se acordó la venta de este buque, siendo adjudicado a la empresa Demolición Naval e Industrial de Cartagena, en 3.600.000 pesetas, con entrega en Palma de Mallorca, puerto en el que se encontraba desde hacía tiempo, siendo posteriormente remolcado a Vilanova i la Geltrú, donde fue desguazado.
De 1.200 toneladas brutas, 623 toneladas netas y 454 toneladas de peso muerto, medía 67 m de eslora total -59,44 m de eslora entre perpendiculares-, 11 m de manga, 5,19 m de puntal y 3,17 m de calado máximo. Estaban propulsados por dos motores MTM fabricados por La Maquinista Terrestre y Marítima, en su factoría de Barcelona, con una potencia de 1.750 caballos y alcanzó 15,25 nudos de velocidad en las pruebas de mar. Tenía capacidad para 227 pasajeros: 18 en primera clase, 60 en segunda y 135 butacas en tercera clase, en un salón con ventanales por ambas bandas de ingrato recuerdo y otros 14 en el salón del bar, situado debajo del puente.
Fotos: Archivos de Juan Carlos Díaz Lorenzo y Juan Antonio Padrón Albornoz (ULL)
Bibliografía:
Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Trasmediterránea. Historia de la Flota. Madrid, 1998.
Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Al resguardo de Anaga. De la mar y los barcos (tomo I) y De los correíllos al fast ferry (tomo II). Santa Cruz de Tenerife, 2004.
Font Betanzos, Francisco. Orígenes y constitución de la Compañía Trasmediterránea. Evolución económica y comercial en el siglo XX. Cádiz, 2010.
García Fuentes, Laureano. Santa María de la Candelaria, en trasmeships.es