Hubo un tiempo en el que la gran Iberia –aquella extraordinaria compañía de la que tanto nos enorgullecíamos dentro y fuera del país– tuvo la deferencia de bautizar a sus aviones con nombres de ciudades españolas, del mismo modo que lo hacía la naviera Compañía Trasmediterránea, tradición que ha recuperado desde 2018. Un gesto noble, bonito y una forma interesante de promocionar y conocer mejor el territorio nacional.
La flota Douglas DC-9-32 fue, junto con la flota Boeing B-727, la más numerosa de la otrora compañía nacional de bandera, con un total de 36 aviones, uno de los cuales, matrícula EC-BIJ, se llamó “Santa Cruz de Tenerife”. Fue el cuarto de ellos, c/n 47079-163, entregado el 15 de septiembre de 1967. El 25 de septiembre de 1979 sufrió un incidente de importancia en un motor cuando volaba en la línea Madrid-Zaragoza, aunque el comandante consiguió resolver satisfactoriamente la situación.
En 1982 pasó a Aviaco y después formó parte del grupo destacado al servicio de Binter Canarias, entonces filial del Grupo Iberia. En diciembre de 1994 aparece incorporado a la flota de Austral Líneas Aéreas (LV-WJH) y después de su etapa en Argentina, finalmente acabó desguazado en septiembre de 2000 en el cementerio aeronáutico de Opa Locka.
Foto: ¿autor?, vía Francisco Bonilla Márquez / Compañías españolas