La demolición de la antigua iglesia de Los Sauces, acometida a mediados de la década de los años sesenta del siglo XX, para edificar en el solar que ocupaba el templo actual bajo la advocación mariana de Nuestra Señora de Montserrat e inaugurada en 1968, constituye uno de los mayores disparates y atentados cometidos contra el patrimonio arquitectónico e histórico-artístico de La Palma.
Con esta acción no solo se perdió un edificio religioso del siglo XVI, sino uno de los templos señeros de la rica arquitectura que en la comarca del noreste de La Palma tiene sus propias señas de identidad, debido a sus vínculos con las familias que poblaron esta parte de la isla tras la conquista y el desarrollo posterior del cultivo de la caña de azúcar.
Al calor en buena medida del dinero abundante llegado desde la emigración en Venezuela, quienes lo promovieron tomaron una decisión errónea y lamentable, imbuidos del afán de grandeza para construir una iglesia nueva que es, en realidad, un mamotreto de difícil encaje en la armonía urbanística de Los Sauces, una de las pocas ciudades que tiene el privilegio de poseer dos plazas separadas por el curso de la carretera general.
La villa de San Andrés conserva felizmente su histórica iglesia, bien restaurada hace años. En La Palma hubo otros intentos de atentados contra el patrimonio religioso que no llegaron a prosperar. Entre ellos figura la nonata basílica de Nuestra Señora de las Nieves y el derribo parcial de la ermita de Las Manchas, para adosarle un añadido parecido al de la iglesia de San Miguel, en Tazacorte, ampliación dudosa y carente del mínimo gusto estético.
Foto: Historia de La Palma