Temppeliaukio es una visita obligada en el corazón de la ciudad de Helsinki. Por su forma y naturaleza ejerce un gran atractivo entre los profesionales y los aficionados a la arquitectura. La crítica internacional siempre ha valorado mucho este proyecto tan peculiar de iglesia excavada en roca de granito. Desde luego, no es un templo indiferente. Las cifras de visitantes ronda el medio millón anual, es decir, casi el diez por ciento de la población del país o tantos finlandeses como viajan a España cada año, por ofrecerles un dato comparativo.
La disposición geográfica de Helsinki –rodeada de multitud de lagos e islas– ha configurado una espacialidad urbanística que ha conseguido obtener el mayor provecho posible y brinda algunas sorpresas en las que el ingenio de la arquitectura contemporánea ha dejado una huella singular. Es el caso de la iglesia de Temppeliaukio [Temppeliaukion Kirkko], excavada en roca de granito, obra de los arquitectos Timo y Tuomo Suomalainen.
Los hermanos Suomalainen poseen una larga e interesante ejecutoria de proyectos arquitectónicos de indudable interés. Timo (1928) y Tuomo (1931-1988) trabajaron juntos en un estudio de arquitectura de renombre internacional y premiado en EE.UU. Entre sus obras más destacadas en Finlandia, además de la que nos ocupa, figuran la guarnición de Keuruu, la biblioteca municipal de Espoo, la iglesia de Espoonlathi, la sede de la policía de Hamina y la ampliación del hotel Mesikämmen, en Ahtari.
Recién comenzado el siglo XX (1906) surgieron algunas ideas para construir una iglesia en este espacio del distrito Töölö, al final de Fredrikinkatu. En la década de los años treinta, cuando el país bullía tanta imaginación que habría de marcar su impronta tan personal, hubo un primer concurso en 1932, en el que participó el arquitecto Pauli Ernesti Blomstedt (1900-1935). Pero las propuestas no convencieron, de modo que en 1936 se celebró un segundo concurso, que ganó el arquitecto Johan Siren Sigfrid (1889-1961) y correspondía a un diseño de iglesia en la denominada Plaza del Templo [Temppeliaukio]. Los trabajos de excavación se paralizaron tres días después del comienzo de la Guerra de Invierno.
En 1959 se retomó la iniciativa y en agosto de 1960 se convocó un nuevo concurso, que estuvo abierto hasta enero de 1961. La propuesta ganadora de los jóvenes arquitectos, los hermanos Suomalainen, causó un gran impacto pues la iglesia aparece excavada directamente en la roca sólida, tallada en parte y conservando su forma orgánica. Los periódicos avivaron una corriente contraria al diseño propuesto con adjetivos poco edificantes, pues la ciudadanía quería, en su mayoría, una iglesia al uso tradicional.
Miembros de la Asociación Cristiana de Estudiantes consideró que la construcción de una iglesia en la situación mundial de la época era inmoral, y en julio de 1968 pintaron once veces la palabra “Biafra” sobre la base de hormigón y en las rocas circundantes. Este primer graffiti colectivo de la capital finlandesa solicitó el envío de los fondos de construcción para las víctimas de la hambruna que siguió a la lucha por la independencia de Biafra.
La construcción de la iglesia, considerada costosa y extravagante, consiguió calar en la opinión púbica, que no compartía el proyecto propuesto. Se sucedieron actuaciones en contra que retrasaron su ejecución, lo que permitió a los hermanos Suomalainen perfeccionar su propuesta final. Razones económicas obligaron a redimensionar el espacio interior, que se redujo en una cuarta parte y en febrero de 1968 dieron comienzo las obras con una duración de casi veinte meses, hasta su consagración en septiembre de 1969 como templo de la Iglesia Luterana de Finlandia.
Pero sucedió algo inesperado. En el otoño de 1971 la habían visitado más de cien mil personas y se llenaba con regularidad durante los oficios religiosos. Al año siguiente recibió más de medio millón de visitantes. La iglesia se convirtió en el icono favorito de los turistas que llegaban al país atraídos por las noticias de tratarse del enclave arquitectónico más novedoso de Helsinki. Fue noticia destacada en más de doscientas revistas de arquitectura y reputados museos de todo el mundo y, como único ejemplo de la Finlandia contemporánea, Temppeliaukio apareció en los grandes libros especializados.
Se trata de un edificio accesible, sin necesidad de escaleras, con líneas simples de ingreso frente a la plaza, trabajada en hormigón armado que contrasta con el granito musgoso. Emplea una geometría espacial única, que permite una lectura clara del edificio en el que las paredes de la nave discurren en plena libertad y en contraste con la geometría circular del techo. Ello genera una percepción concéntrica del espacio y absorbe las irregularidades de las paredes orgánicas de piedra. Precisamente, el uso de piedra de cantera resalta el simbolismo de la naturaleza. La combinación de ambas no sólo es estética, sino estructural, pues las rocas están unidas por juntas metálicas.
El interior está excavado sobre una planta ovalada. La luz natural entra a través de ventanas cenitales que varían en anchura y una cúpula de 24 metros de diámetro, acristalada y achatada, en la que se emplearon 24 kilómetros de cinta de cobre pulido e inoxidable y 180 varillas vidriadas. La distancia desde el punto más alto es de 13 metros. Está soportada por vigas de hormigón armado de distintas longitudes, del mismo modo que la altura de las paredes oscila entre cinco y nueve metros. El suelo es de hormigón pulido y el púlpito es de hormigón armado, lo mismo que la estructura de base de la galería.
La iluminación artificial está estudiada de forma que el altar reciba la mayor proyección de luz posible. De manera que, antes de mediodía, la luz solar se extiende desde la primera fila de ventanas que rodeada la periferia del techo hasta la pared del altar, donde la hendidura de una grieta tiene la consideración de retablo. El agua que gotea por las grietas de la roca tiene unos conductos para su canalización y el altar es de granito uniformemente aserrado.
El interior, diseñado también por los hermanos Suomalainen, repite los tonos de granito, el tipo más común de cálculo en Finlandia: rojo, malva y gris. Los bancos están hechos de abedul. El crucifijo, candelabros y la fuente fueron forjados por el artista Kauko Moisio. Los textiles fueron diseñadas por el artista textil Tellervo Strommer. El coro tiene una plataforma en dos niveles y hay espacio reservado para una orquesta.
El templo tiene una acústica excelente, por lo que, con frecuencia, se utiliza como sala de conciertos de música clásica y religiosa. El secreto está en las superficies de roca rugosa que permanecen casi en estado original. Esta idea no figuraba en el proyecto inicial y se trata de una aportación del director de orquesta Paavo Berglund y el técnico acústico Mauri Parjo. Prescinde de campanario, por lo que el tañido de las campanas lo suple una melodía compuesta por el profesor Taneli Kuusisto, grabada y reproducida por medio de altavoces.
El órgano, salido del taller del maestro Urkurakentamo Veikko Virtanen, tiene 43 paradas y está empotrado en la pared. Su aspecto exterior también es obra de los hermanos Suomalainen y suena de maravilla. Su diseño no puede ser más llamativo. El mobiliario de la iglesia (altar, pila bautismal y bancos) también salió del estudio de los arquitectos que vieron en la naturaleza la mejor forma para interpretar y representar la belleza de la creación.
El muro que rodea la iglesia ha sido construida de piedras de cantera y se mantienen unidos con fijaciones de acero. Las áreas plantadas en las rocas fueron diseñados por el arquitecto especialista en jardinería, Erik Sommerschield. El hecho de que Temppeliaukio haya sido excavada y construida en roca de granito simboliza la permanencia y la solidez de los valores cristianos. El ambiente interior resulta conmovedor, sugestivo y emocionante.
Fotos: Juan Carlos Díaz Lorenzo
Bibliografía:
Schalin, Mona. «Architecture 1930-2000». En Art in Finland, p. 383. Helsinki, 2000.
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