Se han cumplido 60 años de la apertura del emblemático “Tahití”, un bar cafetería restaurante de referencia en Santa Cruz de Tenerife. En noviembre de 1963, Juan Lorenzo Hernández, natural de Fuencaliente de La Palma y emigrante retornado de la entonces pujante Venezuela, abrió las puertas de un nuevo establecimiento situado en la hoy Rambla de Santa Cruz, frente a la Plaza de Toros, que en poco tiempo adquirió merecida fama.
Juan Lorenzo Hernández abrió el “Bar Tahití” después de haber vendido una frutería que todavía existe en la calle San Francisco, a un herreño llamado Juan Zamora Armas, que después revendió a su cuñado Juan Castañeda Martín. No había cumplido aún los treinta años cuando una casualidad puso en su camino una casa terrera en la que también había una tienda de unos paisanos que se iban para Venezuela. Una prima, Esther Curbelo Lorenzo, que estudiaba para maestra nacional, le sugirió un nombre exótico, Tahíti, una isla paradisiaca del Pacífico y ese fue el motivo central, con una palmera tropical, del primer cartel luminoso que tuvo el nuevo bar.
El ”Bar Tahití” comenzó su andadura con la ayuda de su madre, doña Maruca Hernández de Paz y de su hermana Manola en la cocina; su cuñado Manuel Govea Toledo, palmero de Argual, recién licenciado del servicio militar en Sidi-Ifni y Armando Lorenzo Carballo, un jovencísimo paisano y pariente venido desde Fuencaliente de La Palma, a quien un tiempo después se uniría su hermano Jorge. Luego vendrían José Antonio, Carmen en la cocina y otros empleados, buenos trabajadores, unos de más largo recorrido que otros, pero todos comprometidos y leales con sus patronos, hombres justos y generosos.
El ”Bar Tahití” era entonces un establecimiento clásico entre tantos bares que había en Santa Cruz de Tenerife y buena parte de ellos regentados por palmeros oriundos de Fuencaliente de La Palma, que habían emigrado de su pueblo natal desde finales de los años cuarenta: “El Puerto”, “La Viña del Loro”, “La Nueva Viña Palmera”, “Orinoco”, “La Gloria”, “La Caleta”, “La Marina”, “Estadio”, “Canarias”, “El Morrito”, “Sputnik”, “La Flor de Venezuela” y tantos otros son nombres de locales que fueron propiedad de paisanos que forjaron un futuro diferente a base de trabajo y trabajo de sol a sol.
En el caso del “Bar Tahití”, la proximidad de la Plaza de Toros se convirtió en un aliciente de primer nivel. Los combates de boxeo de Sombrita y Barrera Corpas, los festivales musicales con figuras como Manolo Escobar, que llenó de propinas al joven Armando Lorenzo Ccarballo y las corridas de toros –entre ellas una muy famosa en la que toreó Manuel Benítez “el Cordobés”– y la facilidad que había entonces para aparcar en el tramo central de la Rambla en doble y hasta triple fila, convirtieron al “Bar Tahití” en un referente de los taxistas de Santa Cruz, que entonces la mayoría conducían coches Austin Cambridge y después Peugeot 404. Al mismo tiempo se convirtió en un punto de encuentro de la colonia y los transeúntes palmeros. Luego vendrían los Carnavales con los bailes de las grandes orquestas como Billo’s Caracas Boys, cuyos integrantes visitaron el local y las recaladas de los clientes del cercano King’s Club, propiedad de otro paisano de Fuencaliente de La Palma, Blas Miguel Cabrera.
En 1968, Juan Lorenzo Hernández abrió el “Bar Hawai”, situado en un pequeño local en la esquina de las calles La X y Carmen Monteverde y un año después llegó de Venezuela su hermano Félix Lorenzo Hernández y su familia. Paradigma de hombres inquietos, de audaz visión en el mundo de los negocios, trabajadores incansables, representantes dignos de una generación que abandera el esfuerzo, el tesón, el sacrificio y el afán de superación como forma de evolución en el espacio vital, emprendieron otras iniciativas relacionadas con el sector de la agricultura, en las que también alcanzaron merecido éxito, aunque ellos prefirieron siempre la humildad y la discreción en su trabajo y en su forma de ser.
El siempre bien recordado y admirado maestro de periodistas José Alberto Santana, “Altober”, era uno de sus clientes asiduos –como hoy lo es Daniel Millet– y alguna vez encontró entre café y café en el “Bar Tahití” la inspiración necesaria para sus famosas “altoberadas”. Los pilotos de Iberia que se alojaban en el hotel Mencey venían a comprar mazos de puros palmeros para llevárselos a la Península y los profesores del Colegio Hispano-Inglés y de la Pureza, el personal de Sanidad y en otro tiempo de la antigua Clínica Capote y otros muchos clientes encuentran hoy en “Tahití” su punto de referencia en la pausa de la vida cotidiana.
Con Félix Lorenzo Hernández envuelto en la emigrante memoria del sueño eterno y su hermano Juan Lorenzo Hernández fiel y leal a sus convicciones a sus 90 años recién cumplidos, el testigo lo ha tomado desde abril de 2006 Juan Lorenzo Hernández Jr., hijo menor del fundador. Un hombre joven y dinámico formado en el sector de la hostelería, que habla varios idiomas, ha visto mundo y ha fortalecido la trayectoria reciente del “Bar Tahití”, o “Tahití” a secas, con una envidiable visión.
La calidad y el buen trato en el servicio, la constancia y la seriedad en el trabajo que acreditaron a su padre y a su tío, acreditan ahora a quien continúa una trayectoria ejemplar en segunda generación, que ha consolidado una clientela que se siente orgullosa y satisfecha de lo que encuentra cada día en “Tahití” bar, cafetería y restaurante.
En ese empeño, Juan Lorenzo Hernández Jr. está acompañado de un grupo de leales colaboradores, empleados del “Tahití” cada cual responsable de su cometido cotidiano. En ocasiones, el comedor acoge exposiciones artísticas y bordeando las paredes del local principal se encuentran algunas de las fotos de los primeros años del emblemático bar que forman parte de la bien merecida fama y prestigio que ha sabido afianzar a lo largo de sesenta años, fruto de las cosas bien hechas. “Las raciones son abundantes, los menús muy ricos”, “comida casera deliciosa, muy buena atención y buen ambiente” y “excelente servicio, buena comida y variada a precios económicos”, son algunos de los comentarios que leemos en las redes sociales.
Felicitamos a la familia Lorenzo Hernández y Hernández Reyes por el éxito de “Tahití” bar cafetería y restaurante a lo largo de los últimos sesenta años y reconocemos su entrega y dedicación a la sociedad de Santa Cruz de Tenerife, como uno de los emblemas de la ciudad a la que han dedicado sus mejores desvelos y también sus mejores afanes.
Cincuenta años después
Sesenta años después
Apertura del Bar «Hawai»
Fotos: cedidas para puentedemando.com