Se han cumplido 50 años del terremoto que sacudió a la ciudad de Caracas y el Litoral Central en la noche del 29 de julio de 1967. Sucedió a las 20,05 h local de Venezuela, con el epicentro localizado a unos 70 kilómetros de la costa, en las profundidades del mar Caribe. Raúl Leoni ostentaba entonces la presidencia de la República y la voz popular lo llamó el “terremoto cuatricentenario”, por su coincidencia con la fecha fundacional de la ciudad.
En la capital del país, el seísmo alcanzó 6,7 grados en la escala de Ritcher y tuvo una duración de 35 segundos. Siguieron varias réplicas y, en el recuento final, hubo 236 muertos registrados, unos dos mil heridos de diversa consideración y daños materiales por valor de unos 450 millones de bolívares, algo más de diez millones de dólares al cambio de la época.
Unas ochenta mil personas perdieron sus viviendas, sobre todo quienes habitaban en los cerros y cinturones de pobreza de Caracas y alrededores. Seis edificios totalmente resultaron destruidos, otros 40 declarados no habitables, 180 sufrieron deterioros graves y un número no cuantificado de viviendas, de uno y dos pisos, resultaron dañados en fachadas, paredes, frisos, balcones, cornisas y aleros. Altamira y Los Palos Grandes fueron los barrios más afectados en Caracas, así como Arrecife, Naiguatá, Caraballeda y el hotel Macuto Sheraton, en la zona del Litoral Central.
Según estimaciones oficiales, en la actualidad el 80% de la población venezolana habita en zonas de alto nivel sísmico. Cincuenta años después, otro terremoto de imprevisibles consecuencias sacude la convivencia social en el país tan entrañablemente unido a nuestra memoria.
Foto: Funvisis / El Nacional Web