Los pronósticos se han cumplido. Sauli Niinistö ha sido reelegido presidente de la República de Finlandia en la primera ronda de las presidenciales, con el 62,5% de los votos, caso único en la historia política del país nórdico. En las elecciones de 2012 ganó en segunda vuelta con el 62,8% de los sufragios. El cargo tiene una duración de seis años, de modo que el segundo mandato presidencial será la continuación de una política y una forma de ser –el deseo de una bella Finlandia– que goza del aprecio mayoritario del pueblo finés.
Dicen los analistas políticos que Niinistö es el segundo presidente más popular en la historia de Finlandia, sólo superado por el legendario Urho Kekkonen, que lideró el país durante un cuarto de siglo y supo mantener un difícil equilibrio en sus relaciones con la URSS y Occidente durante la guerra fría. En la misma línea, Niinistö ha demostrado que es un político pragmático y ha mantenido unas buenas relaciones con la Rusia de Vladímir Putin, así como la OTAN, de la que Finlandia no es miembro aunque mantiene vínculos importantes. Rusia es el principal socio comercial del país nórdico y Finlandia ha sido uno de los más afectados por la política rusa hacia la Unión Europea como respuesta a las sanciones contra Moscú a raíz de la anexión de Crimea y la guerra en el este de Ucrania.
Sauli Niinistö (Salo, 1948), graduado en 1974 en Derecho en la Universidad de Turku, entró en política activa cuando había cumplido algo más de 30 años y resultó elegido parlamentario en 1987. Desde entonces, su carrera ha sido notable. Nombrado en 1994 presidente del Partido Conservador, en 1995 formó un gobierno de coalición con los socialdemócratas, etapa en la que asumió el Ministerio de Justicia (1995-1996) y el Ministerio de Economía (1996-2003). Entre 1998 y 2002 fue presidente del Partido Popular europeo y en 2003 fue designado presidente honorario. Durante cuatro años, hasta 2007, ocupó la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones.
En la década de los noventa, cuando Finlandia vivió una severa crisis económica, Niinistö fue acusado del desmantelamiento del estado del bienestar de que disfrutaba entonces el país. Su respuesta fue clara: hasta su llegada al Ministerio de Economía, un tercio del presupuesto del Estado era financiado con préstamos, por lo que a partir de entonces se impuso el saneamiento financiero mediante ajustes drásticos que no siempre fueron bien entendidos.
Sauli Niinistö y el líder socialdemócrata Paavo Lipponen están considerados los artífices de la inserción de Finlandia en la Unión Europea y en la eurozona. A su iniciativa, Finlandia adoptó el euro y se desmarcó del resto de países nórdicos, que optaron por mantener sus propias monedas, caso de Suecia y Dinamarca, o por permanecer fuera de la UE, como sucede con Noruega e Islandia. Niinistö es un firme defensor de Europa a pesar de la grave crisis de la deuda que sufría la UE cuando accedió a la presidencia y el coste de los rescates de países con problemas financieros, principal motivo del aumento del euroescepticismo entre la ciudadanía finlandesa; momento en el que el gobierno se mostró más exigente y crítico con sus socios europeos, lo cual originó algunas tensiones en Bruselas.
Ha demostrado que es un candidato paciente, al que sus oponentes definen como “obstinado y calculador”. Esperó al menos doce años hasta alcanzar la presidencia de la República en 2012. En las elecciones de 2006, y contra todo pronóstico, estuvo a un palmo de arrebatarle la reelección a Tarja Halonen, por un estrecho margen de sólo tres puntos. Además, próximo a los comicios presidenciales, Sauli Niinistö presidió los actos del centenario de la independencia de Finlandia, un hito histórico que se celebró el 6 de diciembre de 2017 dentro y fuera del país con la solemnidad debida.
Con su abrumadora reelección, Sauli Niinistö y el Partido Conservador mantienen la Presidencia de la República, lo que no lograba desde 1956, cuando ganó Urho Kekkonen (Unión Agraria, luego Partido del Centro) y aleja la hegemonía socialdemócrata de tres décadas en la jefatura del Estado, representada por Mauno Koivisto (1982-1994), Martti Ahtissari (1994-2000) y Tarja Halonen (2000-2012).
El duodécimo presidente de la República de Finlandia relevó a Tarja Halonen –primera mujer que accedió a la más alta magistratura de Finlandia–, después de haber permanecido doce años en el cargo, el máximo permitido por ley. Bien es verdad que el sistema político convierte a su presidente –cargo instituido en 1919– en una figura simbólica excepto en materia militar y política exterior, aunque siempre está considerado un factor de influencia sobre la opinión pública y Niinistö tiene calado, como lo ha demostrado con su reciente reelección y evidencia que la figura del presidente sigue siendo la más valorada en la sociedad finlandesa.
Quienes le conocen dicen que es un hombre de carácter introvertido a quien la sombra de la tragedia ha marcado su vida privada. En 1995, cuando hacía campaña para el Parlamento, su esposa falleció en un accidente de tráfico. En la Navidad de 2004, estando de vacaciones en Tailandia con sus dos hijos, fue sorprendido por el devastador tsunami del que lograron sobrevivir de milagro. En 2009 contrajo matrimonio con Jenni Haukio, jefa de prensa del Partido Kokoomus, 25 años más joven y con quien en breve tendrá un hijo.
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