Este templo es, sin duda, el más antiguo testimonio de la vida eremita y único ejemplo de iglesia rupestre, excavada en la roca, que existe en Galicia y, al mismo tiempo figura entre los más antiguos de Europa. Se considera la posibilidad de que existiese tal vida eremita en la zona desde finales del siglo IV, en alguna cueva natural, lo que posteriormente daría origen a varias celdas primitivas. Tales peculiaridades hicieron factible que fuera declarado Monumento Nacional en 1923.
Es de advertir la situación del enclave, en la comarca de la Ribeira Sacra, en un paraje de exuberante vegetación que se abre sobre la hoz del río Rebordoverde, afluente del Loña, en la cuenca fluvial del Miño. El lugar está integrado en un paisaje de formas graníticas redondeadas, que abundan de forma muy característica.
Su antigüedad, según las hipótesis que se barajan apoyadas en el testimonio de la lápida epigráfica[1] allí encontrada y depositada desde 1970 en el Museo Arqueológico Provincial de Ourense, se remonta al año 573, época de la monarquía sueva en Galicia, en tiempos del obispo Vitimaro, uno de los participantes en el Concilio de Braga en el que se asentaron las bases de la actual división eclesiástica, tanto en lo referido a las parroquias como a los obiscopados de Galicia y Portugal. Dicha fecha lo convierte, con mucha diferencia, en el monasterio más antiguo con alguna constancia documental.
La citada lápida dice lo siguiente:
+ HEREDITAS : N
EVFRAXI : EVSANI:
QVINEDI : EATI : FLAVI:
RVVE : ERA : Dª C.Xª I:
Las interpretaciones de este texto difieren, pues sólo se puede afirmar que se refiere a una herencia (hereditas) que en la fecha señalada posiblemente reciben las cinco personas nombradas en las dos líneas siguientes, lo que sugeriría un monasterio de tipo familiar, propio de la época. En cuanto a la fecha, se contradice con la ornamentación prerrománica, compartida con el primitivo soporte del altar, lo que retrasaría la datación sensiblemente. En todo caso, en la actualidad existen discrepancias en cuanto a su interpretación y a que perteneciese en origen al monasterio, aunque la lápida fuese hallada en el mismo, por lo que sería discutible considerarla fundacional, como formulan algunos autores.
Si bien esta lápida para algunos sería la fundacional, otros autores sostienen que se trata de un simple testamento, por lo que el cenobio ya existiría anteriormente, quizás desde los primeros tiempos del cristianismo en Galicia, es decir, desde la época romana, y continuó en el tiempo hasta la invasión musulmana de la península, cuando la inseguridad imperante hizo abandonar la mayoría de estos templos, debido a las constantes hostilidades de los sarracenos, destacando, entre todas ellas, la realizada en el año 726 por tierras de Galicia y Portugal.
El templo quedó abandonado hasta el año 900, en que Alfonso III inicia la repoblación y, según la tradición, la vida monástica sería restaurada por el caballero Gemondo, de quien se dice que encontró el monasterio por casualidad durante una cacería, abandonado y escondido bajo la maleza, siendo rehabilitado y convirtiéndose el citado personaje en su primer prior. A partir de aquí volvió a ser habitado como consta en numerosos documentos referentes a donaciones hechas a este monasterio, como el privilegio otorgado el 23 de abril de 1007 por Alfonso V o su dependencia de Celanova, en el que confirma todas las donaciones que Alfonso III y varios de sus sucesores habían hecho a su favor.
No obstante, según explica Luis Méndez Pérez, sería en el siglo XII cuando “el centro vivirá su etapa de máximo esplendor pasando a ser uno de los numerosos monasterios que jalonan las orillas del Sil y que le valieron a este lugar el nombre de Ribeira Sacra, siendo en esta época cuando se construyan los arcos que refuerzan las estructuras rupestres del lugar”[2].
La concesión de sucesivos privilegios y donaciones reales no impidieron la existencia de conflictos con los nobles de la comarca, que habrían de prolongarse en el tiempo, hasta que en 1506 se incorpora el citado templo a la Congregación de San Benito el Real de Valladolid, anexo al monasterio de Celanova. Ello permitió, en el siglo XVII, la renovación del edificio del priorato y en el siglo XIX, poco antes de la exclaustración –en que la iglesia fue convertida a parroquia hasta su nuevo abandono– la construcción de la fachada de la denominada “iglesia nueva”.
De la primera época se conserva un altar, actualmente depositado en el Museo Arqueológico Provincial de Ourense, que algunos estudiosos datan del siglo X, cuyo frente está recorrido por una serie de pequeños arcos de herradura, asemejándose en su estructura a las aras romanas, con unos motivos decorativos muy similares a los de la lápida fundacional del siglo VI, de ahí las controversias para su datación, considerando que tales motivos son bastante frecuentes durante el dilatado período que abarca el arte prerrománico gallego. Asimismo es preciso destacar los restos de pinturas murales del siglo XII encontrados en el recinto, en los que se representa un mapamundi medieval y aunque apenas pueden verse, resultan de sumo interés por tratarse del único ejemplo de pintura mural románica que se conserva en Galicia.
La iglesia rupestre, excavada en una única roca, está formada por tres pequeñas naves desiguales con sus correspondientes ábsides semicirculares, con bóvedas aproximadamente de cañón que arrancan de una tosca imposta corrida. La nave central es rectangular, con un arco de refuerzo añadido en el siglo XVI que la divide en dos tramos casi iguales, más estrecho el primero. En el segundo tramo se abre un lucernario excavado en la roca, que iluminaba cenitalmente la iglesia. Presidía la capilla mayor, flanqueada por dos hornacinas con arco de medio punto, un altar sobre el soporte prerrománico ya citado, constituido este por un paralelepípedo granítico de planta cuadrada decorado con arcos geminados en forma de herradura por sus cuatro lados, de claro aspecto visigótico o mozárabe, e incluso anterior.
En opinión del profesor Manuel Núñez, constituye “un simulacro dunha estrutura arquitectónica plana. Este motivo encontra o seu lugar dentro da xeral orientación dalgunhas estelas ou aras votivas romanas…”[3]. En el primer tramo de esta nave se abren dos sencillos arcos semicirculares que la comunican con las otras dos. La nave del lado del Evangelio forma un cuadrilátero irregular y presenta en el lado norte un arco excavado que posiblemente acogería un sepulcro, con restos de una pintura mural que el profesor García Iglesias considera un mapamundi que “debe entenderse como una variante de la miniatura de un Beato que ofrecía este tema. La época en que se llevó a cabo ha de encuadrarse entre 1175 y 1200; responde al estilo románico”[4].
La nave del lado de la Epístola, de forma trapezoidal alargada, tiene un arcosolio tallado en la roca en el que se encontraba, en el lado sur, la lápida epigráfica hoy trasladada al Museo Arqueológico Provincial de Ourense.
La antigua fachada está constituida por una triple portada. La central y la de la derecha son románicas, posiblemente del siglo XII. Ambas están construidas en sillería bajo arcos tallados en la roca. La central es muy sencilla, compuesta por doble arquivolta, en realidad un arco doblado, con capiteles de decoración geométrica sobre pilastras integradas en los muros. La del lado de la Epístola es más pequeña y similar a la anterior. A su derecha se encuentra un nicho en arco de medio punto con los sepulcros de dos caballeros yacentes. La portada del lado del Evangelio, del siglo XVI, consiste en un sencillo arco de medio punto.
Debido a que la antigua iglesia resultaba pequeña para las necesidades del monasterio, se construyó delante de la fachada románica, posiblemente a principios del siglo XIII, una nave transversal conocida como “iglesia nueva”. A la izquierda de la entrada se organizó posteriormente un nuevo presbiterio, al que se accede por un sencillo arco de medio punto sobre elementales capiteles integrados en el muro. El suelo de esta nave está lleno de sepulcros antropomorfos excavados en la roca, como algunos de las capillas hipogeas.
Una de las fachadas de la iglesia y la espadaña fueron reconstruidas a finales del siglo XV o principios del XVI. Destaca la espadaña, construida sobre una roca y en la cual se ha tallado un gran arco bajo el que se accede al antiguo cementerio parroquial y a la parte superior del conjunto, donde se hallaba situado el antiguo monasterio, aunque otros historiadores sitúan en el lugar de la antigua casa prioral. La actual fachada principal de la iglesia, muy sencilla pero de cuidada cantería, fue reconstruida en el siglo XIX, en estilo neoclásico.
Al sur de la iglesia se encuentra el edificio del antiguo priorato, del siglo XVII, en cuya construcción posiblemente se utilizaron los restos del antiguo monasterio, que ha sido recientemente reconstruido. Sus fachadas, de gran sobriedad, solo destacan por los balcones de piedra situados en las esquinas. Entre ambos edificios se encuentra una nueva zona de enterramientos antropomorfos, con ocho sepulcros orientados hacia el oeste, de forma análoga a los del interior de la iglesia.
Notas
[1] Mide 82 cm de largo por 49 cm de ancho y sólo le falta la esquina superior derecha. Está escrita en latín con caracteres y ornamentación funicular de apariencia prerrománica, visigótica o mozárabe.
[2] Méndez Pérez, Luis. San Pedro de Rocas, en Enciclopedia de los Monumentos de Galicia. Editorial SOS. Vigo, 1999.
[3] Núñez Rodríguez, Manuel. Arquitectura Prerrománica. Colexio de Arquitectos de Galicia, 1978.
[4] García Iglesias, José Manuel. Pinturas murais de Galicia. Xunta de Galicia. Santiago de Compostela, 1989.
Bibliografía
García Iglesias, José Manuel. Pinturas murais de Galicia. Santiago de Compostela, 1989.
Méndez Pérez, Luis. San Pedro de Rocas, en Enciclopedia de los Monumentos de Galicia. Vigo, 1999.
Mosteiros e conventos de Galicia, en www.udc.es.
Núñez Rodríguez, Manuel. Arquitectura Prerrománica. Colexio de Arquitectos de Galicia, 1978.
Fotos: Ipomar47 (flickr)
(*) Licenciado en Historia del Arte. Universidad de Santiago de Compostela