De Rosalía Pérez Hernández siempre nos cautivó su compostura y la elegancia de sus formas. Cualidades importantes en el buen y bien hacer de una persona de orden y respeto con la que siempre mantuvimos un trato cercano y amable. Se nos ha ido de este mundo terrenal todavía en edad temprana y en estos momentos de tristeza, el rosario de los recuerdos evoca la memoria fértil de los buenos tiempos compartidos, que fueron unos cuantos, a decir verdad.
Rosalía Pérez Hernández abandera a toda una generación, la de la inmediata posguerra, formada por mujeres que quisieron ser y hacer más y mejores personas. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, en la especialidad de Filología Románica y ejerció como profesora del Instituto “Virgen de las Nieves” de la capital palmera. Pudo haber elegido otro destino y, sin embargo, siempre quiso vivir en su patria chica, a la que amó sin límites.
Cuando entró en política, a comienzos de los años noventa del siglo pasado, lo hizo por la puerta grande del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, su ciudad natal, en el que ejerció concejal de las áreas de Cultura y Seguridad Ciudadana y después, en junio de 1996 fue nombrada delegada insular del Gobierno en La Palma, siendo la primera mujer que desempeñó dicho cargo.
En consonancia con su forma de ver las cosas y de entender la vida, nunca tuvo apego por las cosas efímeras y cuando cumplió su ciclo político siguió siendo siempre la misma persona. La que conocimos hace algo más de treinta años y a quien recordaremos con el afecto y el respeto con que siempre nos correspondió. Descanse en paz.
Foto: cedida