Veintiún años después del atentado de la avenida de Los Próceres, del que Rómulo Betancourt (1908-1981) logró salir con vida, el ex presidente venezolano se encontraba en Tenerife para recibir el título de Hijo Adoptivo de la villa de La Orotava. Recordamos con precisión el emotivo acto celebrado en la noche del 25 de junio de 1981 en la plaza de San Juan del Farrobo, con motivo del 300º aniversario de la fundación de la iglesia de San Juan Bautista en la “villa arriba”, pues nos correspondió acompañarle durante su estancia en la isla, formando parte del equipo que había organizado el entonces cónsul general de Venezuela en Canarias, Jesús Enrique Márquez Moreno.
Betancourt había sido presidente provisional de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1945-1948) que derrocó a Isaías Medina Angarita y cedió el testigo a Rómulo Gallegos. Tras la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y como líder de Acción Democrática, asumió de nuevo la presidencia (1959-1964) tras las elecciones celebradas el 7 de diciembre de 1958, en las que obtuvo casi el 50% de los votos.
Le correspondió un mandato complicado, caracterizado por una apertura a la estabilización de la democracia venezolana, la promulgación de una nueva Constitución, la reforma agraria, el desarrollo de la industria petrolera con la adhesión de Venezuela a la OPEP, la fuerte inversión en el sector educativo y el cese de relaciones con gobiernos ilegítimos o dictatoriales. También tuvo que enfrentarse a duros ataques internos y externos de guerrillas, huelgas laborales, intentonas golpistas e intentos de asesinato.
Rómulo Betancourt había hecho escala el 10 de agosto de 1970 en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, cuando viajaba a bordo del trasatlántico italiano “Donizetti”. Bajó a tierra apenas unas horas y se sentó un buen rato en la terraza del bar “Atlántico”, entonces un referente de la vida social de la capital tinerfeña.
En su segunda estancia en Tenerife, Rómulo Betancourt se pronunció a favor para que América Latina, “nido de tantas dictaduras”, terminara por ser el continente de la libertad. Betancourt había viajado a Canarias para reencontrarse con el lugar de nacimiento de su padre en San Juan del Farrobo, un barrio humilde de la zona alta del municipio de La Orotava.
Betancourt llegó a la isla el 23 de junio de 1981. Al día siguiente hicimos un recorrido por el parque nacional de las Cañadas del Teide. El día 25 visitó el Ayuntamiento de La Orotava –en tiempos del alcalde Francisco Sánchez, amigo de grato recuerdo– y desde el balcón principal admiró la alfombra de arena volcánica del Teide elaborada con motivo del Corpus Christi.
Por la noche, Betancourt se emocionó cuando llegó al lugar y en su discurso de agradecimiento dijo que “recibo la distinción de Hijo Adoptivo del valle de La Orotava, no como ex presidente de Venezuela, sino como hijo de quien me dio la posibilidad de trabajar como lo he hecho por mi América”, leemos en la crónica de los corresponsales de El País, Carmelo Martín.
Al día siguiente el ex-presidente venezolano, acompañado de su esposa René Hartmann y las primeras autoridades de Tenerife asistieron a la procesión de la Octava del Corpus y el día 29 regresó a Venezuela desde el aeropuerto Tenerife Sur, donde tuvimos la ocasión de entrevistarle y despedirle antes de su partida. Falleció el 28 de septiembre de 1981 en Nueva York, cuatro días después de sufrir un derrame cerebral, cuando contaba 73 años de edad. Recibió sepultura en Venezuela con honores de Estado, en una de las mayores manifestaciones de duelo de la historia contemporánea del país.
Foto: Archivo de Carlos García