A la familia escolapia, en el 75 aniversario de su presencia en Tenerife
(*) Máster Universitario en Ciencias de la Comunicación (ULL). Licenciado en Historia del Arte (USC)
Enrique Wolfson Osipoff, nacido en Rusia en 1857, salió huyendo de su país por la persecución de los judíos y en 1885 consiguió la nacionalidad británica. Un año después, a la edad de 29 años, llegó a Santa Cruz de Tenerife cuando iba camino de Sudáfrica y decidió quedarse en la isla porque, según manidestaba, se quedó gratamente impresionado con lo que vio en la capital tinerfeña. El tiempo le daría la razón.
Desde sus inciertos orígenes como aventurero, Wolfson se labró un respetable prestigio como empresario. Compró tierras en el sur de la isla para el cultivo de tomates, fundó la primera empresa de gas en la capital de Canarias y también alcanzó un relevante papel social, siendo varias veces presidente del Club Británico de la ciudad y miembro de la junta rectora de la iglesia protestante que existía en Santa Cruz desde finales del siglo XIX. Su olfato para los negocios, sus contactos en Inglaterra a través de Burell y sus magníficas relaciones con la comunidad inglesa en Tenerife jalonaron el éxito de todas sus empresas.
La mayor contribución de Henry Wolfson a la economía de Canarias fue su logro en la exportación de tomates, principalmente a su país adoptivo, en el que sabía que existía un mercado interesante. Y eso a pesar, como explica Austin Baillon, de que “hubo mucha resistencia por parte de los campesinos para cultivar tomates, porque no los conocían, no les gustaban y no los comían”.
Para incentivar el nuevo cultivo, Wolfson recurrió en 1887 a una curiosa estrategia, en la que ofrecía a los agricultores un kilo de papas a cambio de un kilo de tomates, repartiéndoles gratuitamente toda la semilla que desearan. El éxito fue notable y en poco tiempo se produjo un despegue importante en la exportación tomatera, hasta el punto de que en 1890 fueron embarcadas 100 toneladas con destino a Inglaterra, lo que provocó pingües beneficios para el bolsillo de su promotor.
Wolfson & Cía. tuvo su sede en la calle Eduardo Cobián y desempeñó destacadas labores como banquero, agentes de seguros y consignatario de buques. Un ejemplo de su talante emprendedor fue la creación de la empresa The Tenerife Gas & Coke Co., establecida para facilitar el suministro municipal de gas a la ciudad, cuyo contrato estuvo vigente hasta 1897. Entre las principales navieras de las que ostentaba la representación en Tenerife, cabe citarse, a finales del siglo XIX, a las compañías Forwood Bros., The Natal Line of Steamers, Bucknall Steamship Lines, Bullard King & Co. y Hamburg Bremer Afrika Linie.
En 1893, Wolfson y Barker compraron al Banco Hipotecario de España la finca más grande que por entonces existía en Tenerife, la de Hoya Grande, en Adeje, así como el arriendo de la finca de Los Olivos, en 1896, situada en el mismo municipio, destinadas a la producción de cochinilla. La primera tenía una extensión de 14.000 fanegadas y la segunda, 8.000 fanegadas y el precio pagado, en aquella época, fue de 225.000 pesetas. La caída del mercado de la cochinilla imposibilitó a sus anteriores propietarios que pudieran cumplir con sus compromisos financieros. La finca de Hoya Grande era una instalación modélica para la época, en la que se cosechaba uno de los plátanos más apreciados en el mercado británico.
La falta de un servicio marítimo organizado entre Tenerife y La Gomera motivó algunos intentos empresariales para satisfacer esa necesidad y, así, en 1895 se constituyó la Compañía de Navegación de Tenerife, con un capital social de 20.000 pesetas, en la que Enrique Wolfson figuraba como secretario. El servicio se inauguró en 1896 con el vapor “Tenerife” y se mantuvo hasta 1906, en que fue suspendido definitivamente.
Santa Cruz de Tenerife honra la memoria de este personaje con una calle que discurre paralela a la rambla de Santa Cruz. Henry Wolfson falleció en París el 7 de octubre de 1909, cuando contaba 52 años de edad.
Hotel “Quisisana”
En Santa Cruz de Tenerife, Henry Wolfson dejó uno de los signos más visibles de su poderío económico y social. Se trata de un edificio singular que domina toda la ciudad: el Quisisana, nombre extendido en Italia y siempre relacionado con la actividad hotelera de salud y reposo.
Wolfson encargó el proyecto a un arquitecto de relieve en aquel momento: Mariano Estanga y Arias Girón, a quien su comitente le impuso una forma que recordara a los castillos de Inglaterra y como hotel alojaría a los viajeros ingleses que hicieran escala en Santa Cruz de Tenerife en sus viajes a las colonias africanas.
Estanga siguió los gustos de la Inglaterra victoriana, a base de imitar los planteamientos que Thomas Hope hiciera desde 1835, es decir, aunar los logros de los estilos pasados. Por eso, como explica el profesor Alberto Darias Príncipe, “no tiene inconveniente en fundir soluciones tan dispares como la torre de los palacios comunales italianos con los donjon de las fortificaciones francesas, pero siempre con un persistente leitmotiv donde el gótico tudor, ya fuera en unos espacios fuertemente roturados en el interior, ya en el exterior combinados con elementos que la fantasía romántica aproximaba al mundo ruskiniano. Tales fueron los resultados en el gran hall o en el camino de ronda enlazado con tracerías ojivales, confiriendo siempre una calidad monumental al edificio”.
De modo que el edificio del hotel “Quisisana” se encuadra dentro de un estilo historicista definido por medio de un lenguaje neogótico partiendo de una idea tan practicada en la Inglaterra victoriana. El conjunto no sólo reproduce las formas de un orden medieval determinado, sino que sobre estas formas y volúmenes crea ambientes originales y evocadores.
Las obras comenzaron en 1902. En mayo de 1903, los trabajos de mampostería estaban bastante avanzados y se había realizado la distribución interior. En agosto de 1904 se procedía a enlucir las paredes de la fábrica y la inauguración, que estaba prevista a mediados de noviembre, se efectuó el 5 de diciembre de 1904. Fue su primer director el señor C.H. Trenkel.
Paralelamente, toda la colina y su entorno se plantó de árboles, configurándose así un parque espléndido, al que se le añadió un variado mobiliario entre el que figuraba el quiosco que, con motivo de la llegada del rey en 1906, el propio Mariano Estanga había diseñado como desembarcadero. Cuando la visita real quedó en el recuerdo, el quiosco en cuestión fue adquirido por el hotel Quisisana para su utilización como pabellón de reposo.
El establecimiento contaba con un rico mobiliario importado de Inglaterra, además de todas las comodidades técnicas del momento, como la novedosa instalación eléctrica; los materiales y los técnicos se desplazaron desde Inglaterra, pues en aquel tiempo era muy complicado adquirirlo en España. También se instaló en el hotel el primer montacargas con el que contó la isla y una rudimentaria instalación telefónica, de la que Enrique Wolfson había sido pionero en Tenerife cuando colocó línea directa entre su casa de la calle del Castillo y la finca de la Cuesta.
Desde 1922 hasta 1934 el hotel fue regentado durante las temporadas de invierno por Enrique Talg Schulz junto a su esposa Ida Wyss. Cerrado el establecimiento, el edificio quedó bajo la custodia del Cabildo Insular. Y es, entonces, cuando aparecen en escena los primeros padres escolapios.
Colegio de las Escuelas Pías
En los inicios de la guerra civil española llegó la primera semilla escolapia a Tenerife de la mano de los padres Juan Vila y Honorato Autmallé. Huían de Barcelona por la sanguinaria persecución de que eran objeto los sacerdotes y religiosos por parte de los exaltados.
Llegaron a Santa Cruz y se alojaron en el «Hotel Orotava» –precisa el historiador militar Juan José Arencibia de Torres-, donde hoy se levanta el edificio Olimpo, organizaron una academia y empezaron a dar clases. Querían viajar a América, pero en Santa Cruz se dieron cuenta que en la capital tinerfeña estaban llamados a realizar su tarea. Para ello, autorizados por sus superiores, alquilaron una casa con jardín en la calle La Salle, donde hoy se alza el Colegio de San Ildefonso y fundaron la que llamaron Academia Calasancia, que pronto reunió a un centenar de alumnos.
Terminada la guerra, regresaron a sus comunidades en Cataluña e informaron a sus superiores de la acogida que habían encontrado en Tenerife, lo que dio lugar a que se entablaran contactos entre los superiores de las Escuelas Pías y la Asociación Católica de Padres de Familia de Santa Cruz, auspiciados por el jesuita Luis María de Eguiraun, Juan P. Alonso, Cándido Luis García Sanjuan, Andrés Llombet y Maximino Acea Perdomo, entre otros.
En el verano 1940, Antonio Sáez y Pilar Monteagut, suegros del doctor Tomás Zerolo Fuentes, presidente de la citada asociación, se personaron en el colegio madrileño de San Antón para pedir la fundación de un colegio en Santa Cruz. A pesar de la escasez de sacerdotes escolapios que había en Castilla, donde más de un centenar habían sido asesinados por los milicianos del Frente Popular, el padre provincial aceptó el reto. Habló con el doctor Tomás Zerolo y recibió una oferta del gobernador civil de instalarse en el edificio del antiguo Hotel Quisisana, propiedad entonces a la Junta Insular de Turismo.
Los primeros padres escolapios llegaron en septiembre de 1940. Fueron Andrés Moreno Gilabert (director), Rufino Gutiérrez, Federico Alonso, José Marco y Jesús María Echanojáuregui, y el hermano José Ruiz. El 17 de octubre abrió sus puertas el colegio con 256 alumnos, cifra que aumentó rápidamente. El edificio fue adquirido dos años después y en 1943 se inauguraban las primeras obras de adaptación.
El capitán general Francisco García-Escámez e Iniesta, con dinero del Mando Económico, impulsó la primera ampliación consistente en un pequeño pabellón bajo, con unas pocas habitaciones, junto al antiguo salón de baile. En 1955 se llevó a cabo el nuevo pabellón, el salón de actos y se iniciaron las obras de la capilla, que sería inaugurada en 1959.
El arquitecto del ala oeste, José Blasco Robles, logró una discreta adaptación de los nuevos espacios escolares a la obra existente, pero sin el refinamiento del historicismo de Mariano Estanga. Esta situación se puede justificar porque, en estos años, ni se contaba con la mano de obra especializada de principios de siglo ni se pretendía la exquisitez de un hotel de lujo, sino simplemente construir unos espacios para la enseñanza que conjugaran con la parte primitiva del edificio.
Otros colegios en Tenerife
Con el paso de los años y ante la elevada demanda de alumnos, los padres escolapios habilitaron otras instalaciones para los de menor edad que se situaron también en edificios de gran categoría arquitectónica, como el edificio de la Viuda de Yanes, hoy sede de la Jefatura de Intendencia Militar, un proyecto del arquitecto Antonio Pintor y Ocete, proyectado a comienzos de 1911 y aprobado en abril de 1912, que estuvo al servicio de la enseñanza calasancia desde mediados de los años cuarenta hasta 1962.
El Colegio de la Rambla, conocido también como el colegio “de abajo”, abrió sus puertas en 1948, en el número 92 de la Rambla General Franco, en una casona de mampostería y madera de cierto regusto inglés colonial, con capacidad para unos 500 alumnos, que fue demolido cuando la obra del actual colegio que se levanta en el patio entonces existente y viceversa, el patio actual ocupa el solar que antaño estuvo el citado edificio.
El edificio del Pious School era un precioso palacete de estilo modernista del que sólo conservamos fotos. Ubicado en la Plaza de los Patos, en el que solar que hoy, en parte, ocupa el adefesio de Correos, fue vivienda de Juan Martí Dehesa, destacado comitente de esta capital, cuyo hermano Nicolás levantó enfrente otro palacete que afortunadamente existe, y del que recordamos su uso como sede de Presidencia del Gobierno de Canarias y en la actualidad lo es de una clínica dental.
Este edificio es otro proyecto del arquitecto autor del Quisisana. Se trataba de un complejo chalet que presentaba notables variantes entre el proyecto y la ejecución que desvirtuaron uno de los diseños más interesantes que del modernismo se han hecho en Canarias por la abundancia de recursos volumétricos, decorativos, de planta, materiales, etc. De su interior destacaba el patio árabe que servía de espacio distribuidor. El proyecto tiene fecha de 10 de septiembre de 1907 y fue aprobado el 25 de septiembre del citado año. En el curso de 1963 abrió sus puertas como colegio especializado en la enseñanza infantil del inglés y fue demolido en la década de los setenta.
Desde los años cuarenta del siglo XX, y con el paréntesis de 1978-1996, las Escuelas Pías han dejado su impronta en la formación de numerosas generaciones de jóvenes canarios. Después de 18 años de ausencia, a partir del curso 1996-1997 retomaron su presencia en Tenerife. El Quisisana ha sufrido una serie de remodelaciones y ampliaciones para adaptarse y dar respuesta a las instalaciones docentes y deportivas de los colegios concertados de las Islas.
Los antiguos jardines están ocupados en la actualidad por un edificio de corte moderno, con capacidad para 18 aulas, amplias y cómodas y con todos los avances pedagógicos de las nuevas tecnologías, proyectado por los arquitectos Nicolás Marrero, Fernando Saavedra Martínez y Jorge Saavedra y realizado por AGS Obras.
El proyecto hace que el nuevo edificio quede totalmente por debajo de la rasante inferior del Quisisana, que sigue luciendo íntegramente su esbelta y atractiva imagen primera, además de las ampliaciones realizadas en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, como hemos visto y apreciado, además, en las fotos que acompañan.
Finalizada la intervención del conferenciante invitado, se abrió un interesante coloquio entre los asistentes, bastante animado por la inmediata proyección de imágenes de cada uno de los centros escolapios en Tenerife, profesores y promociones de alumnos, así como una serie de detalles de la presencia escolapia.
Bibliografía:
Arencibia de Torres, Juan José (2011). Acontecimientos notables de Santa Cruz de Tenerife. Cabildo Insular de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife.
Baillon, Austin (1995). Misters. Británicos en Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. Ediciones Idea. Santa Cruz de Tenerife.
Darias Príncipe, Alberto (2004). Santa Cruz de Tenerife. Ciudad, arquitectura y memoria histórica (1500-1981). Tomo I. Gráficas Sabater. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
Díaz Lorenzo, Juan Carlos. “Quisisana, un colegio en la historia de Tenerife”. Conferencia impartida el 13 de abril de 2012 en el Colegio de Ingenieros Industriales de Santa Cruz de Tenerife, organizada por la Asociación de Antiguos Alumnos de las Escuelas Pías.
Fotos: Miguel Bravo, Jesús Pedreira Calamita, Fondo FEDAC, archivos de Fernando Caballero Guimerá, Juan Carlos Díaz Lorenzo,. José Hernández Cabrera y Federico García Barba.