El adecuado manejo de las fuentes documentales, bibliográficas y hemerográficas, separada la paja del grano, constituye el ingrediente fundamental de una novela histórica que se precie. Si a ello le añadimos el conocimiento profesional del entorno en el que se desenvuelve la trama del thriller, el resultado, necesariamente, habrá de sumergirnos en un argumento que se convierte en deleite para los sentidos.
Y eso es lo que nos sucede con “Plan de Escuadra” y la capacidad intelectual trasladada al arte de saber escribir –algo que no está al alcance de todos–, nada incipiente aunque sea su primera novela histórica, de Cristóbal Ramírez, quien nos ha sorprendido gratamente con su trabajo. Ya nos lo había advertido el amigo y capitán Enrique Guerrero, que hizo de intermediario, cuando nos advirtió que las páginas de esta novela acaban enganchando.
Porque, verán ustedes, al leer “Plan de Escuadra”, para quienes amamos el mundo de la mar y los barcos –ya sean mercantes, militares, pesqueros y veleros–, el ambiente nos resulta familiar, como lo es, en verdad, buena parte del recorrido en el que nos sumerge la novela de Cristóbal Ramírez, que acredita vivencias y experiencias en el ámbito castrense de la vida a bordo de los barcos grises y en tierra, un mundo desconocido para la mayoría de los mortales.
Tiene, además, esta novela, otra cualidad. El autor se las ingenia para desarrollar su trama con las argucias suficientes para que el hilo conductor se mantenga indemne hasta el final de las 696 páginas de que consta su primera entrega, pues sabemos que en origen, era el doble de extensa. De lo cual ha aprendido Cristóbal, además, a recortar y sinterizar en lo posible para que la novela tenga ese necesario atractivo comercial, de modo que a día de hoy más de cuatrocientos ejemplares han encontrado destinatario en apenas unas semanas.
El argumento histórico es un hecho incontestable. En febrero de 1908, el Congreso de los Diputados aprueba el nuevo Plan de Escuadra, compuesto por una serie de construcciones navales llamadas a sustituir, con modernos y potentes acorazados, a los barcos perdidos en el Desastre del 98. Cuando un prestigioso ingeniero naval, uno de los responsables técnicos del Plan, aparece muerto en su casa, aparentemente por suicidio, el oficial de los servicios secretos de la Armada –el famoso SIM de otra época– encargado de investigar su muerte no tarda en descubrir que el supuesto suicidio del ingeniero oculta, en realidad, un crimen y una inquietante amenaza para España.
La novela está ambientada en la primera década del siglo XX. En sus páginas recorreremos varias ciudades españolas, sobre todo la villa de Madrid de la época, Cádiz, las aguas de Gibraltar y Sevilla, de la vida a bordo en un barco gris, el destructor Audaz; de apellidos que larga tradición en la Armada como Carranza, Chereguini, Reguera, Viniegra, Suanzes; de roces y celos entre responsables de una investigación, de toros de la ganadería De Daza, a la que pertenece la familia de Alvaro, el principal protagonista de la novela y competidores en primera línea de los no menos famosos y temidos Miura; de un encuentro con Claudio López Brú, segundo marqués de Comillas y propietario de la Compañía Trasatlántica Española; de la combinación de sucesos reales poco o nada conocidos por el público con una dosis de necesaria ficción y las novelas de acción y aventuras en el mar.
A quien les habla, que tiene el oficio de historiador naval desde hace muchos años, le llama la atención de esta novela, además de lo que ya les he comentado, el uso directo de vocabulario cotidiano insertado oportunamente en cada momento, en cada circunstancia y que aplica en el lenguaje para describir, enfatizar, demostrar e hilvanar su argumentario, que es sólido, respetuoso con la Historia y consigo mismo. Porque creo, igual de importante, en la honradez del autor cuando escribe, pues la letra impresa permanece y no se le lleva el viento.
Unas pinceladas, breves, para terminar, sobre su autor. Cristóbal Ramírez nació en 1963 en Palma de Mallorca. De manera que también es isleño y un día recaló en Gran Canaria, aunque sabemos que siente una rendida admiración por Tenerife. Es hombre de mar y de barcos, además de licenciado en Historia y técnico en transporte marítimo, carga pesada y logística portuaria. Es un apasionado del mundo naval y especialista en la época de la Primera Guerra Mundial, lo cual acredita, más aún si cabe, la dedicación que hace con su primera novela, publicada, con notable acierto, por Good Books, lo que garantiza su distribución a nivel nacional.
(palabras de presentación de la novela histórica «Plan de Escuadra», 2 de marzo de 2016, sala de «El Corte Inglés», en Santa Cruz de Tenerife).
Fotos: Juan A. Rojas Manrique y Enrique Guerrero Pozo