Venezuela en la memoria

Paseo de los Próceres

La memoria fértil nos hace evocar nuestra primera visita al Paseo de los Próceres en la Navidad de 1980 cuando, en una estancia prolongada en la entrañable Venezuela, en compañía de nuestro pariente Juan Hernández Torres recorrimos todo el espacio convertido en emblema de la identidad nacional. Se trata de un conjunto arquitectónico y escultórico muy atractivo, que se encuentra muy cerca de Fuerte Tiuna y de la Academia Militar de Venezuela, la más antigua de América del Sur pues su fundación se remonta a 1810.

Inaugurado en 1956 en tiempos del presidente Marcos Pérez Jiménez, desde entonces es el escenario de los grandes desfiles militares y de otros actos oficiales de carácter nacional.  El autor del proyecto, el arquitecto Luis R. Malaussena Andueza (1900-1962), bebió en las fuentes del neoclasicismo y concibió un gran espacio articulado en la geografía urbana de la pujante Venezuela de los años cincuenta, emulando los Campos Elíseos de París.

El monumento rinde homenaje a las luchas independentistas de Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela. Representa a escala urbana a la institución militar venezolana y lo conforma un gran eje vial y peatonal que articula el complejo ceremonial estructurado por el gran Patio de Honor como punto culminante y receptor del eje urbano que se inicia en la Ciudad Universitaria de Caracas. Las estatuas de los próceres están repartidas entre fuentes, espejos de agua, escaleras, plazoletas, calzadas y muros. Encontramos copas, copones y otras piezas que evocan el periodo helenístico griego, en el que destaca la estatua de Poseidón, dios del mar.

El conjunto se despliega a lo largo de dos kilómetros de recorrido con calzadas y tribunas, cuyo eje vial se extiende desde Santa Mónica a El Valle y comienza en el Paseo de los Ilustres, orientado en dirección norte-sur a partir de la Plaza de las Tres Gracias, a un costado de la Ciudad Universitaria. Consiste en una gran avenida vehicular con calzadas y una isla central a modo de punto de encuentro de la población civil y militar. Después encontramos el Paseo de los Símbolos, que está definido por un conjunto escultórico en bronce sobre un pedestal de mármol y un espejo de agua. Realizado en 1957 por Ernesto Maragall i Noble (1903-1991), constituye una alegoría a los símbolos patrios: el escudo, la bandera y el himno nacional.

Espejo acuático antesala del Paseo de los Próceres
Espejo acuático antesala del Paseo de los Próceres

Tras una explanada se accede al Paseo de los Precursores, caracterizado por un conjunto escultórico elaborado en bronce en el que se enfatiza la presencia de un indio que se yergue en su caballo sobre una base de mármol custodiada por dos leones, obra también de Maragall. Un obelisco conmemorativo, caminos de mosaicos y el diseño simétrico del conjunto, ofrecen un rostro de serenidad y en una de las paredes de la columna se aprecian bajorrelieves realizados en 1957 por el escultor Hugo Daini (1919-1976). Diseminados entre la sucesión de fuentes, plazoletas y caminos que conducen al Paseo de los Próceres se encuentran otras piezas escultóricas en forma de figuras de ninfas ejecutadas en piedra artificial, donde se encuentran los murales que relatan la Historia de Venezuela desde la colonización.

A continuación se inicia el Paseo de los Próceres en sí, cuyo argumento vital es un tema de exaltación nacionalista, en el que las imágenes abarcan desde los orígenes mitológicos hasta el exotismo del art decó. En la zona central se distribuyen fuentes, jardines, cuatro monolitos y once estatuas enormes en honor a los héroes de la Independencia. El argumento central está compuesto por cuatro paralelepípedos: dos verticales tallados en mármol travertino y dos horizontales tallados en mármol negro, cada uno de 30 m de longitud y con un peso total de 300 toneladas.

Sobre los muros horizontales se levantan las estatuas en bronce de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Rafael Urdaneta, Santiago Mariño, Francisco de Miranda, José Antonio Páez, Manuel Piar, José Félix Ribas, Luis Brión, Juan Bautista Arismendi y José Francisco Bermúdez. En los monolitos aparecen tallados los nombres de los héroes venezolanos y de las cuatro batallas que sellaron la independencia de los países bolivarianos: Ayacucho, Boyacá, Carabobo y Pichincha, representadas en altorrelieves.

Monumento a los Precursores. El indio se yergue sobre su caballo
Monumento a los Precursores. El indio se yergue sobre su caballo
Monumento a los Precursores. Antesala y acceso al obelisco
Monumento a los Precursores. Antesala y acceso al obelisco

Hemos de mencionar, asimismo, la asociación de las fachadas de la Academia Militar de Venezuela al nuevo lenguaje arquitectónico utilizado  en el conjunto del Paseo de los Próceres. La actuación más destacada, en consonancia con la austeridad de los recursos empleados y el carácter de representatividad, viene dado por el Patio de Honor, definido por una gran columnata de fondo y las dos fachadas principales de las escuelas.

En su composición se perciben dos zonas bien diferenciadas: una dedicada a la recreación formal orientada hacia el Paseo de los Precursores y otra donde se ubican los alojamientos para militares transeúntes. Un sistema de corredores, pérgolas y marquesinas con formas sinuosas articulan los diferentes componentes y crean sitios con características distintas según el tipo de funciones que integran. El volumen más destacado del conjunto, el del hotel, acoge una serie de habitaciones con profundos balcones que contrasta con el aspecto macizo de los núcleos de circulación vertical.

El núcleo central del Paseo de los Próceres tiene guardia militar permanente y en 1993 se declaró Monumento Histórico Nacional. Sin embargo, a finales de la década de los años noventa del siglo pasado, el emblemático espacio acusaba las señales inequívocas del abandono y la decadencia En el transcurso de 2007, la alcaldía de Caracas a través de la entidad Fundapatrimonio, culminó los trabajos de restauración y recuperación del conjunto arquitectónico y escultórico, que le han devuelto el esplendor de antaño, mejorado incluso, algo que nunca debió haber sucedido dado el mensaje patriótico y espiritual que el citado monumento representa. 

Fotos: Ruurmo, venezuelatuya.comesacademic.com, Edgar Carmona y Luis Ruiz Berti

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