A principios de septiembre de 1969 seguía yo al mando del buque Satrústegui, cuando de la Dirección de la Compañía Trasatlántica me notificaron que habían concertado con el Gobierno el transporte de un grupo de españoles invitados y procedentes de varios países de Latinoamérica. Al concierto mencionado se le denominó “Operación España” y consistía en una invitación a exiliados con 25 años o más de estancia fuera del país y residentes en Latinoamérica. El viaje incluía pasaje a bordo del Satrústegui los que embarcaran en los puertos del Caribe, y en el Cabo San Vicente los del cono Sur procedentes de Argentina, Brasil y Uruguay, con abono de estancia en hoteles por tres meses y vuelos de regreso a sus respectivos países de acogida.
La gestión para el logro de estas invitaciones, se podía hacer en cualquier Embajada de España en Latinoamérica. Había la excepción para los residentes en Cuba y México, en que el pasaje de ida se iba a realizar en vuelo directo a Palma de Mallorca, y de allí a Barcelona irían a bordo del Ciudad de Palma, tercer buque en la expedición.
La línea 2 de la Compañía Trasatlántica, que cubría el buque Satrústegui, tenía salidas mensuales desde Barcelona hacia Italia, escalando en Génova y Livorno, de nuevo Barcelona, Valencia, Cádiz y Santa Cruz de Tenerife hacia los puertos de San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Veracruz, Colón, Cartagena de Indias, Curaçao y La Guaira. En aquella ocasión se aprovechó el retorno de esta línea para volver directamente desde La Guaira al puerto de Barcelona.
En este punto he de comentar que al comunicarme la dirección el asunto, se me insistió que lo más importante era prever y cumplir la reunión de los tres barcos en la bocana del puerto de Barcelona, en la fecha y hora de llegada asignada para el día 7 de octubre a las seis de la mañana.
Ni que deciros, queridos colegas, que me eché a temblar, pues tener marcados día y hora de vuelta antes de iniciar el viaje, con cruce del Atlántico en ambos sentidos, cubrir el itinerario de ida con cargas y descargas de mercancías en varios puertos (en los de destino ya irían embarcando invitados), sortear el Caribe y Golfo de México aún dentro de temporada de ciclones, era una previsión arriesgada ya que el poco margen para suplir posibles retrasos, se basó en la supresión de las escalas de retorno de Santa Cruz de Tenerife y Cádiz, ya que desde La Guaira la ruta sería directamente a Barcelona, único puerto de desembarque de todo el pasaje.
En Cádiz, además del pasaje y carga habitual, embarcó la Misión Española, cuyo jefe de la expedición era el oficial de emigración José Miranda Alas, con un equipo de televisión a cargo de José A. Silva Porto, varios periodistas, asistentes sociales, un inspector de policía y para amenizar las veladas, el entonces afamado grupo “Los Tres de Castilla”. Se nos suministraron sendas cenefas de lona, con la leyenda Operación España, para colocarlas en la escala real o en la plancha, en los puertos de embarque.
El cruce de ida del Atlántico se hizo con suave alisio del NE, y en San Juan de Puerto Rico y Santo Domingo se cumplió el itinerario previsto. Allí embarcaron los cuatro primeros invitados de la Operación España, de los cuales, dos eran asturianos. Por cierto, que solicitaron poder degustar una fabada que el cocinero recargó con esmero, lo cual originó que luego pasaran los comensales unos días un poco maltrechos. Afortunadamente las travesías por el mar caribe y Golfo de México se realizaron en tiempo excelente y en los puertos de Colón y Cartagena embarcaron los exiliados procedentes de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia.

El grupo de La Guaira estaba formado por sesenta pasajeros, el mayor de todos, que en total sumaron ciento sesenta. Para despedirlos se personó a bordo el embajador de España, Matías Vega Guerra. Se ofreció a todos un vino español y para animar la recepción acudió una coral de canarios residentes en Caracas, que con sus isas y folías alegraron la fiesta de despedida.
Después de cruzar el paso de Martinica ya en pleno Atlántico, opté por la derrota ortodrómica por la doble ventaja de ahorrar millas y que al subir más al N. encontraría menos alisio contrario o en calma, como así ocurrió al alcanzar la zona entre los paralelos 23 y el 36. Este último coincide con el del estrecho de Gibraltar al que se llegó providencialmente en la fecha esperada, ya que en todas las etapas se disfrutó de tiempos excelentes o favorables.
El ambiente entre el pasaje fue alegre e ilusionado y con la frecuente actuación de “Los Tres de Castilla”, las veladas resultaron animadas, amenas y divertidas. Tuve ocasión de tratar a José Antonio Silva, que al mismo tiempo que trabajaba en Televisión Española estaba haciendo prácticas de piloto de aviación, con un sentido profesional extraordinario y se estableció una sincera amistad, al coincidir en criterios afines, hasta el punto de hacerme una entrevista que después presentó en un programa. Posteriormente en TVE tuvo a su cargo una sección con temas de aviación, que con su entusiasmo habitual, resultaban muy interesantes.
El Mediterráneo nos recibió con calma chicha. Con la tranquilidad de la confianza en llegar a la hora programada a Barcelona, procuré pasar lo más cerca posible de la costa. Frente a Benidorm, los pasajeros sentían gran emoción al ver la costa tan poblada y yo me sentí obligado a, con radar en escala adecuada, máquina moderada y en atención en la misma, gobierno a mano con el timonel de confianza, dirigiendo los cambios de rumbo personalmente, pasar entre la playa y el islote de Benidorm. Mayra, solista de “Los Tres de Castilla”, consiguió ver su casa de vacaciones y la mostraba emocionada al pasaje, disfrutando todos al ver tan cerca la panorámica playa.

Navegamos la última noche con máquina moderada y estuvimos a las seis horas del día 7 de octubre en la bocana del puerto de Barcelona, llegando los primeros de la expedición, aunque recibimos comunicación de Prácticos que el orden de entrada y atraque sería primero Cabo San Vicente, segundo Satrústegui y tercero Ciudad de Palma, y que esperáramos en la bocana. Enseguida apareció una embarcación con el locutor Boby Deglané que mediante un potente altavoz les dio la bienvenida a todos los pasajeros rodeando el barco e hizo lo mismo con los otros dos a su llegada.
Una vez atracados, los pasajeros que ya tenían tramitados los visados por el inspector de policía, desembarcaron de inmediato. En el muelle esperaban varios autobuses para llevarlos al Ayuntamiento, ya que el alcalde señor Porcioles, deseaba darles la bienvenida y desearles feliz estancia en sus vacaciones. En esta invitación iba incluido el subdirector general de Trasatlántica, así como los capitanes de los tres buques. Dada la cantidad de público que abarrotaba las Ramblas barcelonesas, mientras los autobuses subían por el carril derecho, al llegar a la altura de la de las Flores, los policías locales indicaron que los autobuses subieran a la zona peatonal del centro de dicha Rambla, y al paso las floristas sorprendieron a los invitados tirándoles flores a puñados, lo que ellos recibían emocionados. Ya en el salón del consistorio, el señor Porcioles dedicó al pasaje de los tres buques una efusiva bienvenida, con los mejores deseos y augurios, para sus vacaciones en España.
Recordaré siempre aquella Operación España que, sin dejar de ser una estrategia de propaganda del régimen, constituyó un elemento integrador de aquellas gentes que, estando en el exilio, tuvieron la oportunidad de regresar por un tiempo al terruño patrio.
(*) Capitán de la Marina Mercante