El rosario de los recuerdos desgrana con nitidez el primer encuentro con Nicolás Álvarez García, hace ahora más de treinta años, a bordo del buque-escuela portugués “Sagres” en una de sus escalas en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. El entonces cónsul de la República de Portugal nos recibió a bordo del elegante velero en el tiempo en que quien suscribe dirigía la sección marítima del periódico Diario de Avisos, decano de la prensa de Canarias.
Nació a partir de entonces una amistad medida en años de virtud, corrección y afecto. Le tratamos con asiduidad en su etapa política, siendo consejero de Industria, Energía y Agua, en el primer ejecutivo de Jerónimo Saavedra, uno de los mejores políticos de la historia contemporánea de Canarias. Tiempo en el que se consolidó la trayectoria democrática de España y Canarias y Nicolás Álvarez demostró su capacidad política y permanente cercanía, propia de quien como él tenía claros los valores de su dedicación y entrega a la sociedad.
Nicolás Álvarez poseía una sólida formación y experiencia técnica, acrisolada como hombre de gestión y economista. Pertenece a la etapa dorada del COTIME tinerfeño, que tanto ha contribuido a la excelencia de la profesión mercantil en la provincia tinerfeña, salida de las aulas de la emblemática Escuela de Comercio.
Años después, las vueltas de la vida hicieron que coincidiéramos en el Honorable Cuerpo Consular acreditado en Santa Cruz de Tenerife. Moderado, hábil, cabal, agudo, discreto y eficiente, elegante en las formas, recibimos con sumo agrado sus consejos de un veterano en tantas facetas de la vida y entre ellas la diplomática y nos cupo el honor de asistir a su homenaje de despedida después de tantos años de dedicación altruista desde su cargo de cónsul en beneficio de los intereses generales del país luso en Canarias.
Hace unos días, cuando Nicolás emprendió su última singladura terrenal, de pronto brotó en nuestra memoria un torrente de recuerdos todos gratos y desde ese momento tuvimos una única sensación: la satisfacción de haberle conocido y tratado durante tanto tiempo. A modo de privilegio y honra de una amistad que nació en la cubierta de un elegante velero. Del buque-escuela «Sagres», al que después volveríamos a visitar en otras ocasiones. Así son las cosas de la mar y los barcos.
Tinerfeño íntegro, cabal, amó a su tierra sin límites y nos deja una estela de enseñanzas y honestidad envidiable. Supo honrar y respetar y recibió honor y respeto. Descanse en paz el admirado y muy apreciado amigo y reciba su familia nuestra sincera condolencia, en especial su hijo Javier, honorable colega y amigo, que ha relevado a su padre en el compromiso consular de la hermana República de Portugal en Canarias.