El siempre oscuro y frío invierno ha llegado a Finlandia y será acompañante cotidiano hasta la próxima primavera. Un manto blanco cubre el país y nos deja imágenes tan hermosas como la que nos ofrece Kirsti Laine de Soriano de su Naantali natal, que lo es también de nuestra amiga Lena Backman, a quien conocimos gracias al buen hacer de Lena Sarlin. El invierno es duro, cierto, pero también invita a disfrutarlo. El ritmo de vida se mantiene como cada día en el que todo funciona: los finlandeses acuden a su trabajo y los niños van al colegio, sin que les condicione el frío o la nieve que haya caído durante la noche o esté cayendo en cualquier momento.
Un viaje invernal a Finlandia también tiene su encanto y que hay saber apreciarlo. Y como en el caso de la ciudad medieval de Naantali, que es una de las más antiguas del país (fundada a mediados del siglo XV) y situada en la región suroeste, muy cerca de Turku, la arquitectura en madera y el urbanismo bien planificado adquiere un sentido práctico en su relación con el entorno. Hay muchas islas cubiertas de bosques y tierras de cultivo en los alrededores, aunque la mayor parte de la población vive en la zona continental.
Desde mediados del siglo XIX, Naantali es un referente en el turismo vacacional de Finlandia. En 1863 abrió sus puertas el balneario de cabo Kalevanniemi y allí está la finca Kultaranta, que es la residencia de verano del presidente de la República, levantada en 1922, apenas cinco años después de lograda la Independencia. En el Naantali Spa Hotel se encuentra el mayor spa de Escandinavia. La ciudad tiene varios puntos de interés, como la iglesia luterana y el parque temático de los Mumin, la singular creación de Tove Jansson, en la isla Kailo. Cuando llega el verano, el festival de música es una cita internacional.
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