Aunque Córdoba y sus alrededores poseen las edificaciones más suntuosas e importantes de la época de los califas, durante este largo período de prosperidad las construcciones del arte hispano-musulmán crecieron por toda Andalucía, así como en otras regiones. Entre otras edificaciones sacras importantes destaca la mezquita menor de Bab al Mardum, en Toledo, una de las diez que llegó a tener la ciudad y la mejor conservada de todas, convertida desde el siglo XII en la iglesia de Santo Cristo de la Luz.
La inscripción de la fecha de su fundación se remonta al año 999/1000 y cita tanto a su patrocinador como a su arquitecto, lo que hace pensar que pudiera tratarse de una construcción privada: “En el nombre de Alá, hizo levantar esta mezquita Ahmad ibn Hadidi, de su peculio, solicitando la recompensa ultraterrena de Alá por ella. Y se terminó con el auxilio de Alá, bajo la dirección de Musà ibn Alí, arquitecto, y de Sa´ada, concluyéndose en Muharram del año trescientos noventa” [1]. Aparece ligada a una de las puertas de acceso de la ciudad, de ahí su uso a la entrada o a la salida.
Se trata de un edificio de planta cuadrada fabricado en ladrillo, de unos nueve metros de largo, cuya refinada mampostería convierte al enladrillado en una ornamentación que la revela como una copia reducida de la porción de la mezquita de Córdoba construida por al-Hakam II. La disposición en dos pisos de la fachada y de las arcadas interiores, los arcos lobulados, los arcos de herradura entrecruzados de la arcada ciega en el frontispicio sudoccidental y, sobre todo, las nueve cúpulas nervadas del interior, indican que están tomados directamente del modelo cordobés.
El oratorio es una construcción central sin dirección a la que también corresponde la cúpula central alzada y está dividido en nueve compartimientos casi cuadrados por cuatro sólidas columnas sin base. De esa manera se inscribe dentro de las tradiciones bizantinas y omeyas de Oriente Próximo. Sin embargo, en su proyección vertical se puede reconocer un modelo de construcción dirigida.
El ordenamiento de las aperturas de los arcos del nivel intermedio está determinado totalmente por el eje en profundidad del mihrâb y la valoración de los tres tramos de la qibla, con lo cual hace referencia al diseño de planta en forma de T, determinante asimismo en Córdoba y en Madînat al-Zahrâ [2]. En resumen, esta edificación pequeña y modesta reflejó la situación espiritual de al-Andalus en la última fase del califato, en plena posesión de todos sus valores y tradiciones, y al mismo tiempo en el umbral de un nuevo período manierista, correspondiente a los reyes de taifa del siglo XI.
A partir del siglo XII, con la conquista cristiana de la ciudad, el edificio fue cedido a los caballeros de la orden de San Juan. En 1187 se le añadió un ábside y se le practicaron otras reformas y reabrió sus puertas reconvertida al cristianismo como ermita de la Santa Cruz. Dicha ampliación está considerada la muestra más antigua de arte mudéjar de que se tiene constancia. Posteriormente, la imagen del Cristo fue sustituida por una talla de la Virgen de la Luz, que desapareció.
En la Casa de las Tornerías, también en Toledo, existe un pequeño oratorio en el piso superior del citado edificio, que probablemente provenga de la fase final del califato y muestra una planta con nueve tramos –rectangulares, en esta ocasión– que constituye una copia de la mezquita de Bâb al-Mardûm. En este caso, las cúpulas nervadas se concentran exclusivamente en el compartimiento central, un “edificio en miniatura” con nueve cúpulas enanas individuales en medio de los espacios circundantes, sobre los que se levantan cúpulas sencillas [3].
Notas
[1] La fecha corresponde a diciembre de 999.
[2] Ettinghausen, R. y Grabar, O. Arte y arquitectura del Islam (650-1250). Manuales Arte Cátedra. Madrid, 1987.
[3] Op. cit.
(*) Licenciado en Historia del Arte. Universidad de Santiago de Compostela
Fotos: Pedronchi, JI Filpo C, Manuel de Corselas y Escarlati.