Hacía tiempo que se escuchaba en el ambiente maritimo y naviero que el grupo Matutes –el mismo que aupó a Adolfo Utor a la posición donde hoy se encuentra– quería salir del accionariado de Balearia. Ahora, la naviera dice que después de varios meses “de cordial negociación”, el ibicenco Grupo Matutes, poseedor del 42,5% de las acciones de la compañía, ha decidido “poner fin” a una relación de algo más de 17 años.
Aunque no se dan detalles concretos de la operación, de si es venta u otra opción financiera, parece ser que el cien por cien de las acciones pasan al control de Adolfo Utor. En la parafernalia típica de estos casos, dice Balearia que “el grupo Matutes destinará esta desinversión a su core business hotelero, y Adolfo Utor con la adquisición acredita una renovada y plena confianza en el proyecto que lidera”.
Un proyecto que este verano se le ha dado bien empleando todo los recursos disponibles hasta el agotamiento, solo que ahora tiene enfrente a dos poderosos contendientes –Trasmed vs Grimaldi y GNV, aunque esta última, de momento, no lo hace peor porque no sabe– que van a defender lo suyo y no están dispuestos a permitirle a Adolfo Utor la petulancia de tiempos pretéritos.
Los costes de la factura del gas natural han hecho mella y han conseguido que los barcos de Balearia naveguen mejor a fuel, pese al reiterado y cansino discurso de “referente internacional en sostenibilidad y digitalización” y otras gaitas que parece venden bien de cara a la galería, aunque la realidad sea bien diferente.
La familia Matutes tiene una larga relación con el transporte marítimo de Baleares desde los tiempos de los motoveleros. Pero sería con UMAFISA donde Abel Matutes hizo valer su continuidad y ante la miopía de los gestores de la Trasmediterránea de Acciona –en cuya privatización también participó–, el accionista ibicenco acabó aliándose con Adolfo Utor, aupando a Adolfo Utor y con ello a Balearia a cotas de mercado nunca soñadas.
Foto: Moolen (shipspotting.com)