Con frecuencia nos deleitamos escuchando el repertorio ruso y alemán del bajo finlandés Martti Olavi Talvela, que nos dejó todavía en edad temprana. Fue el motor de empuje del Festival de Savolinna e inductor incuestionable de la fiebre desatada entre el público finés en la década de los años setenta y ochenta por el mundo de la ópera, después de la representación en 1973 de La flauta mágica, de Mozart. Porque Martti Talvela, que entonces ya era una figura de prestigio internacional, supo atraer las mejores voluntades en su doble función de cantante y director artístico y alentó a los compositores y cantantes finlandeses.
Nuestro protagonista nació el 4 de febrero de 1935 en Hiitola (región del istmo de Carelia) y falleció el 22 de julio de 1989 en Juva. Era el octavo de diez hermanos. Su infancia transcurrió en el seno de una familia de granjeros que compartía afición por la música. Tenía cinco años cuando cantó en público por primera vez. Aunque en su juventud quiso ser boxeador y desarrolló las aptitudes para la práctica de este deporte, ayudado por su altura y corpulencia, en 1958, después de terminar sus estudios, trabajó durante una temporada como maestro de escuela.
Pero lo suyo era la música. Entre 1958 y 1960 estudió en la academia de música de Lahti, donde comenzó la educación de su voz y con Carl Martin Ohmann en Estocolmo. En 1960 debutó en Helsinki, en el papel de Sparafucile, de la ópera Rigoletto, de Verdi. Entre 1961 y 1962 actuó en el Stockholm Royal Opera y en el citado año, contratado por la Deutsche Oper, participó por primera vez en el Festival de Bayreuth con el personaje de Titurel, a donde llegó invitado por Wieland Wagner, nieto del compositor, que le había escuchado en una ocasión anterior. Luego hizo una gira por Japón en el papel de Séneca, en la ópera Incoronazione di Poppea, de Monteverdi.
En 1963 se presentó en La Scala, en 1965 en Viena, en 1967 en Salzburgo; en 1968, en el Hunter College y en 1969 en el Metropolitan Opera House, de Nueva York. A partir de entonces, la carrera de Martti Talvela fue en constante ascenso. En 1970, el gobierno de Berlín Oeste le concedió formalmente el rango de of Kammersänger. Contrajo matrimonio con Anna Talvela y tiene descendencia en sus hijos Kirsi. Johanna y Tuomo.
Entre 1972 y 1979, Talvela fue el primer director artístico del Festival de Savolinna. Interpretó los papales de Sarastro, Felipe II, Gurnemanz, Dosifey y otros más, en todos los cuales fue admirado y recibió el reconocimiento del público y de la crítica especializada. Su voz gozaba de una gran flexibilidad, amplitud y volumen y en su tiempo fue, sin duda, una de las más sonoras y potentes. Su registro bajo se extendía sin esfuerzo y alcanzaba sus notas más profundas sin ruptura y era capaz de manejar una impresionante paleta de matices al amparo de su poderío.
Su presencia era la de un hombre afable de considerable corpulencia. Medía dos metros de altura y pesaba en torno a 140 kilos. Supo sacarle especial provecho a su condición física en la presencia escénica de Boris Godunov y Pimen, de Modest Mussorgsky, papel que siempre interpretó con su reconocida potencia en tres versiones y en un centenar de ocasiones. Sólo en el Metropolitan Opera de Nueva York lo representó 39 veces entre 1974 y 1987 y siempre acreditó la calidad de su voz inmensa y la de un actor que imprimió dignidad a sus papeles.
Del repertorio ruso hemos de citar, además, al príncipe Gremin, en Eugenio Oneguin, de Chaikovski y en la producción nacional finlandesa, su papel como Paavo Ruotsalainen, en Viimeiset Kiusaukset (Las últimas tentaciones), de Joonas Kokkonen. Su versatilidad le permitía, además, interpretar papeles wagnerianos (Hagen, El ocaso de los dioses; Hunding, La Valquiria; Titurel y Gurnemanz, Parsifal; rey Marke, Tristán e Isolda; Fasolt, El oro del Rin;Daland, El holandés errante y Fafner, Sigfrido), mozartianos (Osmín, El rapto del Serrallo; Comendador, Don Giovanni y Sarastro, La flauta mágica) y verdianos (El gran inquisidor, Don Carlo y Sparafucile, Rigoletto).
Problemas de salud, detectados en 1975, limitaron considerablemente su trabajo artístico. Durante los últimos ocho años de su vida alternó su trabajo artístico con su dedicación en su granja Inkilänhovi, situada en Inkilä, cerca de Juva. En 1982 sufrió dos ataques al corazón cuando se encontraba en el Metropolitan Opera House de Nueva York y, además de la diabetes y gota, también arrastraba problemas estomacales. Su última grabación, cuando ya era visible su enfermedad, fue una digna versión de Viaje de invierno, de Franz Schubert.
Falleció de muerte súbita en 1989 en la fiesta de la boda de su hija, con la que había estado bailando. Tenía 54 años de edad. La noticia causó una profunda conmoción en Finlandia, donde era muy apreciado y querido, así como fuera de las fronteras nacionales, donde su calidad artística y personalidad gozaban de especial afecto. Unos días antes de su deceso había sido nombrado director general de la Ópera Nacional con sede en Helsinki y cuando cerró sus ojos –su voz permanece entre nosotros– había conseguido situar a su país entre los escenarios operísticos más importantes de Europa, en el que converge mano a mano el repertorio tradicional y contemporáneo.
En unas declaraciones al prestigioso periódico The New York Times, Martti Talvela dijo: “Cantar es para mí una combinación de notas y visiones. Tengo que ver las imágenes cuando canto, y cuando yo no tengo esas imágenes en mi mente, me siento incómodo. El canto debe ser una pasión, como el rezo del santo varón, que siempre está pensando en cómo puede mejorar sus oraciones para que el mensaje sea más claro. Yo no soy un hombre santo, pero sé cómo es. En el canto, todo tiene que pasar en el espíritu, en el alma”.
Bibliografía:
Alier, R., Heilbron, M. y Sans Rivière, F., La discoteca ideal de la ópera, Planeta, Barcelona, 1995.