Manuel Marrero Álvarez, histórico de Trasatlántica

Manuel Marrero Álvarez (Santa Cruz de Tenerife, 1933-2023), figura histórica de la centenaria Compañía Trasatlántica Española, ha emprendido el viaje eterno. Noventa años en la vida de un hombre que han dado para mucho y máxime cuando toda su dilatada etapa profesional transcurrió intensamente vinculada a una de las navieras más importantes de España y su presencia en el puerto de Santa Cruz de Tenerife.
Primero, desde sus años juveniles, como empleado de la consignataria Hijos de Juan La Roche, que tenía sus oficinas en la calle del Pilar, enfrente de donde entonces estaba el Consulado de la República de Venezuela, país al que se dirigía una corriente migratoria importante. Aquellos eran los años de los buques “Marqués de Comillas”, “Habana”, “Satrústegui”, “Virginia de Churruca”, “Begoña” y “Montserrat”.
Después, como delegado de Trasatlántica en Canarias, desde que la empresa estaba en manos del INI –recordamos la celebración de la primera escala del buque portacontenedores “Pilar”, al mando del capitán José Ángel González Guisande y la actuación de la tuna de la Facultad de Farmacia de la Universidad de La Laguna–, hasta su jubilación anticipada cuando la compañía cambió de propietarios e inició su inexorable declive. A su iniciativa, por cierto, se debe que uno de los últimos buques de la naviera fundada en 1881 por el marqués de Comillas se llamara “Candelaria”.
Mantuvo estrechos vínculos con otros destacados protagonistas de “aquella Trasatlántica”, como él gustaba decir para referirse a la compañía que tanto había significado en la historia marítima de España y se reunía con frecuencia en Madrid con Rafael Jaume Romaguera, Carlos Peña Alvear, Francisco Bilbeny Costa, José Ángel González Guisande, Manolo Padín, Juanjo Loredo, José Ignacio de Ramón, Lucinio Martínez Santos, Juan Cárdenas Soriano y otros veteranos.
Viajero infatigable, cuando descubrió el mundo de los cruceros de turismo fue un asiduo de ese mundo en unión de su esposa Lala, y en otras ocasiones con sus hijos Elena, Manolo y Gustavo. Sentía especial ternura y predilección por sus nietos, que le colmaron su vida en los últimos años, en los que salía a pasear cada mañana desde su casa en la calle del Pilar hasta el Casino, donde compartía animadas conversaciones con varios amigos, entre ellos el coronel Juan Arencibia de Torres, destacada figura de la milicia y fundador y primer directos del Museo Militar de Canarias.
Recibió el alto honor de formar parte de la Academia Canaria de Ciencias de la Navegación, en la que ingresó con un discurso sobre la edad de oro de los trasatlánticos y al que contestó el presidente fundador Enrique García Melón, que navegó parte de su vida profesional en Trasatlántica y se conocían desde entonces. Tuvo una época en la que publicó extensos artículos de temas náuticos y del puerto tinerfeño en el periódico “El Día” y en puentedemando.com, que el lector puede consultar en la sección “Recuerdos del pasado”.
Excelente conversador, poseía una memoria envidiable en la que desgranaba su experiencia profesional y sus vínculos con el puerto de Santa Cruz de Tenerife con exquisita precisión. Tuvimos la ocasión de escucharle muchas veces y disfrutamos durante años, muchos a decir verdad, de su amistad y cercanía.
Descanse en paz.

Fotos: cedidas
4 Comentarios
Mi más sentido pésame a la familia por la pérdida de un buen amigo al que conocí siendo 3er Oficial del Virginia de Churruca, luego cómo Capitán y por último como Delegado en Cádiz en el momento en que nuestra querida Compañía pasaba a ser recuerdo.
Un abrazo Manolo!
Pedro Abad Ballde
Son muchos y buenos los recuerdos que nos trae el amigo Marrero de una preciosa época de la Marina Mercante Española y muy especialmente de la Compañía Trasatlánticas en Canarias ; su atención y prestación de servicio a los buques y sus tripulaciones con aquella especial forma de ayudar y agradar que el tenía, han quedado en el recuerdo de todos los que tuvimos el privilegio de tratarlo y disfrutarlo. Descanse en paz y todas mis condolencias para su familia.
Como ya hice una vez en esta aplicación, nunca dejaré de agradecer a D. Manuel Marrero su reconocimiento a las tripulaciones de los buques Montserrat y Begoña, yo era entonces el 2° oficial de máquinas del Begoña, por su eficacia en el transbordo, reitero que no salvamento, de pasajeros en alta mar de Montserrat averiado al Begoña el año 1.969.
Aunque no lo conocía personalmente, siento mucho su fallecimiento y me gustaría poder transmitírselo a la familia.
Recordando mis años de seminario, deseo que requiescat in pace et lux perpetua luceat ei.
D.E.P.