Los últimos años de la vida marinera de la motonave Mireya G. Masiques transcurrieron en aguas de Canarias, cubriendo una línea regular de paquetería entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, en la que alternaba con sus compañeros de contraseña Cala Deyá y Cala Bona.Estos barcos fueron los últimos exponentes del cabotaje convencional en Canarias y con ellos acabó una larga etapa.
Llegó el momento en el que la propiedad de Agrupación Marítima (AGRUMAR) y de la sociedad Transportes Los Calas, decidieron cambiar el rumbo de su empresa y sustituyeron los tres barcos convencionales por un rolón llamado Cala Gració, que después pasaría a llamarse Naraval.
Los buques Cala Deyá, Cala Bona y Mireya G. Masiques pasaron una larga temporada amarrados en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Los dos primeros fueron vendidos a otros armadores y el tercero acabó su vida marinera hundido a propósito a unas seis millas de la costa tinerfeña.
Los propietarios de AGRUMAR habían acordado el final del buque con la Autoridad Portuaria. Para ello se le preparó adecuadamente, limpiándolo de líquidos y otros materiales contaminantes y en la mañana del 4 de marzo de 1991 salió remolcado desde la Dársena de Los Llanos hasta el punto fijado de antemano.
Fuimos testigos presenciales del hecho. A remolque del remolcador Teno –patrón, Antonio García Jorge-, en una mañana soleada y tranquila, cuando llegó el momento, el personal designado abrió las válvulas de fondo y el barco comenzó a escorarse lentamente de popa por la banda de estribor. A medida que el agua fue entrando en la sala de máquinas y en la bodega de carga, el hundimiento se aceleró y en cuestión de minutos se hundió de proa, en medio de un estruendo. Poco después, sólo los remolinos del agua atestiguaban el final del barco, que yace a unos dos mil metros de profundidad.



Por esta época, la Autoridad Portuaria resolvió el hundimiento de otros barcos abandonados en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, entre ellos el petrolero Faycán, así como los pesqueros Mar Caribe y Berenice. Del hundimiento de los dos primeros también fuimos testigos presenciales.
El buque Mireya G. Masiques era gemelo del buque Cala Bona y ambos fueron construidos por encargo de Naviera Mallorquina en Astilleros de Palma. El primero de ellos –construcción número 132 de la citada factoría- salió a navegar el 19 de abril de 1966 bautizado con el nombre de Cala Morlanda y el segundo lo hizo el 22 de noviembre de 1967.
De 258 toneladas brutas, 103 netas y 357 de peso muerto, medía 46,13 metros de eslora total -41,51 m de eslora entre perpendiculares-, 7,65 de manga, 2,87 de puntal y 2,81 de calado máximo. Tenía una sola bodega y estaba propulsado por un motor MTM de 390 caballos y 10 nudos de velocidad con buen tiempo. Código IMO 6523183.

En 1973, el buque Cala Morlanda pasó a la propiedad de la Sociedad Naviera y Comercial Masiques, con sede en Barcelona y al año siguiente fue rebautizado Mireya G. Masiques. Así transcurrieron otros seis años, hasta que en 1979 el citado barco fue vendido a AGRUMAR en 9,7 millones de pesetas. Mantuvo el mismo nombre y el puerto de matrícula y actuó como unidad de refuerzo y sustitución debido a las varadas reglamentarias de los buques Cala Deyá y Cala Bona.
Nombres todos ellos que pertenecen a la historia del cabotaje en Baleares, donde transcurrieron sus primeros años de vida marinera, y de Canarias, donde el barco de esta historia encontró su final. Otros dos buques de Naviera Mallorquina, Cala Pedrera y Cala Pinar, algo más pequeños que los anteriores, también navegaron en aguas de Canarias con los nombres de Hermigua e Isla Colombina, propiedad de Negrín Hermanos, sociedad radicada en La Gomera.
Fotos: Juan Carlos Díaz Lorenzo