El lenguaje musical de los modernistas, en cambio, fue acusado de “no finlandés” y muchas obras de mérito quedaron sin ser estrenadas. Ese fue el destino de Juha (1922), de Merikanto, cuyo estreno vendría a producirse cuatro décadas después de concluida su composición. Pohjalaisia y Juha son de las óperas finlandesas más importantes y después de sus estrenos, con justicia, son consideradas óperas de repertorio.
En el ambiente de la época nacieron las primeras obras importantes de Väinö Raitio (1891–1945). En su última ópera, Kaksi Kuningatarta [Dos reinas, 1940], Raitio intentó desarrollar un estilo operístico riguroso, con el canto subordinado al texto y al drama. Con sus cinco óperas, Raitio logró un puesto destacado en la historia de la ópera finlandesa, pues se trataba de un precursor a quien le faltó del favor de un público prejuiciado, pese a lo cual el autor nunca se amilanó.
La Segunda Guerra Mundial aisló a Finlandia de las nuevas corrientes musicales. Ninguno de los compositores que surgieron en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX lograron ocupar un espacio significativo. La intención de llevar a cabo una renovación gradual de los elementos compositivos flotaba en el ambiente, pero habría que esperar a los años sesenta, y constituyeron el punto de partida ante el fuerte ascenso de la vida musical operística de los setenta.
Después de la guerra, Tauno Pylkkänen (1918-1980) surgió como un compositor de óperas con proyección de futuro. Impregnado del espíritu de la ópera italiana, se convirtió en un posromántico que creía mucho en la melodía, aunque no encaró los desafíos modernistas de la época. Sin embargo, creó un nuevo género, la ópera de factura breve, concebida para gran orquesta.
Pylkkänen es uno de los compositores de ópera más prolíficos de Finlandia. En 1945 irrumpió con la ópera Mare ja hänen poikansa [Mare y su hijo, 1943], basada en una obra de Aino Kallas. Bien acogida en Finlandia aunque protestada en Estonia, la trama está ambientada en 1343 en la Livonia estoniana bajo la férula de los caballeros teutónicos y se cimienta sobre un suceso histórico poetizado hasta la magnitud de una cruenta tragedia.
Hijo adoptivo de la eminente actriz Hilma Rantanen, reconocida personalidad de la escena de Finlandia, Tauno Pylkkänen respiró desde su infancia la adictiva atmósfera teatral, donde sin duda aprendió la eficacia de los golpes de efecto, de gran utilidad en su ulterior carrera de operista. Cuando aún cursaba estudios de composición -con Madetoja, entre otros profesores- en su natal Helsinki, escribió su primera obra lírica, Jaakko Ilkka, antes de cumplir veinte años. Su congénere Armas Launis, perteneciente a la generación anterior a la suya, constituía para él un paradigma de consagración a la ópera. El éxito internacional más notable de Pylkkänen fue su ópera radiofónica Sudenmorsian [La novia del lobo, 1950].
Después de la Segunda Guerra Mundial se fundaron las sociedades operísticas de Tampere, Vaasa y Lahti, en las que se estrenaron una veintena de óperas finlandesas. La actividad regional y local despertó un gran interés en Tauno Marttinen [n. 1912], pues la casi totalidad de su amplia producción surgió como encargo de instituciones operísticas pequeñas, estrenadas fuera de Helsinki.
El compositor finlandés de óperas más productivo de esta época es Tauno Marttinen, autor de una veintena de obras, de las cuales la más importante es Poltettu oranssi [Naranjo quemado, 1968], en la que el autor orientó su interés hacia la naturaleza humana y la filosofía religiosa y, a través de ellas, hacia la búsqueda de nuevos matices sonoros.
Bibliografía:
Hako, Pekka. “La ópera finlandesa”. En Finfo. Ministerio de Asuntos Exteriores. Departamento de Prensa y Cultura. Helsinki, 2004.
Hilila, Ruth-Esther y Blanchard Hong. Bárbara. Historical Dictionary of the Music and Musicians of Finland. Greenwood, 1997.
Korhonen, Kimo (2000). www.musicfinland.fi
Foto: visitfinland.com