El 24 de junio de 1949 comenzó la historia de un nuevo volcán en la dorsal de Cumbre Vieja en la isla de La Palma. Fue la más importante de las tres registradas en Canarias en el siglo XX, con una duración de 38 días. Precedida por una serie de movimientos sísmicos, en la mañana de San Juan –de ahí el hagiónimo empleado para su denominación– comenzó la fase explosiva de carácter estromboliano. José Javier Pérez Martín, un paisano que recorre con detalle los caminos de la isla, nos ofrece esta interesante imagen del lugar preciso.
En la madrugada del 8 de julio se produjo la salida de la lava por una fisura abierta en el Llano del Banco, que descendió con gran rapidez favorecida por la pendiente, amenazando desde las primeras horas al barrio de Las Manchas, en el que causó daños diversos. A primera hora de la tarde cortó la carretera general del sur y dejó incomunicado el valle de Aridane con la capital palmera y el 10 de julio alcanzó el mar por Las Hoyas, con un frente considerable de algo más de cuatro kilómetros.
El último día de la erupción se produjo una reactivación en el cráter de Hoyo Negro, que provocó un vertido de lava líquida que discurrió a gran velocidad por la vertiente oriental de la isla, en territorio del municipio de Mazo, solidificándose antes de alcanzar el mar. En la actualidad, el cauce seguido se le conoce como el barranco de la Lava. Cuando se produjo el corte de la carretera general, el pueblo de Fuencaliente quedó incomunicado por tierra durante varios días. Veintidós años más tarde se produjo la erupción del volcán Teneguía.
Hace años que la Ruta de los Volcanes es uno de los principales atractivos del senderismo en la isla de La Palma. Es una experiencia fantástica, que nos pone en contacto directo con los principales protagonistas del volcanismo histórico ocurrido en la isla. Después del ascenso al Pico Birigoyo, el recorrido permite apreciar la magnitud de la erupción de 1949, testimoniado en los cráteres de El Duraznero, Hoyo Negro y Nambroque. La panorámica en el descenso hacia Fuencaliente, antes de entrar en el pinar, es realmente espectacular y única.
Foto: José Javier Pérez Martín