El comercio marítimo mundial atraviesa uno de sus períodos más inciertos en décadas. Los eventos geopolíticos y decisiones comerciales, particularmente impulsadas por Estados Unidos, están reconfigurando las cadenas de suministro globales, afectando directamente al tráfico marítimo.
La administración Trump ha decretado un periodo de 90 días en el que no aplicará gran parte de los aranceles anunciados, tratando de alcanzar durante ese receso posibles acuerdos entre su administración y los países con los que mantiene relaciones comerciales.
Caída histórica en el negocio contenedor
Los primeros contenedores procedentes de China, que enfrentan los nuevos aranceles llegarán a EE.UU. la próxima semana del 5 de mayo.
Según fuentes de Hapag-Lloyd, el 30% de los embarques a Estados Unidos desde China, han sido cancelados, desviando la demanda hacia mercados alternativos como Tailandia, Camboya y Vietnam. Esta reorientación comercial, aunque beneficia a nuevos actores asiáticos, implica también un profundo desajuste para los puertos estadounidenses que dependían de la carga china. En los precios se reflejan estas circunstancias con un aumento del 15% en el precio del contenedor procedente de Vietnam y un descenso del 27% en los que tienen a China como origen.
Los operadores de carga aérea y marítima informan de fuertes caídas en el tráfico de mercancías. El puerto de Los Ángeles, principal receptor de mercancías procedentes de China, se anticipa una caída cercana al 30% a partir del 4 de mayo.
Las previsiones de la consultora Drewry refuerzan esta perspectiva: se espera una contracción del 1% en el volumen del negocio mundial de contenedores en 2025, un fenómeno que solo encuentra precedentes en 1979 y durante la pandemia de 2020. En especial, China y Norteamérica, sufrirán caídas significativas en su actividad portuaria del 4,6% y 5,5% respectivamente.
Algunos importadores retienen mercancías en los recintos aduaneros donde se pueden almacenar temporalmente, pendientes de ver cómo evoluciona el pago de los aranceles y en caso necesario, reenviar los bienes a otros mercados cercanos para ser gestionados.
La incertidumbre generada por la guerra comercial está frenando muchas inversiones en el sector portuario y naviero. Los «blank sailings» aumentan, mientras que las compañías consideran ralentizar la navegación y enviar a desguace los buques más antiguos Esta tendencia amenaza con crear zonas de congestión en puertos menos afectados por los aranceles.
Renacimiento marítimo estadounidense
Donald Trump firmó en abril de 2025 una orden ejecutiva para revitalizar el poder marítimo de Estados Unidos, con un foco claro en la revitalización de la construcción naval civil y militar, la creación de zonas de prosperidad marítima, la formación sectorial de personal, combatir el dumping chino sobre la construcción naval y la creación de la oficina de construcción naval enfocada en el sector civil. Y es que, cada empleo en un astillero, genera cinco empleos en otros sectores industriales. Suponen una auténtica máquina que tira del tejido productivo y del empleo y Trump lo sabe.
Una flota comercial propia, protegería el comercio exterior estadounidense en cualquier situación de crisis, lo que EE.UU. aprendió y sufrió durante la pandemia. El no tener el control del transporte marítimo en ese momento, perjudicó la exportación de los productores americanos.
El gobierno norteamericano necesita recuperar la autonomía marítima y generar riqueza interna, desde los sectores industriales más básicos, hasta las exportaciones. También le permitiría reducir potenciales vulnerabilidades ante cualquier bloque marítimo de terceros y reforzar su estructura industrial militar a largo plazo, pero desde astilleros civiles que potenciaran la actividad local. Es una estrategia de país, para recuperar el auge del imperio perdido.
Sin embargo, la industria del gas natural licuado (GNL), ha manifestado su preocupación por la imposibilidad técnica, de cumplir con algunas de las nuevas normativas que obligan al transporte de GNL, fletando unicamente buques de bandera americana. EE.UU. no dispone actualmente de flota y volumen capaz de afrontar estos movimientos. El sector del Oil & Gas, fue el que más apoyó brindó a Donald Trump durante su campaña presidencial, por lo que presumiblemente, estas medidas se deberán ajustar de momento a la realidad del mercado. Poner en marcha una flota de gaseros de bandera propia, no se resuelve en un lustro.
La estrategia de Trump
Trump no actúa sólo por impulsos personales, sino como parte de un proyecto mucho más profundo y con ejes estratégicos bien definidos. Se trata de reconstruir la base industrial estadounidense, atrayendo capital y la producción, hasta ahora deslocalizada de las grandes compañías nacionales. Para todo ello, es fundamental la supremacía marítima, para no depender de terceros, evitando el dumping, bloqueos y saturación. El renacimiento marítimo, forma parte importante de esa reindustrialización forzada.
Trump necesita cambios rápidos utilizando una política de “shock económico”. Una estrategia que tiene su origen en los teoremas del Premio Nobel Milton Friedman ,de la escuela de economía de Chicago. Se trata básicamente de desestabilizar brevemente el entorno a nivel económico o creando una crisis, tratando así de reducir las resistencias políticas a reformas contundentes, para posteriormente implantar un nuevo orden económico.
Todo ello conduciría a una importante reestructuración de las alianzas globales, tratando de aislar a los competidores comerciales. El control marítimo es por tanto pieza clave para mantener el dominio estratégico global. El “renacimiento marítimo” será una herramienta para impulsar la nueva hegemonía económica.
Inicialmente implica costes económicos y tensiones internacionales, debido a las rupturas de las cadenas de suministro. Pero esta es una estrategia a medio-largo plazo, que se irá adaptando a las necesidades de la producción y mercados norteamericanos.
Liderar navieras: adaptarse o desaparecer
El tráfico marítimo y portuario está ante una encrucijada. Adaptarse o perecer ante las dificultades. Convergencia de tensiones geopolíticas, proteccionismo económico y transformaciones estructurales en las cadenas de suministro, que obligan a redefinir con resiliencia, las estrategias de las compañías navieras.
Nos esperan años difíciles, en los que habrá que adaptarse a la nueva realidad global, no será opcional, sino una cuestión de supervivencia para las navieras, que necesitarán importantes y profundos análisis de la situación, para defender los balances financieros y sus flotas operativas.
La gestión dependerá de la evolución política y económica de los actuales acontecimientos. Las compañías deberán gestionar un día a día en continua evolución. Las estrategias tradicionales ya no bastarán. Será imprescindible desarrollar planes de contingencia y estrategias flexibles, capaces de adaptarse rápidamente a escenarios de incertidumbre, tensiones geopolíticas o cambios económicos.
La gestión ya no puede basarse en previsiones a largo plazo y estáticas. Se requerirán análisis constantes del entorno, (político, económico y logístico), para ajustar operaciones, inversiones y rutas comerciales en tiempo real. Mantener el equilibrio financiero se volverá parte crítica. Ante escenarios volátiles, la compañías deberán gestionar cuidadosamente su deuda, liquidez y costes operativos, asegurándose de que su estructura financiera soporte tiempos difíciles.
Cuestión clave será mantener las flotas operativas, pero adaptadas a la demanda. Esto puede implicar decisiones como: renovación de buques, venta o fletamento flexible de unidades, y apuesta por buques más eficientes energéticamente, en línea con las nuevas exigencias. Las operaciones diarias estarán sujetas a constantes cambios (cierres de rutas, nuevas regulaciones, aranceles, conflictos). Por tanto, las compañías necesitarán equipos de gestión altamente capacitados para reaccionar con rapidez y tomar decisiones en entornos inciertos. Las navieras deberán invertir en importantes sistemas de información, tecnologías de análisis de datos y en servicios de inteligencia comercial y geopolítica, para anticiparse a eventos disruptivos. A modo de ejemplo los nuevos departamentos de IA de MSC, Maersk, CMA-CGM, Hapag-Lloyd, ONE y Evergreen.
Pero, sobre todo, las direcciones deberán liderar desde una base cultural y organizacional abierta al cambio continuo, donde se fomente la innovación operativa, la adaptación rápida y la toma de decisiones basadas en evidencias.
La gestión de las navieras en este nuevo contexto, debe ser proactiva, dinámica y basada en la resiliencia. Las decisiones estratégicas conllevarán más riesgo, pero serán las necesarias para garantizar la supervivencia y competitividad a medio plazo, evitando llegar tarde al futuro.
Fotos: cedidas por el autor