Más allá de los informes PISA, que toman el pulso del nivel OCDE cada tres años, el sistema educativo de Finlandia está reconocido entre los mejores del mundo. En reiteradas ocasiones figura con el número uno. Los resultados son excelentes y se ha convertido en un referente mundial, lo cual hace que muchos docentes de la comunidad internacional centren su atención e interés en el modelo nórdico, que corresponde a un país que ha sabido afianzar una notable fortaleza y calidad educativa.
El ascenso de Finlandia al grupo de los países más prósperos del mundo en la segunda mitad del siglo XX se apoya, en gran medida, en los ideales de la cultura popular y en las inversiones estatales en educación. Durante la primera mitad del siglo XIX, época en la que en la mayoría de los ayuntamientos del Gran Ducado había escuelas elementales, se tomaron decisiones importantes que contribuyeron a consolidar el éxito del actual sistema educativo y entre ellas la ley de 1921, de enseñanza obligatoria, que establecía la escuela primaria de seis años y que sería posteriormente modificada.
El filósofo e intelectual Johan Vilhelm Snellman (1806-1881), que tuvo un destacado rol en la construcción de la identidad nacional finlandesa, decía que “la instrucción es el seguro de una nación pequeña”. Por ello, siendo Finlandia un país pobre en recursos naturales, eligió la educación de todo su pueblo para evitar desigualdades sociales entre una aristocracia instruida y una masa ignorante. De modo que el anhelo cultural de la ciudadanía finlandesa encuentra en la educación una herramienta de progreso.
La educación en Finlandia no es motivo de confrontación política, sino un objetivo político, hasta el punto de que todos, sin excepción, están implicados en la importancia que tiene la comunidad educativa. La escolaridad empieza más tarde que en el resto de Europa, a los siete años. ¿Por qué? Se estima primero que los niños deben crecer y desarrollarse sin presiones. En el aprendizaje se les alienta para que desarrollen su propio pensamiento y su creatividad. La jornada escolar es más corta que la media de la OCDE, aunque se trabaja con mayor eficiencia.
La educación en Finlandia garantiza igualdad de oportunidades de estudio para todos, con independencia de cual sea su situación socioeconómica. Es gratuita desde el nivel preescolar hasta la universidad, incluyendo la formación profesional, los estudios de postgrado y complementarios, así como la educación informal, que cada vez se promueve más.
No fomenta las comparaciones ni la competencia entre alumnos. La motivación se basa en el aliento. Las relaciones entre alumnos y maestros son fluidas y amistosas a todos los niveles y lo mismo sucede en el trato con los padres. Durante los seis primeros años de primaria, los más pequeños tienen casi siempre el mismo maestro, que tiene la misión de velar por el espíritu del grupo y que no se hostigue ni se excluya a nadie. A partir del quinto grado comienza la evaluación de los resultados.
La profesión de maestro en Finlandia es la más respetada y deseada. La calificación académica es muy elevada, de modo que cualquier universitario no está capacitado para ser maestro. En todos los ciclos se les exige como mínimo una licenciatura y han de acreditar amplios estudios pedagógicos y de competencia profesional, además de una maestría de su especialidad. Periódicamente son evaluados por un comité de expertos, que orienta y decide.
Después de la escuela primaria, todos los alumnos tienen la posibilidad de orientarse hacia estudios generales y profesionales en consonancia con sus vocaciones e intereses. Tienen, además, la oportunidad de continuar formándose durante el resto de su vida, en un modelo de educación permanente, de ahí que no tiene nada de extraño que más de una cuarta parte de la población finlandesa posea un titulo de nivel terciario.
Los finlandeses están orgullosos de su educación porque ven bien aplicado el reflejo de los impuestos que pagan, que son bastante más elevados que en otros países de la OCDE. La acendrada ética nacional sostiene el sistema educativo sin fisuras, pues tiene al ser humano como el recurso más importante de la sociedad. Y para que todo ello sea posible, la inversión en educación es notable, dado que absorbe en torno al 12% de los presupuestos del Estado y de los municipios.
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