La construcción de los buques “Tajo” y “Segre” se produjo en una de las épocas más difíciles de la historia de la industria naval española, pues España acaba de salir de una contienda civil que, entre otros aspectos, había causado estragos en la capacidad industrial siderúrgica y naval y en Europa se libraba la Segunda Guerra Mundial, con las implicaciones y derivaciones que ello tenía en nuestro país.
Faltaban materiales y equipos imprescindibles para avanzar en las construcciones y hacer posible la puesta a flote y entrega de las nuevas unidades. Por esas razones, ambos buques tardaron bastante tiempo en terminarse. Contratados en el astillero de la Sociedad Española de Construcción Naval, en Sestao (Vizcaya), en el caso del buque “Tajo”, botado en febrero de 1943, entró en servicio en mayo de 1945. Juan José Basabe fue su primer capitán y tenía una tripulación de 35 hombres.
En realidad, el proyecto de estos barcos era una repetición, con algunas variaciones, del denominado tipo A de la Empresa Nacional Elcano de la Marina Mercante. Sus estampas marineras, con algunas variantes en el diseño de las chimeneas en los más modernos, eran prácticamente iguales, formada por una superestructura maciza en el alcázar, muy característica y que resultó común en los buques escandinavos. Sin embargo, las calderas del equipo propulsor, en consideración a las circunstancias, no resultaron muy afortunadas, pues fueron fuente de constantes problemas.
De 2.747 toneladas brutas, 1.749 toneladas netas y 2.550 toneladas de peso muerto, medía 94,80 m de eslora total -88,30 m de eslora entre perpendiculares-, 13 m de manga, 7,64 m de puntal y 5,30 m de calado máximo. Tenía cuatro bodegas, con una capacidad de 4.483 metros cúbicos. Una máquina alternativa de cuádruple expansión Christiansen & Mayer y dos calderas escocesas de llama en retorno le permitía desarrollar una potencia máxima de 1.800 caballos y en las pruebas de mar alcanzó una velocidad de 13,9 nudos. La realidad es que pocas veces superó los diez nudos.
El 16 de junio de 1945 arribó por primera vez al puerto de Santa Cruz de La Palma, el 17 a Santa Cruz de Tenerife y el 18 a La Luz (Las Palmas), donde cargó tomates, cebollas y plátanos para Alicante y Marsella. Puesto que el mundo todavía estaba en guerra, lucía su nombre en grandes caracteres y las banderas de la neutralidad española.
Por espacio de dos décadas, el buque “Tajo” –el primero de los barcos de la Compañía Marítima Frutera de la inmediata posguerra– fue protagonista del tráfico frutero de Canarias en unión de su gemelo “Segre” y de sus compañeros de contraseña “Vasco”, “Duero”, “Ario”, “Ebro”, “Sil”, “Turia”, “Darro”, “Tormes”, “Esla”, “Genil”, “Miguel M. de Pinillos”, “Ter”, “Duero” (2º) y “Arga”.
En 1967 fue vendido a LETASA, sociedad con sede en Bilbao y continuó navegando con el tráfico “tramp” rebautizado con el nombre de “Dinamariola”. El 7 de enero de 1972, cuando se encontraba en el puerto de Bejaia (Argelia) cargando cemento, se declaró un incendio en las calderas, lo que provocó daños graves y fue declarado pérdida total constructiva. Tiempo después fue remolcado a Burriana (Castellón), donde se procedió a su desguace.
Foto: Archivo Juan Carlos Díaz Lorenzo
Bibliografía: Díaz Lorenzo, Juan Carlos. “Naviera Pinillos 1840-1990. 150 años de historia marinera”. pp. 111-112. Santa Cruz de Tenerife, 1990.