La quiebra del gigante Thomas Cook, una muerte anunciada

La quiebra del gigante Thomas Cook era la crónica de una muerte anunciada. Se trata de una empresa con gran solera y prestigio en el sector, con una antigüedad de 178 años, que ha acabado envuelta en un conflicto mayúsculo, en el que se habla de cifras astronómicas de turistas afectados en todos los destinos a donde volaba el gigante británico de la touroperación.
Otros importantes antes de Thomas Cook también sucumbieron por razones coincidentes o similares. La deuda había crecido a niveles astronómicos –en los medios turísticos se habla de algo más de mil millones de libras– y no tuvo capacidad de maniobra para obtener unos fondos adicionales de 200 millones de libras que exigía la banca para afrontar la temporada de invierno.
Sin embargo, la deuda, aun siendo importante, no es el único factor. La compra de MyTravel en 2007, poco antes de la crisis, se convirtió en una pesada carga que solo ha generado deudas y más deudas, pues entonces el negocio había encontrado una alternativa en la compra de paquetes turísticos por internet, un modelo que prescinde del trato directo con los operadores.
Luego vinieron otros factores, como las turbulencias de la primavera árabe, que desvió a miles de turistas hacia otros destinos, buscando fiabilidad y seguridad, factores que ofrece España y así se benefició durante varias temporadas. A ello se suma la incertidumbre del Brexit, la caída de la libra y la retracción de muchos turistas que aplazaron sus vacaciones, por si acaso.
Todo ello fue debilitando a Thomas Cook, que hasta ahora había conseguido mantenerse a flote, a trancas y barrancas, mediante inyecciones de dinero de sus acreedores, agravando con ello su deuda, pues tuvo que destinar cientos de millones de libras al pago de intereses. El último intento con un conglomerado chino, en torno a 900 millones de libras, se fue al traste debido a la exigencia de los bancos de contar con nuevas reservas para el invierno.
Foto: Anna Zvereva