Transportes Navales, sociedad con sede en Bilbao, contrató la construcción del buque de esta historia en el astillero de la sociedad regular colectiva Torre y Bereciartúa, en Deusto y los trabajos dieron comienzo en octubre de 1945, después de que lo hubiera autorizado la Subsecretaría de la Marina Mercante, en noviembre de 1944.
Sobre el proyecto iba a llamarse “José Torre” y estando en construcción se decidió bautizarlo con el nombre de “Felipe V”. En su construcción se tardaron casi seis años, pues su entrega se produjo en junio de 1951 y su coste final ascendió a cuatro millones de pesetas. Tal demora nos hace comprender las dificultades técnicas y de materiales por los que entonces atravesaba la industria naval española.
De 299 toneladas brutas, 192 toneladas netas y 498 toneladas de peso muerto, medía 46,98 m de eslora total -42,95 m de eslora entre perpendiculares-, 7,52 m de manga, 3,20 de puntal y 3,50 m de calado máximo. Estaba propulsado por un motor semi-diesel De Laval, con una potencia de 300 caballos sobre un eje que le daba 9 nudos de velocidad con buen tiempo.
En 1954 cambió su nombre por el de “Lanestosa” y un año después entró en dique seco para efectuar obras de alargamiento del casco. En febrero de 1961 fue adquirido por el armador lanzaroteño Antonio Armas Curbelo, aunque la escritura de compra-venta sería formalizada dos años y medio después y el precio de compra fue de 8.750.000 pesetas.
Incorporado a los servicios interinsulares canarios y a las líneas con la Península, en enero de 1963 se encontraba al garete con una avería en la sala de máquinas a unas 15 millas al oeste de Tostón, en viaje de Arrecife a Las Palmas y derivando, alejándose cada vez más de la costa, por lo que el patrón pidió ayuda y en su auxilio acudió el remolcador “Fortunate”. A mediados de 1968 fue sometido a obras de gran carena en los Talleres Vasco-Catalanes, en Barcelona, cuyas obras importaron algo más de 920.000 pesetas.
Después la motonave “Lanestosa” siguió navegando en los servicios interinsulares y la vecina costa africana. En uno de aquellos viajes, en el transcurso de 1970, se produjo una avería en la sala de máquinas cuando navegaba cargado de maíz al norte de Fuerteventura. La reparación se consideró inviable por costosa y el barco quedó amarrado en Puerto Naos, donde se hundió, en el interior de la bahía, lo que obligó más tarde a reflotarlo y con la ayuda de una cabria fue retirado y hundido de nuevo a mar abierta.
Bibliografía
Díaz Lorenzo, Juan Carlos. “Naviera Armas. Una nueva generación”. p.174. Santa Cruz de Tenerife, 2004.
Fotos: Archivo de Juan Carlos Díaz Lorenzo